Según las cifras del Observatorio Colombiano de Feminicidios, 2018 fue el año más violento para las mujeres. A esto se le suma el hecho de que, irónicamente es marzo, el mes más violento de todo el año. Y es que no podemos esperar menos de un país capitalista como el nuestro, cuya burguesía ya hace parte de los emporios que a nivel mundial expropian y explotan a sus trabajadores y al campesinado, sin garantizarles siquiera su sustento básico, por lo cual no es de extrañarse, que, incluso exponencialmente, puedan elevarse estas cifras sin que esta sociedad se inmute, así como lo hace con sus esclavos asalariados.
Frases como “Ni una más” y “Ni una menos” son las que defienden los grupos de mujeres hastiadas de casos de feminicidio. Frases que no significan nada en este sistema mundial capitalista cuyos imperialistas propósitos se centran en prepararse para la III Guerra Mundial, donde Colombia, colonia al fin de varias de estas potencias, sigue obedeciendo los destinos y orientaciones del imperialismo, de ahí que el problema de la mujer no sea un asunto de primer orden en ninguna parte del mundo, así se intente posar de defensores y promotores de los derechos de las mujeres; las organizaciones imperialistas como la ONU, se centran en documentar las cifras en aumento respecto a las violencias de todo tipo y los feminicidios.
Y en Colombia, aunque existen protocolos y líneas para que las mujeres denuncien ante el inminente peligro en que se encuentran, priman los impedimentos burocráticos para prevenir la violencia de género, que termina en el feminicidio a manos, por lo general, de su pareja o ex-pareja sentimental. Condiciones dadas por doquier, como la pobreza, el aislamiento en las zonas rurales: la opresión extrema en campos y ciudades, entre los indígenas, los campesinos y la población afrodescendiente, terreno abonado para reproducir las lacras del capital, hoy, pero de igual manera, para avanzar en la lucha revolucionaria por la transformación de la sociedad.
Este es el panorama con que cada crisis capitalista empeora la situación de la mujer, quien igual que el conjunto del pueblo explotado y oprimido, no puede esperar nada ni de organizaciones imperialistas como la ONU, la OEA, la OIT ni las ONG; su organización independiente, comprendiendo que la causa profunda de la opresión y explotación a las mujeres está en el sistema mismo, es la salida; la concreción de comités de mujeres que conformen el Movimiento Femenino Revolucionario es la tarea y, unirse a las filas revolucionarias de las masas es su garantía para que la emancipación de la mujer como parte de la emancipación de la clase obrera, sea una realidad. De ahí que quienes hoy en Colombia estamos por la restauración del Partido Comunista Revolucionario de Colombia (marxista-leninista-maoísta) y la Internacional Comunista, tengamos como propósito acercar a las mujeres proletarias a su partido y a las que se dispongan a apoyar la causa proletaria, pues su lucha se propone ir hasta el socialismo y el comunismo revolucionario, garantías de la verdadera liberación de la mujer.
¡Avanzar en la lucha contra el capital imperialista!