¡Ni chavismo ni oposición. Revolución la única solución!
El 4 de agosto de 2017 se instaló en Venezuela la Asamblea Nacional Constituyente, promovida, convocada y organizada por el gobierno de Nicolás Maduro. Está conformada por 545 miembros, y para nadie es un secreto que es completamente adepta al Gobierno. Dentro de los propósitos más importantes tiene la redacción de una nueva Constitución que dicen sería refrendada por un proceso de referéndum, mediado por las elecciones presidenciales que deben realizarse en el año 2018.
Un mes después de su instalación, las opiniones siguen enfrentadas y diametralmente opuestas, entre quienes condenan al gobierno de Maduro por calificarlo como una dictadura que tiene al pueblo de Venezuela en una situación de crisis generalizada, acosada por el desabastecimiento de alimentos, la falta de servicios médicos y públicos y una guerra interna que todos los días se manifiesta en las calles como enfrentamientos violentos entre opositores y amigos de Maduro. Por la contraparte, están quienes llaman a apoyar al gobierno, a reconocerlo como un proceso revolucionario que ha dado un golpe a las clases poderosas venezolanas y se ha enfrentado al imperialismo estadounidense, promoviendo reformas progresistas en todos los órdenes de la vida económica, política y social.
Venezuela, objetivamente se encuentra dividida. Los chavistas no han podido en 18 años que llevan gobernando a sus anchas, resolver ninguno de los problemas más básicos que aquejan al pueblo. Todo, absolutamente todo está por resolverse y eso ha llevado a que las esperanzas que en un comienzo el chavismo despertó en buena parte de las masas venezolanas, se hayan ido esfumando con el paso de los años. Como en cualquier país capitalista, en Venezuela los políticos de turno no pasan de efusivos discursos y promesas, con soluciones parciales, con derroche del presupuesto en temas como la guerra, mientras dejan a las masas y sus necesidades en un segundo plano; mostrando los «pañitos de agua» como grandes progresos y prometiendo el oro y el moro mientras culpan a la oposición y a fuerzas extranjeras como los responsables de su incapacidad o desinterés real en los problemas de las masas. Que todo es un proceso, que se necesita tiempo, que no es fácil en medio de bloqueos y sabotajes, etc. pura palabrería, nada diferente a lo que dicen los abiertamente defensores de la democracia burguesa. Son casi 2 décadas, donde los chavistas han creado un gran desorden, para al final seguir en las mismas o peores condiciones.
Un Estado que sigue en manos de una élite, gobernado por el séquito de amigos, familiares, colaboradores y adeptos «incondicionales» de Maduro; sostenidos con el poder armado del ejército y la policía, fortalecidos desde el ascenso de Chávez al poder, y donde los grupos de choque, estilo Esmad, tienen una capacidad igual o mayor a la de cualquier gobierno abiertamente burgués. Todo ello embellecido con «órganos de poder popular» y con «milicias armadas», que al final son una mera formalidad pues son solo instrumentos que no deciden nada de las políticas del gobierno.
Mientras la estructura del viejo Estado de los explotadores se mantenga incólume y no se destruyan sus instituciones, construyendo un Estado de nuevo tipo, y exista un poder militar por encima del poder del pueblo en armas, como ocurre realmente en Venezuela, la palabrería revolucionaria no pasa de ser una tapadera para encubrir la dictadura burguesa contra el pueblo.
Por su parte, los jefes de la oposición han aprovechado las debilidades del falso gobierno socialista de Maduro. Y con palabrería antichavista, no solo han unido y movilizado a una parte de la burguesía y los reaccionarios venezolanos, sino que han aprovechado el desencanto de gran parte de las masas para movilizarlas en contra del régimen y mostrarse ellos como los adalides de la democracia, como víctimas de la dictadura y como gentes que solo buscan el progreso de toda Venezuela. Culpan al chavismo de la grave situación interna que se vive, escondiendo tras las nefastas políticas del gobierno, los graves pecados que hay en la historia reciente que precedió al chavismo en Venezuela.
