Ha comenzado la Conferencia de las Partes de Biodiversidad N.º 16 en Colombia (COP16). Desde su inauguración y durante dos semanas habrá discursos y pronunciamientos de los 196 países que deberán asistir, y acuerdos económicos enfocados en proteger la biodiversidad del planeta y de pasar de los discursos a la acción. Según las declaraciones del mismo secretario de la ONU António Guterres «Nuestra tarea en esta COP es pasar de las palabras a los hechos. Esto significa que los países presenten Planes de Acción claros que alineen las acciones nacionales con todos los objetivos del Marco. Significa acordar un marco reforzado de seguimiento y transparencia. Y significa cumplir las promesas financieras y acelerar el apoyo a los países en desarrollo».
Para las comunidades rurales y en general para el pueblo la expectativa es que allí se visibilice la gran riqueza en biodiversidad con la que cuenta el país y la necesidad de protegerla. Por eso para muchos trabajadores es positivo el mismo hecho de que esta cumbre se realice en Colombia y especialmente en Cali. Además, porque se convierte en un espacio de generación de empleo, dar a conocer emprendimientos de distintas comunidades del país, llamar la atención sobre el hecho de que en varias regiones del país se están destruyendo bosques, ríos, páramos, a la vez para denunciar la persecución y el asesinato de líderes ambientales… temas que serán tratados sobre todo en el espacio llamado Zona Verde, paralelo a la Zona Azul, en donde estarán los representantes de los países, los empresarios y los bancos sesionando y decidiendo los destinos de la biodiversidad mundial.
El gobierno ha enfatizado que con la cumbre se busca apoyo económico para el plan de transformación de energías sucias por energías limpias, la descarbonización de las economías y convencer a los países ricos de canjear la deuda por acción climática; mostrando que la COP16 es una gran oportunidad para el país.
Para el proletariado revolucionario, la COP16 no es más que otra de las tantas cumbres que la ONU organiza desde 1994, en la que a medida que corre otro año más, se advierte la gravedad de la catástrofe en materia ambiental. Se realizan compromisos que al siguiente año se concluye no se han cumplido, se renuevan planes de conservación y, sobre todo, se acuerdan planes de financiación entre los países y los bancos más ricos con los países pobres que suelen ser los que cuentan con las fuentes de materias primas, de las que se benefician los imperialistas. Para el proletariado revolucionario las cumbres medioambientales, ya sea de biodiversidad, de desertificación o de cambio climático, son en realidad un lobo con piel de oveja.
De acuerdo con el informe Planeta Vivo 2024, presentado por la ONG ambiental WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) estamos en un punto de inflexión: «En los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73 %, según las mediciones del Índice Planeta Vivo (IPV)». Las regiones donde ha habido mayores descensos son América Latina y el Caribe con el 95 %, seguido de África con el 76 %, Asia y el Pacífico con el 60 %. La Amazonía —el llamado pulmón del mundo— se ha deforestado en un 14-17 % y el caudal de su río ha disminuido en casi el 80 %, las imágenes son devastadoras. Estas serán parte de las cifras que se escucharán en la cumbre.
En cuanto al cumplimiento de los acuerdos, la COP15 —realizada en Montreal en el 2022— adoptó varias medidas concretas con el fin de detener en un 30 % la destrucción de la naturaleza para el 2030 y para el 2050 alcanzar la armonía con la naturaleza. Algunas de esas medidas acordadas fueron: reducir a la mitad los desechos de alimentos en el mundo; acercar a cero la pérdida de superficies de suma importancia para la biodiversidad, incluidos los ecosistemas de gran integridad ecológica; restaurar de manera efectiva el 30 % de los ecosistemas terrestres, costeros, marinos y de aguas continentales; movilizar al menos US$ 200.000 millones anuales de fuentes públicas y privadas para la financiación de la ejecución de planes y estrategias relativas a la biodiversidad… entre otras. En la COP16 tienen que admitir que estas metas no se cumplieron, pues es evidente cuando se contrasta con los datos de hoy.
Lo que con seguridad sí habrá en la COP16 son negocios. El llamado para que los países ricos —responsables principales de la depredación de la naturaleza— financien planes y estrategias de protección ambiental, es la piel de oveja que se le pone a un lobo que por su condición se comerá todo el rebaño. Veamos, por ejemplo, la medida de canje de deuda por acción climática: significa que los países imperialistas, que se han beneficiado expoliando nuestro país, nos «ayuden» disminuyendo la deuda para que nosotros podamos conservar las fuentes de materias primas que seguirán expoliando. La medida realmente mantiene el sometimiento a dichos países y bancos y a los tratados leoninos de expoliación de la naturaleza.
Así mismo, se invertirá en proyectos ambientales que son realmente jugosos negocios que destruyen la naturaleza (¡una paradoja propia del capitalismo!); un caso ya evidente ha sido la producción de etanol —un combustible «verde»— cuyo cultivo intensivo de la caña, de propiedad de unos pocos, ha producido la deforestación, la aridez de la tierra y la imposibilidad de cultivar comida. Otro de esos casos es el de las basuras, negocio en que los capitalistas vienen invirtiendo a través de empresas de reciclaje con fines lucrativos, desplazando con ello a los recicladores populares de oficio que, por la misma situación de miseria creada por el sistema, los llevó a sobrevivir buscando el sustento en la basura; una función social que solo vino a ser reconocida por la lucha de los recicladores y a importarle a los capitalistas «defensores del medioambiente» cuando descubrieron otra fuente de ganancias. Otra es la extracción de minerales como el litio para la conversión a energías limpias, pero para ello desplazarán comunidades en Argentina, Bolivia, Chile y destruirán los humedales y los salares en donde se encuentra el mineral.
El proletariado revolucionario está por la verdadera defensa de la biodiversidad y por eso mismo no podemos callarnos frente a la COP16. No habrá Paz con la Naturaleza, de allí no saldrá absolutamente nada en favor de la conservación del medioambiente, porque allí no se va a dar ningún paso en serio para hacerlo. Mientras el capitalismo imperialista siga subsistiendo este, por su misma condición, avanzará en la lucha desenfrenada por acaparar las fuentes de materias primas ya descubiertas y de buscar otras nuevas para seguir acumulando ganancias —en esto consciente e inconscientemente les ayudan los científicos—. El capitalismo es en esencia un destructor de las dos únicas fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos.
La lucha por conservar nuestros ecosistemas comienza por hacer conciencia de esa verdad de apuño. Y es necesario transformar esta convicción en fuerza material, organizándose en las Asambleas Populares para exigir, por medio de la lucha en las calles: frenar la deforestación, proteger los páramos y parques naturales sin afectar a las comunidades; impedir que los recicladores populares sean despojados de su sustento y dignificar su trabajo; cumplimiento de los acuerdos incumplidos con los pueblos étnicos y las comunidades campesinas, que incluyen no solo el acceso a la tierra, el crédito, el comercio y la asistencia técnica, sino la preservación, protección y ampliación de las reservas hídricas y la protección de la flora y fauna; cancelación de la deuda pública; protección de la Isla Gorgona, rechazar la imposición de nuevas bases militares yanquis tanto allí como en Leticia, y otras más que el pueblo ha recogido en todo este tiempo de lucha.
Comprender que el único responsable de la destrucción de la Naturaleza es el capitalismo nos llama inexorablemente a organizarnos en el Partido de la clase obrera y en la Internacional Comunista. Cuya misión es planificar la estocada final al imperialismo con la Revolución Proletaria Mundial. ¡No más conferencias, cumbres y acuerdos con los responsables del cataclismo ambiental!