editorial

La Consulta Popular, la lucha de clases y la politiquería

El Primero de Mayo, el presidente Gustavo Petro radicó en el Senado la Consulta Popular con las 12 preguntas que los ministros del interior y de trabajo habían presentado semanas antes, referidas a aspectos de la reforma laboral hundida por la Comisión Séptima del Senado.

Curiosamente, la Consulta no incluyó las preguntas propuestas por distintos sectores de los trabajadores y sectores populares como había prometido el gobierno*, quedando limitada a echar para atrás algunas medidas de la Ley 789 de 2002, sin tocar la Ley 50 de 1990 y sin tener en cuentas las demás exigencias del pueblo. Es decir, quedaron por fuera el conjunto de las reivindicaciones populares del Paro Nacional del 2019 y del Levantamiento Popular del 2021 que Petro prometió en campaña resolver desde la presidencia.

Nuevamente el presidente Petro, a pesar del aparente radicalismo en el discurso del Primero de Mayo en la Plaza de Bolívar, no se apoya firmemente en el pueblo que lo respalda y por ello no se atreve a desafiar abiertamente a los ricos explotadores que se niegan a ceder las exigencias populares. Por el contrario, sigue insistiendo en el fracasado Acuerdo Nacional y en el pacto social con los explotadores, utilizando el respaldo popular solo como un medio de presión para que las clases dominantes y las instituciones del Estado a su servicio le permitan cumplir alguna de las promesas de campaña que hasta el momento ha incumplido.

Además, los politiqueros reformistas —a quienes no les duele ni están por alcanzar las reivindicaciones del pueblo trabajador— han convertido la Consulta Popular en el lanzamiento de la campaña electoral para el 2026; siendo este el principal blanco de ataque de los partidos de la reacción frente a la Consulta, a la que posiblemente den el visto bueno en el Senado para no acrecentar su desprestigio frente al pueblo, aunque tampoco se puede descartar que la nieguen en otro acto de desfachatez.

Los revolucionarios por su parte han adoptado dos actitudes frente a la Consulta:

Algunos compañeros erróneamente creen que hay que irse contra Petro y la Consulta y no contra las clases dominantes y el Estado, identificando la Consulta Popular con la farsa electoral, desconociendo que ella —a pesar de lo recortada en las preguntas, de las limitaciones y los problemas que enfrenta incluso para ser aprobada— recoge parte de las aspiraciones inmediatas de los asalariados y les permite dar su opinión frente a un asunto político que enfrenta a las dos clases fundamentales de la sociedad colombiana: los capitalistas y los proletarios.

Los compañeros en una aparente posición muy de izquierda le proponen al proletariado aislarse de una lucha impuesta desde arriba, creyendo que apoyar la Consulta es apoyar al gobierno, respaldar la institucionalidad burguesa y sembrar ilusiones en ella. Por distinto camino y con algunos argumentos distintos, los compañeros que rechazan la Consulta terminan coincidiendo —al abstenerse de participar— con los sectores más retardatarios de las clases dominantes y sus partidos políticos.

Los compañeros pasan por alto que la responsabilidad de los revolucionarios frente a los problemas del Estado, no es responder con declaraciones morales o generales sobre la democracia de los ricos, sino que, en los actuales momentos, estriba en hacer que el pueblo aprenda, por experiencia propia, que desde la institucionalidad burguesa es imposible conquistar sus derechos inmediatos y futuros.

Justamente el papel de los revolucionarios y los comunistas es explicar que la lucha irreconciliable entre explotados y explotadores, entre oprimidos y opresores, no puede resolverse mientras no sea destruido el actual sistema, y menos aún mediante una forma constitucional burguesa como es la Consulta Popular, que solo recoge la opinión popular frente a reivindicaciones parciales inmediatas. Pero cobra importancia porque se convierte de hecho en otro escenario de lucha entre los capitalistas chupasangre y el pueblo laborioso.

Es una lucha política que debe ser aprovechada por el proletariado revolucionario para elevar la conciencia de los trabajadores y organizar mejor las fuerzas, persistiendo en el camino que les permita arrancar, mediante la lucha revolucionaria en las calles con el paro general y la huelga política de masas, el conjunto de las reivindicaciones del pueblo. En ese sentido, la Consulta Popular hace parte de la lucha política que enfrenta a las fuerzas populares contra el Estado, como representante de los explotadores y opresores.