Estos señores, que ahora posan como salvadores, esconden qué fue lo que generó levantamientos como el histórico caracazo en el gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1989, donde más de 270 muertos y cerca de 3000 desaparecidos dejaron las protestas en esa época. Y en el periodo presidencial que precedió al chavismo, en el gobierno de Rafael Caldera, que sumió la economía venezolana en una profunda crisis con devaluación de la moneda en un 70%, encarecimiento de los combustibles en 800%, incremento del IVA al 16,5%, recorte sin precedentes en el gasto público, intentos de golpe de estado por parte de militares y una profunda crisis social, que desencadenó una oleada de protestas por todo el país. Así que, los opositores del chavismo, que no vengan a exculparse en los pecados del falso socialismo del Siglo XXI.
No puede haber una revolución socialista triunfante mientras no se rompa con el imperialismo; y esa condición adicional sí que está presente en el proceso venezolano. El chavismo encara verbalmente a los yanquis, mientras sigue atado a la exportación de petróleo al imperialismo norteamericano y se entrega de patas y manos a los imperialistas rusos y chinos. De hecho, Venezuela es un ring donde se enfrentan los diversos bloques imperialistas que, al igual que en otras partes del mundo, azuzan guerras internas en varios países, caso Siria por ejemplo; o confrontaciones entre países en algunas regiones. Estados Unidos ataca al gobierno de Venezuela con sus lugartenientes en la región estableciendo un bloqueo económico y político para buscar ahogar a Maduro y reestablecer un gobierno abiertamente proyanqui y de ser necesario, llegar a la intervención militar; esa fue la misión de la gira reciente del Vicepresidente de EE.UU., de la reunión de 12 cancilleres realizada en Lima el pasado 8 de agosto y los recientes ejercicios militares y fortalecimiento del ejército gringo en sus bases sobre todo en Perú y Colombia. Los rusos encabezan la contraparte brindando su respaldo militar al gobierno de Maduro, y lo amarra a través de apoyo económico como es el caso reciente del desembarque de 30 mil toneladas de trigo, como parte de un plan de 600 mil para lo que resta del año. Un favor, nada incondicional, pues ello conlleva a fortalecer la dependencia de Venezuela al imperio ruso.
No se está construyendo en Venezuela el socialismo, y la crisis que se vive allí tampoco la puede resolver la oposición derrocando al gobierno de Maduro. Pero además, no se puede echar en un mismo saco a todos los venezolanos, pues unos son los intereses de la burguesía y los terratenientes y otros muy distintos, y diametralmente opuestos, los del pueblo. Para una parte de las clases reaccionarias, el chavismo es una piedra en el zapato, ya que no representa sus intereses; buena parte de las reformas que ha hecho y que tiene planeado llevar a cabo, no se ajustan a sus planes y buscan tumbarlo para reemplazarlo por uno acorde a sus necesidades. Por su parte las masas necesitan una verdadera revolución, la gran mayoría ya se ha desencantado de las promesas de los socialisteros del siglo XXI, pero no ven en perspectiva cercana una opción de cambio radical en el camino revolucionario. En ese orden de ideas, es papel de los auténticos comunistas luchar por construir un Partido Político Revolucionario, aprovechar lo que el chavismo ha creado en cuanto a un clima de organización de masas, de poder popular para que las masas se organicen de manera independiente del Estado, proponiéndose como meta su destrucción violenta para construir un nuevo Estado, basado en el poder armado directo de masas; romper totalmente la dependencia de cualquier país imperialista y movilizar a todas las masas trabajadoras para crear una economía de auto sostenimiento. Todo ello, sabiendo que la violencia contra una verdadera revolución, vendrá no solo de la burguesía, sino de los falsos revolucionarios que no cederán el poder por vías pacíficas.
No hay caminos pacíficos para construir el socialismo; para las masas venezolanas, su alternativa es el camino de la revolución socialista, como parte de la Revolución Proletaria Mundial.