VENEZUELA Y LOS REFORMISTAS BURGUESES DEL SIGLO XXI (6)

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En la anterior entrega dimos cuenta de los resultados prácticos del “Socialismo del Siglo XXI” en cuanto a la relación con el imperialismo y demostramos el falso antiimperialismo de Dieterich y los gobernantes de la Venezuela, Ecuador y Bolivia; en ésta damos continuación analizando su programa social que, como se dijo en la presentación, no pasa de reformas disfrazadas de revolución.

III. Los Resultados Prácticos del Socialismo del Siglo XXI

Reformas Sociales Disfrazadas de Revolución:

Si observamos las políticas propugnadas por los gobiernos de Venezuela, Bolivia o Ecuador, podremos comprobar que estos “socialistas” en ningún momento han cuestionado el capitalismo, la explotación asalariada, la opresión semicolonial, etc. En el terreno social no podía ser distinto: tímidas medidas para aliviar tensiones, mejorando las condiciones de algunos sectores mediante programas asistenciales, sin tocar la propiedad privada. Tal política también fue formulada por Dieterich, quien para sustentar su “proyecto” tiene que apoyarse en mentiras flagrantes, como decir que:

Desde la revolución francesa “…hasta la actualidad, el género humano ha transitado por las dos grandes vías de evolución que tenía a su disposición: el capitalismo y el socialismo histórico (realmente existente). Ninguno de los dos ha logrado resolver los apremiantes problemas de la humanidad, entre ellos: la pobreza, el hambre, la explotación y la opresión de tipo económico, sexista y racista…” (Heinz Dieterich, El Socialismo del Siglo XXI, pág. 9).

De entrada, es necesario denunciar que las afirmaciones de Dieterich son mentirosas, en cuanto que el socialismo realmente existente en Rusia (1917-1956) y China (1949-1976) el tiempo en que los obreros estuvieron en el poder, dejaron de ser países azotados por las hambrunas y las calamidades naturales; acabaron con el desempleo y con el hambre; erradicaron el analfabetismo y electrificaron el campo; aumentaron la esperanza de vida, redujeron la mortalidad infantil y elevaron las condiciones de existencia del pueblo; fueron los pioneros en la medicina preventiva, lograron erradicar enfermedades consideradas endémicas, marcharon al frente en la campaña para aniquilar la viruela en el mundo y garantizaron salubridad pública universal y gratuita.

De hecho, durante la llamada “gran depresión” de los años 30 del siglo pasado, mientras el mundo capitalista se hundía, los obreros eran arrojados a la calle y se generalizaba la miseria, como consecuencia de la crisis general de sobreproducción, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas no había desempleo, la producción crecía a niveles superiores alcanzados por los países capitalistas en sus mejores tiempos, logrando multiplicar no solo su producción sino su población obrera… mientras en el mundo capitalista se promocionaba el control de la natalidad, en la URSS se premiaba la fecundidad.

Las afirmaciones de Dieterich son las mismas calumnias reaccionarias inventadas por los imperialistas, por cuanto en el socialismo realmente existente la mujer, condenada en el capitalismo y el semifeudalismo a la doble opresión y explotación, adquirió los mismos derechos que el hombre: las labores domésticas y la crianza de los hijos dejaron de ser responsabilidad únicamente suyas y pasaron a ser responsabilidad de toda la sociedad, lo que les brindó la igualdad real para acceder a la educación, al trabajo, al salario, a la participación en todos los aspectos de la vida social y política.

Es además basura tendenciosa en cuanto a las nacionalidades, por cuanto Rusia, de imperio militar feudal esclavizador de otros pueblos, naciones y países, con el triunfo de la revolución proletaria se convirtió en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, donde las nacionalidades y pueblos oprimidos no solo gozaron de la igual real, sino además de la garantía de su derecho a la libertad de separarse cuando lo quisieran. Es un hecho histórico irrefutable la fraternidad de los pueblos en Unión Soviética, como también lo es que una vez se impusieron nuevamente las relaciones capitalistas, Rusia se convirtió en otra cabeza de la hidra imperialista —socialista de palabra pero imperialista de hecho— esclavizadora de sus pueblos, opresora de naciones y contrincante principal de Estados Unidos por el dominio de los pueblos del mundo.

Pero Dieterich tiene que apoyarse en las mentiras flagrantes en cuanto al socialismo, como truco para vender sus especulaciones y baratijas, viejas ideas de los reformistas burgueses, presentadas ahora como “genialidades” para “salvar” la humanidad; veamos qué ofrece ante el supuesto fracaso de la experiencia del socialismo:

“El programa tiene que responder a los legítimos intereses de los ciudadanos nacionales, es decir, tiene que responder a las preguntas sobre las grandes necesidades del pueblo, como son el trabajo, la tierra, el techo, la educación, entre otros. A estas preguntas hay que dar una satisfacción nacional, porque la nación es el espacio inmediato de lucha del ciudadano”. (Heinz Dieterich, El Socialismo del Siglo XXI, pág. 67).