Para el proletariado revolucionario, este nuevo pulso es una condición magnífica para que la clase obrera y el pueblo en general comprendan por experiencia propia las limitaciones del reformismo y la democracia de los ricos, esclarezcan su conciencia en medio de la lucha y fortalezcan sus organizaciones; especialmente, para que retomen las Asambleas Populares en la perspectiva de constituirlas como verdaderos embriones de Poder Popular, opuesto al poder de los enemigos burgueses, terratenientes e imperialistas.

De ello se desprenden las tareas inmediatas que se deben tomar con firmeza:

  • Apoyar la Consulta Popular mediante la movilización en las calles, el bloqueo e incluso el paro general en caso de que sea aprobada en el Senado y para que las preguntas no sean invalidadas por la Corte Constitucional. Y con mayor razón, intensificar la lucha si la Consulta es negada por el Senado o invalidadas las preguntas por la Corte.
  • Clarificar los límites de la Consulta, incluso de ser aprobada en el Senado, para continuar explicando la necesidad de conquistar el conjunto de las reivindicaciones inmediatas del pueblo con el paro y la huelga política de masas; explicar los límites del reformismo y de las reformas que solo son pasajeras y temporales; por lo cual solo pueden hacer parte y servir a la preparación de sus fuerzas populares para destruir todo el poder de los explotadores y abolir la explotación asalariada mediante la revolución.
  • Impulsar la realización de las Asambleas Populares, apoyar la movilización y la lucha que ya están librando por sus reivindicaciones los obreros, los campesinos, los pueblos indígenas y demás sectores populares, haciendo esfuerzos por coordinarlas y unificarlas desde las Asambleas Populares; que cobran cada vez mayor importancia como forma de organización donde se exprese la democracia directa del pueblo en oposición a la mutilada democracia burguesa.
  • Participar en todos los eventos de masas, incluidos los Comités por el Sí, para incidir en ellos exponiendo la posición revolucionaria a fin de que las masas comprendan el momento, presionen con su lucha desde abajo y se comprometan con las Asambleas Populares. 
  • Desenmascarar las cúpulas de las centrales sindicales y los dirigentes de los partidos mal llamados de izquierda quienes mantienen una actitud pusilánime y pasiva frente a las angustias del pueblo y ante la necesidad de organizar la lucha para conquistar las reivindicaciones populares, pero sí se muestran interesados en utilizar al pueblo para sus aspiraciones politiqueras de cara a la farsa electoral del 2026.
  • Establecer acuerdos con otros comunistas y revolucionarios para actuar como bloque, haciendo ahora mayores esfuerzos para unir a quienes comparten la necesidad de la lucha directa y las Asambleas Populares en la perspectiva de la lucha revolucionaria por el nuevo Poder Popular.

Esta es la línea de actuación correcta que permite estrechar los vínculos con las masas que despiertan a la vida política y están dispuestas a la lucha; una actuación que facilita aislar a los politiqueros reformistas, contribuyendo a preparar las fuerzas populares para la confrontación que se avecina y que enfrentará nuevamente al pueblo contra sus enemigos históricos, como en el Levantamiento Popular del 2021.

De la capacidad de los comunistas y revolucionarios de fundirse con las masas y de elevar su nivel de conciencia, unidad, organización y lucha, depende cuanto puedan avanzar en el cumplimiento de los objetivos estratégicos de destruir el Estado de los explotadores, construir el nuevo Estado de obreros y campesinos e instaurar el socialismo.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm) 
Colombia, 11 de mayo 2025

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*Solo por poner dos ejemplos: la Unión Obrera Comunista (mlm) presentó en carta abierta al presidente Gustavo Petro 19 preguntas que incluían algunas de las 12 propuestas por sus ministros; la Organización de Autoridades Indígenas AISO también presentó la siguiente propuesta de pregunta: ¿Está usted de acuerdo que se reforme la Constitución para garantizar el ejercicio pleno de derechos laborales, acceso a pensiones, soberanía alimentaria, autonomía territorial, control de sus recursos y participación directa en la formulación de políticas públicas laborales y agrícolas, de los pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y campesinos?

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