Sobre la Paz Total de Petro

Sobre la Paz Total de Petro 1

No se puede creer en la paz total de Petro, porque mientras haya lucha de clases habrá guerra; mientras haya explotación de los explotadores en contra de los explotados, habrá opresión de los opresores en contra de los oprimidos. Mientras exista el capitalismo existirá la sed de los capitalistas para enriquecerse a costa del trabajo del obrero, mientras exista el capitalismo no puede haber paz, ya que este sistema engendra guerra, engendra opresión, explotación, dominio y sometimiento para el pueblo. La voracidad del sistema capitalista engendra grandes desigualdades, perpetúa el hambre, la miseria, la discriminación y la exclusión, para la inmensa población en el mundo.

La paz total en el sistema capitalista es una falacia, es una mentira; es ocultar la esencia del sistema capitalista que se sustenta en la explotación económica, en la opresión política, en la negación de los derechos de la inmensa mayoría de la población, mientras una ínfima minoría se enriquece apoderándose del trabajo de toda la humanidad.

No puede haber paz total cuando los monopolizadores de la tierra siguen con su carrera desenfrenada de acaparamiento, sacando a los campesinos de sus territorios, a través de la violencia y la guerra. No puede haber paz total cuando a los trabajadores se les recortan y se les despoja de sus más elementales derechos para sobrevivir. No puede haber paz total cuando a una inmensa mayoría de la población se le condena a morir de hambre para poder remediar las crisis permanentes del capitalismo.

No creemos en la paz bajo el capitalismo, cuando los procesos de paz en este país han servido para que los monopolizadores de las tierras, los monopolizadores del gran capital acaben, destruyan a las organizaciones guerrilleras, las descompongan convirtiendo algunas de ellas en mercenarios al servicio de sus intereses; y otras se han desmovilizado dejándose cooptar por la burguesía y los terratenientes perdiendo su perspectiva revolucionaria.

Los procesos de paz ha sido un fracaso para el movimiento revolucionario, el Estado no ha cumplido mínimamente con los acuerdos, y no se han conseguido las más mínimas transformaciones del sistema, al contrario, el pueblo en su conjunto ha perdido.

En los procesos de paz es donde las fuerzas reaccionarias aprovechan para asesinar, desaparecer muchos dirigentes guerrilleros; y si no, recordemos en el proceso de paz de 1953, después de la amnistía a Guadalupe Salcedo, un dirigente guerrillero con gran prestigio que cayó asesinado en el centro de Bogotá; o a Dumer Adjure, que fue atacado y asesinado en su casa de los Llanos Orientales; en esa amnistía, muchos guerrilleros de base fueron asesinados por las fuerzas más reaccionarias del régimen.

En el proceso de paz con EPL, los hermanos Oscar William y Jairo Calvo fueron asesinados, y las FARC masacraron muchos combatientes del EPL en complicidad con el Estado y todos estos asesinatos quedaron impunes. En la amnistía con el M-19 fueron asesinados varios comandantes como le sucedió a Carlos Pizarro y a muchos combatientes de base después del acuerdo. En el proceso de paz con las FARC-EP, sucedió lo mismo, muchos comandantes y combatientes asesinados uno a uno y el Estado no se responsabiliza de nada. Los acuerdos de todas estas negociaciones han quedado en las actas y en documentos, pero los diferentes gobiernos no los han cumplido.

Después de cada negociación el Estado y el régimen ha seguido totalmente igual y no se ha realizado ninguna reforma para siquiera democratizar el país, para cambiar la tenencia de la tierra, no se ha producido ningún cambio para redistribuir la riqueza, por lo regular la guerra y la violencia se han fortalecido más y más, la violación de los derechos humanos ha crecido enormemente, generalizándose el asesinato de los dirigentes y líderes sociales que por lo regular el Estado no investiga y todos los asesinatos selectivos quedan impunes.

Los procesos de paz han sido utilizados por las diversas fuerzas reaccionarias para descomponer las fuerzas guerrilleras. En la amnistía con las guerrillas liberales estas fueron descompuestas por el mismo Estado y las convirtieron en los llamados pájaros, en sicarios, en matones impulsando guerras intestinas entre ellas mismas.

Lo mismo pasó con la amnistía del EPL. Las FARC-EP fueron utilizadas para asesinar y masacrar una gran cantidad de excombatientes del EPL con la complicidad del Estado. En el proceso de paz con las FARC-EP, las fuerzas del gran capital internacional utilizaron al narcotráfico para descomponer una cantidad de excombatientes que los colocó de mercenarios; y otros mercenarios del capital fueron utilizados para darle de baja a los mejores cuadros que habían quedado de las FARC aislados de los acuerdos, como le sucedió a Santrich, a Hernán Velásquez “El Paisa”, a Henry Castellanos “Romaña”, a Luciano Marín “Iván Márquez” víctima de un asalto de comandos de mercenarios.

Los procesos de paz han comprobado que los capitalistas no están interesados en la paz, no están interesados en impulsar el más mínimo cambio, creando condiciones de participación y distribución de las riquezas; al contrario, están interesados en negarle los derechos a las comunidades. Para nada han estado interesados en fortalecer la democracia en el país, al contrario, recortan las mínimas condiciones de participación de las comunidades. La democracia es un sofisma para ellos quedarse en el poder y no compartirlo con nadie. Utilizan las condiciones de participación que construye el pueblo para ellos meterse y utilizar al pueblo, sus objetivos en el poder son apoderarse de los recursos públicos y convertirlos en propiedad privada a través de la corrupción.