Como se ve, un programa burgués que no tiene mayores diferencias con el propuesto por Keynes, el “genio” salvador de los capitalistas después de la II Guerra Mundial y su “Estado benefactor”; o con los “proyectos” socialdemócratas que fracasaron en Europa, a pesar que sus países contaban con la ventaja de ser beneficiarios de la expoliación colonial y semicolonial de los pueblos de Asia, África y América Latina. Por eso, cuando Dieterich se enfrenta al problema de resolver prácticamente sus “humanitarias” aspiraciones, solo puede ofrecer una ridícula y pueril disertación sin solución alguna:

“Pero hay que explicar, al mismo tiempo, que la solución estructural del problema, a nivel nacional, no es posible. Por ejemplo, para los desempleados argentinos, la demanda programática es la beca para todos los jefes de familia, que no tengan trabajo. Pero, junto con esta demanda nacional hay que explicar a la gente que la tasa de desempleo depende de la competitividad de la economía nacional y que esta competitividad, a su vez, es una función de las tecnologías de punta. Superar el desempleo estructuralmente significa, por lo tanto, desarrollar las tecnologías de punta, lo que sólo se puede hacer —por el sabotaje de las empresas transnacionales y de los Estados del grupo G-7— a través del bloque regional latinoamericano: de la Patria Grande”. (Idem. Negrillas nuestras).

Es resumen, Dieterich destila odiosas calumnias y mentiras sobre el socialismo realmente existente —nuevamente debemos decir que en Rusia hasta 1956 y en China hasta 1976— para escupir su basura demagógica burguesa con el nombre de “Socialismo”, y terminar sembrando toda la esperanza de los oprimidos y explotados en el “bloque” de las burguesías pro-imperialistas de América Latina. Una gigantesca idiotez que solo podía terminar en los programas asistencialistas instaurados en Venezuela, Ecuador y Bolivia, que ya están tocando fondo:

En Venezuela lo llamaron “Sistema Nacional de Misiones” o “Misiones Bolivarianas” que comprendían programas para: 1. “luchar contra la pobreza”; 2. Educación; 3. Asistencia médica; 4. créditos subvencionados para vivienda; 5. programas para atender a los indígenas y el medio ambiente. Programas que fueron financiados gracias a la bonanza petrolera y que indudablemente mejoraron las condiciones de vida del pueblo, pero que ahora, con la crisis económica del capitalismo mundial, se han venido a pique poniendo en evidencia la crisis social, aprovechada en estos momentos por los opositores de Maduro para sus propios fines, en la disputa por el poder y por alinearse con el mejor postor imperialista.

En Ecuador se establecieron igualmente programas que se proponían combatir la pobreza y la exclusión social “que permitan a las personas tener acceso a empleo, educación, vivienda o servicios sociales gratuitos”. Sin duda, el gobierno de Correa ha mantenido una importante inversión en algunos programas; sin embargo, Ecuador no escapa a la crisis social que muestra no solo progresos moderados en unos cuantos aspectos y retrocesos en otros, como aceptan incluso los voceros oficiales del gobierno, pero que de conjunto no impiden la profundización de las desigualdades sociales, causantes de las manifestaciones y huelgas de los últimos meses.

Bolivia no escapa a la crisis social: allí también fueron instaurados programas asistencialistas tales como “Renta Dignidad, Renta Solidaria, Bono Juana Azurduy, Bono Juancito Pinto, Complemento Nutricional ‘Carmelo’ y Subsidio Universal Prenatal ‘Por la Vida’”, que igualmente fueron financiados en lo fundamental con la bonanza del petróleo y del gas natural; y a pesar que el gobierno demagógicamente promete sostener este asistencialismo hasta el 2020, ha tenido que enfrentar gigantescas manifestaciones y paros como los del 2010 y 2013 protagonizados por la Central Obrera Boliviana y de julio del 2015 por el Comité Cívico de Potosí (Comcipo), entre otras, por incumplimiento de los acuerdos contraídos con los obreros y campesinos, y por exigencias tan elementales como el pago del 100% del salario a los pensionados y no el 70% como sucede hasta ahora.

He ahí todo cuánto pudieron brindar los pupilos de Dieterich y su rimbombante:

“Nuevo Proyecto Histórico de las mayorías que hace visibles los caminos de la liberación y que permite que de las entrañas del sistema se levanten los sin voz ni rostro, los sin tierra ni trabajo, para caminar sobre ellos y reconquistar el futuro perdido.” (Idem. pág. 73).

En efecto, se levantan los sin voz ni rostro, los sin tierra y sin trabajo para exigirles a los gobernantes “Socialistas del Siglo XXI”, seguidores de las recetas de Dieterich en Venezuela, Ecuador y Bolivia, al igual que lo hacen los obreros y campesinos en todo el mundo contra los gobernantes imperialistas, burgueses y terratenientes, fin a las medidas antiobreras y antipopulares. Hechos que ponen en evidencia la verdad de Perogrullo, según la cual, mientras no se destrone a los explotadores, ni su Estado sea destruido y sustituido por el nuevo Estado de obreros y campesinos sustentado en el pueblo armado; mientras no sea abolida la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, cualquier intento por mejorar las condiciones de vida del pueblo, serán miserables reformas burguesas, paños de agua tibia, que solo paliarán temporalmente la situación y, en última instancia, servirán únicamente a los imperialistas para prolongar la agonía de su sistema depredador de hombres y destructor de la naturaleza.

[Continuará]
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