El paro nacional iniciado el 28 de abril ha sido realizado con creces por el pueblo colombiano. Trabajadores activos, desempleados, comerciantes, transportistas, obreros, campesinos, hombres, mujeres, maestros, estudiantes, indígenas, migrantes, pobladores, jóvenes, viejos… ¡todos tomaron las calles en campos y ciudades!
Trabajadores y masas populares en general decidieron paralizar transportes, comercios, escuelas, universidades, y afectar el normal funcionamiento de la producción y el negocio de los zánganos financieros.
El mortal coronavirus no amilanó a los huelguistas, porque todo mundo sabe que el régimen de Duque y sus reformas tan nefastas como la tributaria, es el principal enemigo ahora, porque el sistema de explotación que administra, causa más muertes que cualquier pandemia.
El pueblo impuso su ley de tomar las calles desconociendo y pasando por encima de las órdenes y amenazas dictatoriales de gobernantes y tribunales. Plazas abarrotadas de gente descontenta y ofendida con gobernantes y explotadores. Calles convertidas en campos de batalla contra las fuerzas represivas del Estado. Incendios, destrozos, saqueos. Se desordenó el “orden” reaccionario sobre todo en las principales ciudades.
Por eso el detestable títere gobernante Duque, sólo vio “vándalos criminales” en el paro. Y no es únicamente estupidez política de este mequetrefe, sino el método de sus mentores mafiosos: demonizar el movimiento político de los trabajadores, como un movimiento de vándalos criminales, para colocar a sus dirigentes en el blanco de las pistolas y fusiles de su cohorte de sicarios.
Un método mafioso, ese sí criminal, emite una condena patibularia contra el movimiento de masas, para desviar la atención de los verdaderos vándalos criminales que ocupan los mullidos sillones del gobierno, quienes son parte o representan a los vándalos criminales que despojaron a los campesinos 10 millones de hectáreas, cohonestan la corrupción de vándalos criminales en las instituciones y grandes empresas del Estado, amparan a los vándalos criminales de las instituciones financieras y fondos pensionales, protegen a los vándalos criminales que usurpan los fondos de la salud, la educación y alimentación escolar, etc., etc., etc…. En realidad el acusador Duque es hoy el jefe de turno del vandalismo criminal estatal.
La sociedad en general está indignada por ese desfalco de los corruptos que ahora quieren rellenar con más impuestos. El pueblo colombiano ya no soporta más opresión y sevicia explotadora de los capitalistas. Por eso el odio general reprimido frente el régimen de terror contra el pueblo y la rabia colectiva ante el asqueroso sistema de explotación capitalista, encuentran un desfogue en paros, como el que acaba de ocurrir.
Las fuerzas sociales que producen la riqueza pero son condenadas a la pobreza, salen a protestar, a exigir solución a sus necesidades, a expresar su odio contra los de arriba, y lo hacen de todas las formas posibles respondiendo a la violencia con violencia, y también algunos calmando el hambre mediante el saqueo y la expropiación de productos que ellos mismos han fabricado pero no pueden disfrutar.
Salen los empleados superexplotados, salen los desempleados, salen los desarraigados, salen los hambrientos, incluso los marginados de la sociedad, la lacra del capitalismo que llamamos lumpen o delincuencia quienes también aprovechan para robar, pero que son una ínfima minoría comparada con la masa luchadora. Los paros, las huelgas políticas, las insurrecciones, las revoluciones, son oportunidades que tienen todos los de abajo, todos los asfixiados por el nauseabundo sistema de explotación, todos los pisoteados por la dictadura de los dueños del capital, para manifestar de mil maneras su rechazo al “orden” existente.
He ahí la tarea de los revolucionarios comunistas cuya responsabilidad es elevar la conciencia política del movimiento, transformar la rabia ciega e incontenible de las masas en odio de clase, transformar la violencia espontánea de las masas en violencia revolucionaria del pueblo armado, canalizar la energía desaforada del pueblo en lucha organizada contra el gobierno, contra el Estado, contra el sistema capitalista, señalar a los verdaderos enemigos y las formas independientes y revolucionarias de organizarse y luchar para conquistar tanto las reivindicaciones inmediatas como sus objetivos futuros.