¡La pandemia y la dictadura de los ricos no han doblegado las Luchas del Pueblo!

¡La pandemia y la dictadura de los ricos no han doblegado las Luchas del Pueblo! 1

Contrariando las medidas impuestas para impedir la lucha de clases y la protesta social con el pretexto de la pandemia, el 2020 confirma la tendencia a generalizar la lucha de las masas populares en un Paro General Indefinido, una gran Huelga Política de Masas para frenar la voracidad de las clases parásitas, mitigar la profunda crisis social y enfrentar el terrorismo de Estado.

El año 2020 comenzó con manifestaciones como la del 21 de enero brutalmente reprimida por el asesino ESMAD y el evento multitudinario de la Asamblea Nacional o Encuentro Nacional de finales de mes, cuyo propósito era darle continuidad a los combates que tuvieron su máxima expresión el 21 y 22 de noviembre de 2019. El Encuentro en el teatro Jorge Eliecer Gaitán fue saboteado y dividido por las camarillas de las centrales sindicales en el Comité Nacional de Paro y por los jefes politiqueros reformistas, aferrados a seguir cabalgando sobre el movimiento. Aquel fue un buen pulso entre el camino transitado por los agentes de los capitalistas en la dirección del movimiento sindical y popular para desviarlo hacia las mesas de traición con los enemigos y mellar su filo revolucionario en la politiquería y las urnas, y el camino propuesto por los revolucionarios que, por encima de las naturales divergencias ideológicas y políticas, se agruparon en el Bloque Por el Paro General Indefinido para generalizar la lucha en un paro de verdad, para conquistar las reivindicaciones inmediatas del pueblo y avanzar en los preparativos para cambiar de raíz las relaciones sociales de opresión y explotación.

A la vez que se desarrollaba la lucha entre los dos caminos fue decretada por el gobierno la emergencia económica y sanitaria, estableciendo con ella un régimen dictatorial y carcelario: cuarentena obligatoria, toques de queda, disolución del parlamento y facultades extraordinarias del ejecutivo para legislar a su antojo, militarización de ciudades y campos… cuyas repercusiones aumentaron la indignación de las masas populares.

A los pocos días de declarada la emergencia las protestas se hicieron sentir; en el mes de abril se presentaron más de 100: plantones, cacerolazos, mítines e incluso marchas protagonizadas por trabajadores contra los despidos masivos, licencias no remuneradas, violación de convenciones; acompañadas de otras tantas de desempleados, subempleados y migrantes levantando los trapos rojos contra el hambre, y no faltaron los motines en las cárceles contra el hacinamiento y la actitud criminal del gobierno. La mayoría de estas protestas confrontaron la ineptitud del régimen para enfrentar la pandemia y su favorecimiento a los grandes capitalistas.

Por su parte, el Comité Nacional de Paro elaboró un “Pliego de Emergencia” y llamó al régimen a sentarse a conversar, mientras desde el Bloque por el Paro General Indefinido se amplió la plataforma de lucha adoptada el 29 de enero y se llamó a proseguir en el camino de la lucha directa. Los comunistas también, desde Revolución Obrera, denunciaron que la verdadera pandemia es el capitalismo imperialista, llamaron a acelerar el Paro General Indefinido y aprepararse para darle sepultura a la explotación asalariada.

En los meses siguientes no amainaron las protestas con nuevas manifestaciones y expresiones como caravanas, bloqueos de vías, paros, invasiones de predios, toma de entidades, huelgas de hambre, enfrentamientos con el ESMAD… Las manifestaciones en su gran mayoría tuvieron como blanco de ataque al régimen, por su ineptitud para enfrentar la pandemia y la crisis social, denunciando y rechazando las reformas antiobreras y antipopulares impuestas desde la presidencia al amparo de la emergencia sanitaria, y en rechazo a la venta de lo que queda de las empresas públicas y al terrorismo de Estado.

Fueron muchas y variadas las manifestaciones de repudio a la guerra contra el pueblo, manifiesta en masacres, asesinato de dirigentes y luchadores populares, excombatientes de las FARC y activistas políticos de la oposición. Así mismo se incrementaron las protestas contra la brutalidad policial y las violaciones perpetradas por miembros del ejército contra niñas indígenas.

Siempre presente, la lucha entre el camino de la conciliación con los enemigos y el camino de la lucha directa y con independencia de los politiqueros y el Estado, se puso de manifiesto en cada conflicto y en cada combate, abriéndose paso la idea de la necesidad de la lucha general en las calles.

Iniciando septiembre el asesinato de Javier Ordóñez a manos de la policía, desbordó la copa y ocasionó una ofensiva espontánea general de las masas, especialmente de la juventud trabajadora, que destruyó la mitad de los CAI de la policía en Bogotá y fue replicada en las demás capitales; osadía cobrada por las fuerzas asesinas del régimen que arrebataron la vida a 14 personas.

