La COP27 no frenará la depredación de la naturaleza

“La producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre”.

Karl Marx

Entre el 6 y el 18 de noviembre se lleva a cabo la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o más difundida como COP27 en Sharm el Sheikh (Egipto). La COP es una reunión en la que los imperialistas discuten inútilmente, sobre las medidas a tomar para que el Planeta Tierra no se destruya y puedan seguir extrayendo de la naturaleza y de la superexplotación de la fuerza de trabajo sus multimillonarias ganancias. En la COP 21 realizada en 2015 en París, se firmó el Acuerdo que lleva por nombre el de esa ciudad en el que líderes de todo el mundo se comprometieron a mantener el incremento de la temperatura media del planeta muy por debajo de los 2°C —respecto a los niveles preindustriales— y se buscase trabajar para limitar ese aumento a los 1,5°C. Hoy, el planeta Tierra se ha calentado alrededor de 1,1 grados; es decir, en 7 años no han hecho absolutamente nada para impedir el cambio climático, y los científicos alertan que se acaba el tiempo para llegar al límite del calentamiento global por encima de 1,5°C, cuyos efectos serán catastróficos.

Los imperialistas han llevado a la sociedad a una de las peores crisis económicas, sociales, políticas, ambientales y sanitarias de toda la historia de la humanidad. Al poner la ganancia al mando, depredan la naturaleza en medio de la frenética producción capitalista que sirve a los intereses de los monopolios y no a las verdaderas necesidades de los miles de millones de seres que producen la riqueza. Su aparente asombro por la devastación de la naturaleza y los ínfimos recursos que destinan para paliar esa situación en comparación con los que destinan a la industria militar, por ejemplo, solo hace parte de la campaña de propaganda hipócrita que las clases destructoras del mundo difunden por sus medios mentirosos de comunicación. El capitalismo imperialista solo puede subsistir a cuenta de destruir la naturaleza, agotando la tierra por medio de la producción industrial desaforada en el campo, arrasando los bosques y las fuentes hídricas, ensayando armas nucleares y radioactivas en los océanos como parte de la preparación de la guerra mundial interimperialista, produciendo hambrunas y pandemias, y causando muertes por enfermedades curables. Las burguesías socias y lacayas de los imperialistas en los países oprimidos, permiten la destrucción de la naturaleza en sus respectivos países y naciones, a cambio de jugosas ganancias en millonarios contratos y sobornos.

La pequeña burguesía por su parte, sueña con defender la naturaleza, el planeta, el medio ambiente, sin atacar el capitalismo, la raíz del problema. El ecologismo, es una política reformista que busca remediar los efectos del sistema imperialista sobre la naturaleza sin ir a la causa del problema: las relaciones capitalistas de producción. El ecologismo, que no contempla la lucha de clases en su programa, es pura jardinería. Ese es el caso de Gustavo Petro, presidente de Colombia, que en el “Decálogo” propuesto en la COP27 pretende conciliar el capitalismo –el “mercado y la acumulación de capital”– y sus relaciones de explotación y opresión, con la “planificación pública, global y multilateral”. Sueños e ilusiones reformistas que aparte de ser infructuosos, solo sirven para engañar a las masas populares, pues no se puede “desarrollar el capitalismo” sin destruir la naturaleza ni salvaguadar los privilegios de las clases parásitas dominantes que superexplotan y oprimen al pueblo.

Por su parte, el proletariado revolucionario comprende que la causa de la destrucción de la naturaleza se encuentra en el sistema capitalista mismo y por lo tanto, se propone la destrucción del sistema para solucionar la contradicción antagónica entre la naturaleza y el capital. El reformismo reduce su actividad a hablarles en congresos y conferencias ambientalistas a los propios imperialistas y a realizar campañas que no atacan la irracionalidad de la gran producción capitalista. Los revolucionarios ubican a la unidad y organización de las masas explotadas y oprimidas para que transformen de raíz la situación. El mundo debe cambiar de base y ello solo puede hacerse mediante la revolución; por medio de la violencia revolucionaria que es la partera de la historia, la partera de los grandes cambios que se han dado a través de los siglos, pues las buenas intenciones de los reformistas de “convencer” a las clases dominantes para que cambien su forma de actuar son inútiles.

Los comunistas revolucionarios tienen la importante tarea de llevarle la conciencia a los colectivos y grupos ecologistas que protestan contra la depredación de la naturaleza con bloqueos en vías principales, marchas en los sitios donde se desarrollan las cumbres, huelgas de hambre, saboteo a los barcos pesqueros, manifestaciones simbólicas… acercándolos a la comprensión de las causas más profundas de la destrucción del Planeta, para que ubiquen a los verdaderos culpables de esta situación y aunar esfuerzos en la causa común por defender la naturaleza de la depredación del capital.

La urgencia de salvar el Planeta de la destrucción se ha convertido en parte inseparable de la Revolución Proletaria Mundial, en el Programa Socialista que le permita el descanso a la naturaleza para poderse regenerar. Solo en el socialismo se puede establecer la convivencia equilibrada entre este sistema capaz de planificar la producción de los bienes que la sociedad verdaderamente necesita y las fuerzas propias de la naturaleza que no serán depredadas.

Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)

Noviembre 15 2022

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