Criminalizar la lucha del pueblo para legitimar su represión

Todo Estado es en esencia una dictadura de clase. En Colombia, el Estado es el órgano de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas, para ejercer su dictadura sobre el pueblo. Sin embargo, no es una dictadura abierta, sino con la careta democrática de la Constitución que legaliza el “orden” de la opresión, que le otorga el monopolio de las armas a las fuerzas represivas, que le confiere a las instituciones del gobierno, del congreso y de las cortes, el poderpara privar a las clases oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha para el derrocamiento de los opresores.

Y no suficiente con coartar el derecho de los trabajadores a la huelga y la movilización, y el derecho del pueblo a la huelga política y la rebelión, los gobernantes, los chafarotes de la fuerza pública, los representantes políticos de la mafia, los jefes de los partidos y sus candidatos… todos apelan al método de estigmatizar la lucha del pueblo para legitimar su represión.

Así como, contra el Paro que hace un año se transformó en un gran levantamiento popular, los reaccionarios difundieron la mentira de “ser infiltrado por fuerzas extranjeras”, y con su asquerosa propaganda infundieron las falacias de considerar “vándalo” a todo aquel que protestara, y “organización terrorista” a los jóvenes luchadores organizados en las Primeras Líneas… también hoy, criminalizan cualquier asomo de lucha directa de las masas en las calles, señalándola de “infiltrada” u “organizada” por comandos guerrilleros, o “relacionada” con los ejecutores de las recientes acciones terroristas. Y así, una vez estigmatizada la lucha directa del pueblo, queda abierto el camino para “ejercer todo el peso de la ley” —léase todo el poder de la dictadura de los ricos— contra la protesta popular, y se da carta blanca a los escuadrones de paramilitares y “águilas negras” para que amenacen y asesinen a los dirigentes populares.

Ya se sabe que las clases reaccionarias encabezadas en Colombia por un régimen mafioso y paramilitar, defienden su sistema de explotación ejerciendo una sanguinaria dictadura de clase contra el pueblo. Pero que los jefes politiqueros y vende-obreros reformistas desconozcan el carácter de clase de esa dictadura, es inadmisible cuando se autoproclaman “defensores del pueblo”. Y no bastándoles tal felonía, también le hacen coro a las voces reaccionarias que estigmatizan las luchas de los trabajadores, como lo demostró su condena a los bloqueos que garantizaban la efectividad del Paro del año pasado, su repulsa a la continuidad del movimiento porque les afectaba la campaña para la farsa electoral, su anuencia con la desaparición, persecución y judicialización de muchos activistas.

Hoy nuevamente se unen al vilipendio de los reaccionarios contra la lucha directa de los trabajadores, esta vez llamando a no tomar las calles nuevamente, como descaradamente lo publicó el politiquero Gustavo Bolívar en twitter: «28/abril, aniversario del estallido social. Peligroso a un mes de las presidenciales. Quería proponerles salir con flores y entregarlas a la policía pero #LoMejorSería no salir. La derecha puede infiltrar capuchos para incendiar el país y aplazar las elecciones q tienen perdidas».

¡Politiqueros serviles del poder de los explotadores! Reformadores de pacotilla, para quienes la lucha del pueblo solo interesa si ésta les sirve para llevar borregos a la farsa electoral, si ésta no les perjudica sus planes para beneficiarse de los privilegios de la burocracia estatal a cuenta de los impuestos de los trabajadores, a su afán de cogobernar con la burguesía para ejercer con ella, la tiranía de los explotadores, la dictadura contra el pueblo, contra los mismos que por inconciencia los respaldan en sus andanzas politiqueras, tal como ya se demuestra en Chile donde la dictadura de los capitalistas se aplica ahora con el guante de Boric, o como lo demuestra la Alcaldesa de Bogotá a quien no le ha temblado la mano para enviar a los asesinos del Esmad contra los jóvenes luchadores, contra los trabajadores informales, contra los desplazados…

Sueñan los jefes reaccionarios y reformistas creyendo que podrán evitar nuevos levantamientos populares, adjudicando sus causas a “conspiradores internacionales”, a “mercenarios guerrilleros”, o a “los capuchos”. Las causas profundas de la lucha de clases, de las rebeliones y levantamientos, de la inevitable insurrección y revolución, están en la cada vez más aterradora desigualdad social, hija del régimen capitalista de explotación asalariada. Desigualdad social que se mide en hambre, desempleo, desplazamiento, enfermedades, condiciones miserables de vida de los trabajadores, a pesar de ser quienes producen la riqueza que se apropian los parásitos explotadores. Desigualdad social que ineludiblemente explotará en nuevos y más poderosos levantamientos populares, acercando los días de la revolución donde la fuerza de los oprimidos se haga sentir haciendo uso de la violencia revolucionaria contra los opresores, del terror de las masas contra los ricos, de la dictadura del proletariado ejercida sin contemplación contra los capitalistas y su sistema de moderna esclavitud.

Los jefes reaccionarios y reformistas temen que un nuevo estallido social les arruine una burda e insignificante farsa electoral. Su pretensión de detener la lucha directa del pueblo estigmatizándola y prohibiéndola, se derrota hoy ejerciéndola en las calles como bien lo hacen diversos sectores de masas, para avanzar del estallido social espontáneo a una revolución organizada que haga temblar a los explotadores y les arruine todos sus privilegios haciendo volar en pedazos su maldito Estado y con él, todas las instituciones del Gobierno, del Congreso, de las Fuerzas Armadas, que han servido para oprimir al pueblo y someterlo a la más brutal explotación.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
1 de abril de 2022