Prepararse para el estallido social que se está gestando

Prepararse para el estallido social que se está gestando 1

Un informe presentado por el Ministerio de Defensa a finales de octubre, con motivo de uno de los tantos e intrascendentes “debates de control político” en la Cámara de Representantes, indica que desde el 7 de agosto del 2018 hasta el 25 de octubre del 2020, se registraron 25.879 movilizaciones entre huelgas, huelgas de hambre, paros, marchas, manifestaciones, bloqueos, asonadas, entre otras protestas. Aunque el informe está hecho para presentar la “eficiencia” del Ministro de Defensa, la “transparencia” de las fuerzas militares y las pocas actuaciones del escuadrón asesino Esmad frente a las protestas populares, contiene dos asuntos de importancia para el movimiento obrero y revolucionario.

Primero: las cifras de protestas duplican las del anterior gobierno, mostrando la agudización de las contradicciones sociales y la lucha de clases, como respuesta de las masas frente a la pretensión burguesa de descargar el peso de la crisis sobre el pueblo trabajador, y también en respuesta al terrorismo de Estado. El incremento de las protestas indica que se está gestando un gran estallido social y el proletariado revolucionario debe prepararse para hacer que éste, avance lo más posible en la perspectiva de la revolución socialista.

Segundo: es un informe presentado por el Ministerio de Defensa y no por otro de los tantos encargados del “bienestar social” o la “Defensoría del Pueblo” o Procuraduría, lo cual es una muestra más del tratamiento de guerra que da el Estado y el régimen a la protesta popular, así como del terror que causa a las clases dominantes la rebelión popular. Dos consideraciones más a tener en cuenta por parte de los revolucionarios: la debilidad del régimen y las fisuras que ocasiona la rebeldía entre las distintas facciones de los explotadores.

En cuanto a la agudización de la lucha de clases, es muy diciente para los comunistas y revolucionarios el hecho de que en promedio se hayan presentado más de 32 protestas por día en los últimos dos años. Un fenómeno ignorado por la mayoría de dirigentes y activistas que los induce a pensar que “aquí no está pasando nada”, “reina el conformismo” y las masas populares se encuentran “adormecidas”, por cuanto solo perciben las grandes manifestaciones y luchas como el paro estudiantil del 2018, la huelga de Asonal judicial, las mingas indígenas, el paro nacional del 21 y 22 de noviembre de 2019, el levantamiento contra los CAI de Policía el 9 y 10 de septiembre de este año, la huelga del Cerrejón o las grandes manifestaciones que los medios se ven obligados a reportar.

Es decir, la sociedad solo advierte los grandes movimientos y no percibe la lucha permanente y cotidiana de los obreros, los campesinos, los despojados, destechados, ambientalistas… ocultada por los medios pero incesante, de un pueblo que no ha dejado de combatir un solo día contra sus enemigos, especialmente contra el Estado como representante de las clases dominantes.

Son protestas que van desde los mítines y manifestaciones obreras denunciando los abusos de los capitalistas: despidos, licenciamientos, cierres de empresas, violación de las convenciones colectivas en complicidad con el Ministerio de Trabajo; pasan por las tomas de tierras por vivienda, por la oposición a los proyectos destructores de la naturaleza, la erradicación forzosa de cultivos de coca y marihuana, los bloqueos por pésimos servicios y llegan hasta los levantamientos, asonadas y motines contra la brutalidad policial.

Las protestas, no son producto de una conspiración internacional o de los politiqueros en campaña, como pregonan los reaccionarios, sino que son la justa respuesta de las masas a la terrible situación creada por la imposición de las medidas del imperialismo y los grandes capitalistas para paliar la crisis que azota su sistema decadente y ahora se encuentra aún más colapsado por la pandemia del coronavirus. La crisis económica, social, ambiental y política creada por la violenta explotación y la dictadura de los capitalistas, despierta las fuerzas sociales en la búsqueda de una salida a la insoportable situación, siendo esta la causa más profunda del estallido social que se está gestando.

Las protestas son la expresión de la poderosa energía revolucionaria de las masas que la reacción trata de contener desde los medios oficiales desprestigiándola y estigmatizándola como producto de infiltrados y vándalos, etc., para justificar la represión y el trato militar, en el vano intento de aplastarla con sus perros guardianes desde el Estado, la policía, el Esmad y el Ejército, acompañados de sus escuadrones ilegales “Águilas Negras”, “Autodefensas Gaitanistas” y otros grupos sicariales encargados de amenazar, asesinar y sembrar el terror en campos y ciudades, a la vez que imponiendo restricciones legales para regularla, mellar su filo revolucionario y evitar el estallido social que cada día se hace más palpable.

La actitud de los representantes políticos de las clases ante la situación marca las diferencias entre reformistas –burgueses, pequeñoburgueses y oportunistas– y revolucionarios: en pretender conciliar y concertar los intereses entre clases enemigas irreconciliables o agudizar la lucha de clases; tratar de apagar o desviar el estallido social o contribuir a que éste se acelere; “cambiar” para que todo siga igual mediante el parloteo en el establo parlamentario y “elegir gente buena” en las próximas elecciones para suavizar la dictadura sanguinaria y la voracidad insaciable de los explotadores o trabajar conscientemente para cambiar de raíz la situación, mediante la revolución que destruya el viejo Estado y la explotación.

Esta pugna entre los dos caminos determina el rumbo que tomará la rebelión y el estallido social que se presentará, y ello exige de los comunistas y revolucionarios, de los dirigentes y activistas honrados y fieles a los intereses de las masas populares, intensificar el trabajo para unir en un solo torrente la indignación general del pueblo, para generalizar los combates en uno solo y poderoso que ahora tiene nombre propio: Paro General Indefinido. Una confrontación en la cual ni los politiqueros ni el Comité Nacional de Paro están interesados porque su papel, como bomberos de la lucha de clases, es apaciguarla, y como agentes de la burguesía en el seno del pueblo, es preservar el orden de la esclavitud asalariada.

Se han duplicado las protestas durante el gobierno de Duque y mientras los de arriba y del medio tiemblan ante el inminente estallido social, los revolucionarios se alegran y se proponen esforzarse aún más por hacer realidad el Paro General Indefinido, hacer que el estallido social sea una gran huelga política de masas que sirva para contener la ofensiva de los explotadores y el régimen mafioso, conquistando las reivindicaciones económicas, sociales y políticas del pueblo trabajador, y contribuya en el propósito de no dejar piedra sobre piedra del viejo orden moribundo, dándole sepultura con la revolución proletaria.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)

21 de noviembre de 2020

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