Vivimos en la época del capitalismo, en su etapa máxima de posible desarrollo llamada el imperialismo; luego de la cual, solo puede venir, en sentido progresivo de la humanidad, una transformación revolucionaria que lleve a la sociedad a un nuevo estadio de la historia donde se pueda dar rienda suelta a todo el progreso alcanzado, poniéndolo al servicio de quienes todo lo producen en la sociedad: la clase de los proletarios y el resto de los trabajadores.
Hoy, ya es completamente claro que el desarrollo de las fuerzas productivas, hace muchas décadas permite producir con demasiada solvencia todo lo necesario para satisfacer las necesidad de los más de 8 mil millones de habitantes del planeta; no solo las necesidades básicas, sino para brindarle a toda la humanidad una calidad de vida muy superior y acceso al conocimiento y desarrollo de la tecnología alcanzados; así como poder disfrutar de la inmensa cantidad de bienes y servicios que los trabajadores producen en todo el mundo, como si fuera una inmensa fábrica encadenada por los tentáculos del capital y sobre todo de la explotación asalariada.
Los engaños de la burguesía y los ensayos de la pequeña burguesía para solucionar los grandes problemas de la sociedad dentro de los marcos estrechos de la democracia burguesa, han sido ya superados con creces por la dolorosa experiencia. La propia vida se ha encargado de mostrar en muchos países y por muchas décadas, que el camino de la conciliación de clases, de la pacífica lucha parlamentaria y la pretensión de utilizar el Estado burgués y sus instituciones para ponerlas al servicio de las masas, es un engaño para el pueblo, tan necesitado y merecedor de conquistar una mejor vida y un mejor futuro para las próximas generaciones.
Por el contrario, a pesar de toda la basura y montañas de mentiras con que la burguesía ha pretendido enlodar la experiencia de la dictadura del proletariado en Rusia (1917 a 1956) y China (1949 a 1976), esa resplandeciente experiencia que tuvieron los obreros y campesinos cuando tuvieron el poder y construyeron su propio Estado, dejó un caudal enorme de enseñanzas y demostración contundente del gran poder de transformación revolucionaria que puede tener el trabajo mancomunado y dirigido por quienes todo lo producen. La derrota temporal para el proletariado, es solo una batalla en el indetenible proceso de lucha por acabar para siempre con el sistema capitalista, que es el gran obstáculo para que las masas con el proletariado como clase de vanguardia, puedan retomar ese portentoso desarrollo de la construcción socialista con la mira puesta en el futuro del comunismo en toda la tierra.
Hoy, eso que para muchos es solo un buen sueño, debido a su desconocimiento de la ciencia del marxismo, para miles de revolucionarios y obreros conscientes en todos los países, es una gran bandera por la que hay que vivir y por la que están dispuestos a morir de ser necesario; ese gran objetivo de reconstituir o desarrollar Partidos Comunistas revolucionarios en cada país como parte de la futura Internacional Comunista, ha venido uniendo a nuevos destacamentos de viejos y jóvenes, quienes van despertando a las ideas revolucionarias, disponiendo su voluntad y su fuerza para adentrarse en el estudio y comprensión de la sociedad y sus contradicciones, y abrazando sin reservas la gran bandera roja con la hoz y el martillo y la estrella de cinco puntas, como símbolos de su nueva postura, en calidad de obreros conscientes y de fuerza poderosa para enfrentar todas las formas de explotación y opresión. Son miles de hombres y cada vez más mujeres, quienes en todas partes del mundo se levantan para nutrir los nuevos destacamentos de comunistas revolucionarios y que son la argamasa del Partido, del auténtico Partido del Proletariado, de la organización que armada con un verdadero Programa revolucionario dirija por el camino de la revolución y no de la claudicación, todo el potencial que emerge de las masas, que todos los días protagonizan heroicas luchas que cuestan sangre obrera, pero que demuestran su creciente necesidad de verdaderas y definitivas transformaciones sociales.
La Unión Obrera Comunista (mlm) por 25 años ha levantado sin pausa y con toda firmeza la defensa del marxismo-leninismo-maoísmo como la ciencia de la revolución proletaria mundial; son cinco lustros que han dejado una huella indeleble en la lucha del movimiento obrero y del movimiento comunista nacional e internacional, quienes se han beneficiado de todo el arsenal teórico y la orientación política. La Unión ha sido una piedra en el zapato para el reformismo y todo tipo de oportunismo, a quienes no les ha dejado el camino libre para mantener las conciencias adormecidas y huérfanas de la ciencia de la revolución y de los elementos para analizar la vida política nacional e internacional. Con su prensa Revolución Obrera, como herramienta principal de su trabajo, ha logrado rescatar el marxismo revolucionario de las garras de la falsificación y proveer, con aceptable regularidad, de orientación política a los obreros avanzados, a los revolucionarios y a los explotados y oprimidos en general.
Pero claro, no ha sido suficiente lo hecho hasta ahora y con seguridad se pudo haber hecho más; la meta inmediata es hoy por hoy, conquistar esa gran tarea: la restauración del Partido Político de la Clase Obrera en Colombia, y las condiciones objetivas están maduras, constituidas por el arsenal teórico del marxismo-leninismo-maoísmo; por un Programa político claro y aferrado al análisis de la realidad colombiana y mundial, por una estrategia y una táctica en constante desarrollo y unos métodos de trabajo y dirección condensados en muchos trabajos teóricos durante estos 25 años y como continuación del trabajo realizado por la revista Contradicción; y por un movimiento obrero y una fuerza social de masas dispuesta a batirse en fiera lucha por sus derechos; una fuerzas de obreros revolucionarios desperdigados por todo el país, que separados no representan gran peligro, pero que unidos alrededor de todo este acervo y organizados como cuadros y dirigentes políticos comunistas, constituirán un poderoso Partido político con profundas raíces entre las masas, sobre todo en el proletariado, y con fuerte arraigo entre el proletariado industrial.
Que estos 25 años que cumple la Organización, sean un enorme motivo para acelerar ese barco que tiene como puerto inmediato la restauración del Partido del proletariado en Colombia.