También por esos días los obreros de El Cerrejón se lanzaron a la huelga contra el “turno de la muerte” y por otras reivindicaciones económicas y sociales; una huelga histórica por cuanto, a pesar de las dificultades impuestas por las restricciones gubernamentales rebasó los 91 días, demostrando que esta forma de lucha de resistencia de los obreros contra los abusos de los capitalistas y el gobierno, sigue teniendo vigencia y es necesario rescatarla, combatiendo el desprecio y desprestigio de las huelgas sembrados por los capitalistas y sus secuaces de la socialdemocracia y el oportunismo.

En los siguientes meses de octubre, noviembre y diciembre los jefes vende-obreros del Comité Nacional de Paro y los politiqueros se vieron obligados a convocar movilizaciones y manifestaciones pero les impusieron en general su sello, con dispersos desfiles y caravanas amenizados por papayeras, uniéndose al coro de los reaccionarios contra los llamados “actos vandálicos” de los “encapuchados”.

Con ese mismo espíritu pacifista, fue realizada la Minga Social y Comunitaria del Suroccidente “por la defensa de la vida, el territorio y la paz”, que si bien sirvió para denunciar la actitud del régimen y en particular de Duque frente a las comunidades indígenas y a la guerra contra el pueblo, solo tenía el propósito de reunirse con el títere presidente. Es muy diciente que la Minga no haya participado en la manifestación del 21 de octubre en Bogotá y se haya limitado a cumplir un papel decorativo en la plaza de Bolívar. Una actitud contraria a la de los indígenas Misak de Guambía quienes el mes anterior habían derribado la estatua de Sebastián de Belalcázar en Popayán, rechazando el genocidio histórico a que han sido sometidas las comunidades desde la época de la conquista.

También los excombatientes de las FARC, para demostrar a la élite gobernante y al régimen, su oposición a la violencia revolucionaria de las masas, llevaron a cabo caravanas que se dieron cita en Bogotá en el mes de noviembre. Un clamor vano que no ha impedido la continuación de su exterminio a manos de la reacción, como históricamente ha sucedido en Colombia después de cada firma de “acuerdos de paz” y de amnistías.

Contraria a esa genuflexión de los arrepentidos, muy otra ha sido la actuación de las comunidades campesinas contra la erradicación forzosa de los cultivos de coca y marihuana, la violación a los acuerdos de sustitución voluntaria y el incumplimiento del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS), respondiendo valerosa y heroicamente a la violencia reaccionaria del Ejército y el ESMAD.

El 2020 terminó marcado por la expectativa de los trabajadores y el llamado de los comunistas y revolucionarios a conmemorar el primer aniversario del gran Paro Nacional de 21N con la movilización, el bloqueo y el paro de la producción, en contravía al llamado del Comité Nacional de Paro a realizar una jornada de carnavales culturales, con lo cual lograron dividir las fuerzas, pero no calmar la indignación general del pueblo trabajador, que afloró de nuevo frente a la nueva farsa de negociación del salario mínimo orquestada por el gobierno y los capitalistas en contubernio con los jefes vende-obreros de los centrales sindicales, quienes, como era de esperarse, no realizaron ninguna actividad respaldando siquiera su miserable propuesta de aumentar el salario mínimo al millón de pesos. Cosa distinta hicieron los revolucionarios del Bloque por el Paro General Indefinido y otras expresiones de los trabajadores que realizaron plantones y mítines de denuncia a la farsa y exigiendo alza general de salarios. El desvergonzado aumento de 1’700.000 pesos para los parásitos del Congreso y de miserables 30.700 pesos para el salario mínimo de quienes producen la riqueza, es una burla para el pueblo que soporta la terrible crisis social, y es de por sí, otro motivo más para fortalecer e intensificar la preparación del Paro General Indefinido.

El 2020 fue un año de intensa lucha, pero hay que unir y generalizar los combates dispersos avanzando al Paro General Indefinido; éste no lo van a preparar y a organizar los jefes vende-obreros de las centrales sindicales, ni los politiqueros que este año centrarán todos sus esfuerzos en las campañas electoreras para poner otro títere en la Casa de Nariño y otros parlanchines en el establo parlamentario, “cambiando todo” para que todo siga igual.

Para arrancar a los explotadores representados en el Estado y en el régimen mafioso y criminal, las reivindicaciones económicas, sociales y políticas inmediatas del pueblo mediante la huelga política, es obligación de los comunistas y revolucionarios tomar la iniciativa en la educación, organización y movilización revolucionaria en las calles, más ahora cuando cunde el desprestigio de los jefes traidores y representantes del reformismo, cuando las ilusiones y el adormecimiento de la época navideña dan paso nuevamente a la indignación y el arrojo rebelde del pueblo. .

Les corresponde a los comunistas y revolucionarios preparar las fuerzas para hacer que la indignación y la rebeldía general del pueblo trabajador se transformen en lucha revolucionaria consciente que ponga fin a la explotación asalariada y la dominación semicolonial imperialista, causantes de todas las desgracias del pueblo colombiano.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Enero 8 de 2021

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