Esto está pasando con Petro, se metieron en el movimiento para mantener el poder, utilizaron al mismo Petro como una estrategia de conservación del poder y utilizaron todo el esfuerzo del pueblo que anhelaba el cambio para llevarlo a respaldar el viejo Estado. Por eso no creemos en la paz de Petro, en este país habrá paz cuando el pueblo se tome el poder por medio de las armas, cuando se construya un poder popular desde abajo. No creemos en la paz de Petro porque las fuerzas revolucionarias, si son verdaderamente revolucionarias, jamás pueden entregar sus ideas, su programa político, ni mucho menos las armas.

Las fuerzas revolucionarias se construyen para construir cambios, transformaciones, revoluciones; no se construyen para hacer componendas, negociaciones con los verdugos, con los asesinos del pueblo. La sangre de todos los revolucionarios que han caído en Colombia no se puede reivindicar con negocios, componendas, promesas, engaños, puestos, porque esto sería una vil traición al pueblo y a muchos héroes que han muerto por la revolución, por construir una nueva sociedad.

Los revolucionarios no podemos ser ingenuos, no podemos creer en que podemos compartir el poder con nuestros enemigos, con nuestros verdugos, con los explotadores y opresores. El poder que va construyendo el pueblo debe ser independiente del Estado, de los partidos tradicionales, de los explotadores y opresores.

Es posible que una mínima parte de las reformas de Petro puedan pasar en el Congreso para que los partidos tradicionales sigan manteniendo la burocracia y las posibilidades de apoderarse de los recursos públicos, convirtiéndolos en recursos privados a través de un arma muy poderosa que han construido los partidos tradicionales que se llama corrupción.

Una cosa es aprobar las leyes y otra muy distinta es tener la voluntad política para aplicarla en los territorios. La Constitución Política de 1991 nos ha enseñado, que todo lo que está en ella a favor del pueblo, no se aplica y, al contrario, se realizan en el Congreso y en toda la institucionalidad del Estado todo tipo de «micos» o tramoyas para reformarla.

Los revolucionarios debemos ser claros, las transformaciones superiores que requiere este país no se pueden aprobar y aplicar en un Estado burgués, en un Estado de la oligarquía. El pueblo construye estas transformaciones desde abajo en movilización permanente, en lucha social, política y armada, creando a diario las condiciones para construir poder popular en medio de un proceso revolucionario que lo lleve a tomar el poder y defenderlo con armas.

Si las fuerzas guerrilleras entregan las armas lo que va a ver en el país es el recrudecimiento de la dominación, opresión, explotación total de los capitalistas, de los terratenientes y del imperialismo, pues sus planes consisten en esclavizar a toda la humanidad.

De igual manera, en estas condiciones y circunstancias debemos dejar claro que para enrumbar el proceso político es necesario que las fuerzas guerrilleras hagan cambios sustanciales, transformando la posición política y la práctica cotidiana en los territorios o se verán tratadas como los enemigos del pueblo.

Es necesario comprender profundamente que las fuerzas guerrilleras, que las fuerzas revolucionarias, no se construyen para someter al pueblo, sino, para contribuir a su liberación; por lo tanto, las fuerzas guerrilleras no pueden estar al servicio de los terratenientes, de los burgueses, de las multinacionales del gran capital internacional, de los partidos tradicionales, de los corruptos, del narcotráfico, de la minería. Las fuerzas guerrilleras deben estar al servicio del pueblo, respaldando la lucha por sus derechos, especialmente, respaldando y contribuyendo en la construcción del poder popular.

El papel y la esencia de las fuerzas guerrilleras no está en perseguir al pueblo, en colocarles impuestos y toda clase de normas, leyes de dominación y amedrentamiento a los campesinos, indígenas, afros, a los obreros y demás trabajadores. Está en combatir las fuerzas del enemigo del pueblo, en liberar los territorios de fuerzas contrarrevolucionarias y construir el poder político de todas las fuerzas populares.

Igualmente, se necesita organizar en las ciudades milicias populares que respalden la lucha del pueblo, contribuyan a su organización y le enseñen el manejo de las armas, a la par que confronten a las fuerzas del orden burgués, enviadas a aplastarlo cuando se levanta.

Finalmente, no puede olvidarse que la principal debilidad de las fuerzas revolucionarias en Colombia ha sido la ausencia de una dirección ideológica, política y organizativa correcta o el abandono de ella por parte de sus dirigentes. Lo cual pone de presente la urgencia del Partido Comunista Revolucionario, dispositivo estratégico de la Revolución que tanto necesitan las masas para ser dirigidas en la perspectiva de acabar por medio de la violencia revolucionaria, con todo el poder político, económico y militar de los explotadores y los imperialistas y para construir sobre sus ruinas el Estado de obreros y campesinos y la sociedad socialista. Entonces, solo entonces, cuando ya no exista explotación y opresión de la minoría parásita sobre la mayoría trabajadora, hablar de paz dejará de ser una mentira y un engaño.

Miguel H.

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