Día de la heroicidad: 38 años de la matanza de los presos políticos del Partido Comunista del Perú

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Día de la heroicidad – Ilustración de Revolución Obrera

«Las presas políticas y prisioneras de guerra, reclusas en este negro campo de concentración de Callao, convertido en luminosa trinchera de combate, nos dirigimos a nuestro heroico pueblo combatiente y a la opinión pública para denunciar: este nuevo gobierno reaccionario más hambreador y más genocida, más demagógico e hipócrita, viene profundizando su plan genocida contra los presos políticos, utilizando distintos métodos para sus negros objetivos.
(…) Que quede bien claro que estamos dispuestos a resistir y la sangre que corra en Frontón, Lurigancho y en Callao caerán sobre (las espaldas) de esas hienas asesinas»

Fragmento de un documento presentado por las presas políticas de la cárcel de El Callao 12 días antes de la matanza

Desde la publicación del comunicado Somos los iniciadores, el 19 de abril de 1980, el Partido Comunista del Perú a través de su I Escuela Militar dio por iniciado el gran salto histórico conocido como ILA-80 (Iniciar la Lucha Armada), el esperado comienzo de la Guerra Popular en el Perú, en cabeza de Abimael Guzmán, el camarada Gonzalo.

No fue hasta un mes después cuando, el 17 de mayo, las acciones militares del ILA-80 comenzaron a rendir frutos con la toma y quema de las urnas de votación en el caserío de Chuschi (Ayacucho). Las consignas clamando: «¡Lucha Armada!, ¡Gobierno de Obreros y Campesinos!, ¡Abajo el Nuevo Gobierno Reaccionario!» hicieron brillar en el cielo un rojo amanecer lleno de lucha y esperanza, así el Partido Comunista del Perú se convirtió en un programa de acción.

En los primeros seis arduos años de combate y victoria, la guerra popular empezó a florecer y a extenderse desde el Puno hasta Cajamarca, a lo largo de toda la cordillera andina. A medida que la lucha popular emergía, el gobierno reaccionario inició también su plan para contrarrestar el glorioso proceso revolucionario; por ello empezó el crecimiento exponencial de prisioneros de guerra, camaradas que fueron obligados a abandonar el campo, donde lucharon infatigablemente para instaurar bases de apoyo y emanciparse del modelo imperialista y semifeudal, para enclaustrarlos en las tres cárceles principales de Lima.

La mañana del 18 y hasta el 19 de junio de 1986, los penales de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara en Perú fueron escenario de un heroico levantamiento y una tenaz resistencia, cuya importancia trasciende las barreras del tiempo y sigue vigente hasta hoy, 38 años después, en quienes reivindicamos la experiencia de los camaradas del Partido Comunista del Perú.

La mañana del 18 de junio de 1986, mientras se desarrollaba el congreso de la Internacional Socialista en Lima, desde las luminosas trincheras de combate —nombre que fue adoptado por los prisioneros para denominar las cárceles donde se encontraban recluidos—, aquellos guerrilleros que habían luchado en batalla y que ahora estaban en las cárceles, decidieron alzarse en armas, ante las condiciones carcelarias precarias, la falta de diálogo y negociaciones, las inconmensurables medidas represivas y, como si fuera poco, los claros indicios de que el recién elegido presidente Alán García planeaba una masacre, con el fin de doblegar y desmoralizar a las masas. Todos esos fueron los detonantes para que cientos de presos políticos decidieran amotinarse valientemente, con el objetivo de presentar un pliego de demandas que buscaba solucionar esas problemáticas que padecían.

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Aproximadamente 250 a 300 presos fueron asesinados vil mente, el gobierno del social demócrata Alan García presentó la cifra de 120 a 140 prisioneros asesinados por parte de la fuerza pública. Fueron 250 almas revolucionarias decididas a defender la revolución y la causa Marxista-Leninista-Maoísta con sus propias vidas.

Los revolucionarios habían logrado obtener cantidades mínimas de dinamita con las que se pudieron armar con lanzallamas caseros, armaron bolsas de piedras para tirar y contrarrestar el furioso ataque del tigre de papel García. En la cárcel de El Frontón, los revolucionarios resistieron durante 20 horas hasta que la artillería naval acabó hasta con los cimientos de todo aquello que aún estaba de pie. Los valerosos combatientes pudieron armarse con los fusiles capturados tras liquidar a seis oficiales de la fuerza marina.

Por otro lado, en Lurigancho, cuya infraestructura se caracterizaba por tener un techo de vidrio y paredes abiertas, los prisioneros no tuvieron posibilidad de resistir al ataque a comparación de El Frontón, pero esto no les impidió resistir y combatir hasta que fueron cayendo uno a uno. Por último, las honorables mujeres prisioneras de el Callao resistieron contra la Fuerza Aérea, nunca se rindieron y combatieron siempre con honor.

Ninguno de los hijos del pueblo se rindió. Unidos por la ferviente lucha Obrero-Campesina, impulsados por el Marxismo-Leninismo-Maoísmo y movidos por la convicción que, como decía el cantautor guerrillero Víctor Campos Bullón, —caído el día del motín—: «Al final de mi existencia, dejarte como herencia una tierra linda y libre». Solo unos cuantos pudieron sobrevivir, a esta valiente resistencia que al día de hoy se le conoce como Día de la Heroicidad.

Es por ello que, como Marxistas-Leninistas-Maoístas, debemos recordar, enarbolar y reivindicar con una fuerza vehemente las banderas que alguna vez llevaron nuestros camaradas caídos, pues, actualmente cargamos con la responsabilidad de luchar por la emancipación de los pueblos y por el antiimperialismo.

Hoy, que nos encontramos en días tan álgidos, en donde las contradicciones del sistema acercan el paso a una nueva sociedad, pero persiste la debilidad del movimiento comunista internacional, vale recordar aquél valiente episodio, en que aquellos héroes que dieron la vida por el socialismo y el comunismo y por defender la ciencia del proletariado el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, no flaquearon ante las dificultades. Su valor y sacrificio son un impulso para levantar en alto la bandera de la revolución; hagamos que su muerte no sea en vano, sepultando al sistema que los asesinó.

Folletos del día de la heroicidad del Partido Comunista del Perú:

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