Que la emancipación del proletariado sea la antorcha que ilumine un futuro más justo y equitativo

Que la emancipación del proletariado sea la antorcha que ilumine un futuro más justo y equitativo 1

Ha llegado a nuestro correo este escrito de un joven revolucionario, que sigue a Revolución Obrera hace algunos años. El escrito tiene un espíritu muy bueno en cuanto al llamado al internacionalismo proletario, a la unidad y organización del proletariado para enfrentar al capitalismo imperialista. Sin embargo, divergimos en cuanto a lo del resurgimiento del feudalismo, expresado en los tecnócratas o nueva nobleza que llama el compañero a los grandes capitalistas que están en la rama del ciberespacio, que entendemos se basa en la peregrina teoría del Tecnofeudalismo que anda en boga actualmente.

Nuestra posición al respecto es que estos señores monopolistas de la información, son capitalistas que obtienen sus ganancias de la plusvalía global producida por la clase obrera de las diferentes ramas de la producción mundial y que hace parte de la esfera de la distribución: las tecnologías de la comunicación. Pero además estos señores que llaman nuevos feudales, cuentan con empresas de tecnología y son accionistas de otras industrias, de las cuales obtienen plusvalía directa de la explotación de sus trabajadores. Así que el tal Teconofeudalismo no es más que capitalismo imperialista, que como correctamente dice nuestro joven seguidor, debe ser destruido desde sus cimientos.

Invitamos al compañero a seguir escribiendo y también a este debate sobre las “nuevas” teorías; por cierto, hace unas semanas publicamos uno escrito al respecto que invitamos estudiar. ¿El «Tecnofeudalismo» de Varoufakis o el capitalismo siendo capitalismo?

Portal Revolución Obrera


Que la emancipación del proletariado sea la antorcha que ilumine un futuro más justo y equitativo

El mundo se encuentra al borde de un abismo, donde las tensiones geopolíticas han alcanzado un punto de ebullición. La caída de Ucrania, una vez considerada un bastión del fascismo en la región, ha expuesto las debilidades inherentes de un sistema global que favorece a unos pocos a expensas de las masas. La Unión Europea, testigo impotente de esta tragedia, se tambalea bajo el peso de sus propias contradicciones, mientras que el capitalismo, en su afán de expansión infinita, muestra sus grietas.

En este panorama, el feudalismo resurge de las cenizas, pero con un rostro modernizado. La tecnocracia se quiere erigir como la nueva nobleza, gobernando desde las sombras idealizando a los ídolos del fascismo: la burguesía y el imperialismo, en esta realidad distópica los trabajadores se ven sometidos a un vasallaje digital, donde su fuerza laboral es explotada en beneficio de una élite tecnócrata. La lucha de clases, una vez definida por la confrontación física, ahora se libra con una brecha distorsionada con la realidad en el ciberespacio por medio de memes, insultos y debates sin sentido; mientras en los complejos entramados de la economía global se encargan de querer imponer por medio de la fuerza la mayor esclavización de la clase trabajadora para los intereses de la burguesía bajo una máscara de «libertad», ¿libertad de quién y para qué?, ¿la libertad de los capitalistas para seguir lubricando los engranajes de sus grandes capitales con la sangre de los trabajadores?

Vladimir Putin, el líder de la actual Federación de Rusia encarna la ambigüedad de esta era. Su régimen, lejos de ser una restauración de la Unión Soviética, es una fusión peculiar de nacionalismo, autoritarismo y pragmatismo económico. Mientras tanto, en el Lejano Oriente, Xi Jinping y el Partido “Comunista” Chino navegan por las turbulentas aguas del capitalismo de mercado, tratando de adaptar las enseñanzas de Marx y Lenin a las posturas revisionistas del Denguismo. Su enfoque no es una revolución cultural, sino una evolución controlada del capitalismo más salvaje, manteniendo el equilibrio entre el control estatal y la liberalización económica, siendo la cara más amistosa de un partido “Comunista” para con la burguesía, frente a un afán de industrialización en medio de una guerra económica que está en las antípodas de un conflicto mayor que cambiará la humanidad.

La lucha marxista-leninista, en este contexto, exige una redefinición. Los trabajadores del mundo deben reconocer que su enemigo no es simplemente el capitalismo en su forma tradicional, sino un sistema global integrado que utiliza la tecnología y la manipulación ideológica para mantener su dominio, la batalla no es solo contra la explotación económica, sino también contra la opresión cultural, contra la manipulación de la narrativa global y la posverdad como herramienta de legitimación del fascismo.

La brecha de la que hablamos no es solo una división económica, sino una fisura en la conciencia colectiva. Es el momento de cuestionar las narrativas dominantes, de desafiar la dicotomía simplista de «izquierda» y «derecha», «progresistas» y «conservadores». La lucha de clases del siglo XXI requiere una conciencia de clase global, una solidaridad que trascienda fronteras y una comprensión de las complejidades del sistema imperialista.

La crisis del Movimiento Comunista Internacional es sintomática de una crisis de identidad. Los partidos y movimientos de izquierda han sucumbido a las tentaciones del nacionalismo, el sectarismo y la idealización de líderes y países en lugar de enfocarse en la lucha por la emancipación universal. La clase obrera debe reclamar su papel como la verdadera vanguardia, liberándose de las cadenas de la ideología burguesa y las falsas promesas de la tecnocracia.

La lucha debe extenderse más allá de las fábricas y los campos de cultivo. Debe infiltrarse en los centros de poder, en las salas de juntas corporativas y en los algoritmos que controlan nuestras vidas.

La revolución en esta era digital requiere tanto la organización física como la ciberactividad, la movilización de masas y la guerra de información.

A medida que el mundo se adentra en una nueva era de incertidumbre, la clase obrera tiene la oportunidad de escribir su propio destino. La lucha por la emancipación es una lucha por la supervivencia, por la justicia y por un futuro donde el trabajo humano sea valorado y no explotado, es hora de que los trabajadores del mundo se unan, dejando atrás las divisiones artificiales y abrazando una solidaridad global que sacuda los cimientos del orden establecido.

En esta evolucionada realidad del imperialismo la conciencia de clase es el arma más poderosa que tiene la clase obrera. La educación, la organización y la unidad son las herramientas que el proletariado debe esgrimir para desafiar a los nuevos señores feudales y sus ejércitos de algoritmos. La revolución está en marcha, y su éxito dependerá de la capacidad de los oprimidos para reconocer su verdadera fuerza y actuar en consecuencia. ¡Que la lucha de clases sea el motor de un cambio global y que la emancipación del proletariado sea la antorcha que ilumine un futuro más justo y equitativo!

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