Un análisis de la guerra agresiva del imperialismo estadounidense e israelí contra Irán

Un análisis de la guerra agresiva del imperialismo estadounidense e israelí contra Irán 1
¡O la revolución detiene la guerra, o la guerra desata la revolución!

Análisis del Partido Comunista maoísta de Afganistán para el debate internacional, traducción de Revolución Obrera, julio 2025

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La guerra librada por el imperialismo estadounidense y el régimen sionista israelí contra el Estado teocrático y reaccionario de Irán —preparada durante mucho tiempo por Washington durante las últimas dos décadas— se inició finalmente el viernes 13 de junio de 2025, con Israel actuando como el principal agresor.

Esta guerra, impuesta al pueblo iraní por el criminal régimen sionista con el apoyo directo del imperialismo estadounidense, es un conflicto reaccionario cuyo objetivo es la subyugación, la destrucción y el saqueo de la riqueza de Irán y de la región en general.

Los objetivos más amplios del imperialismo estadounidense y su aliado regional

El imperialismo estadounidense, respaldado por su perro de ataque regional —el régimen sionista israelí—, busca mediante el lanzamiento de estas guerras depredadoras e impuestas lograr múltiples objetivos. Por un lado, busca distraer a las masas trabajadoras de Estados Unidos, Israel y sus países aliados de la profundización de las crisis políticas y económicas internas. Por otro lado, se esfuerza por sembrar la división entre los trabajadores a nivel mundial, engañarlos con mentiras nacionalistas, distanciarlos del liderazgo revolucionario y, en última instancia, debilitar el movimiento revolucionario.

El objetivo principal es debilitar a los estados rivales, reduciéndolos a colonias o a regímenes clientelares totalmente serviles que obedecen las órdenes imperiales. Este es el significado y el objetivo esencial de la guerra iniciada por Estados Unidos e Israel contra Irán.

Frente a esta situación, el principal deber de las fuerzas maoístas en todo el mundo es revelar la verdadera naturaleza de esta guerra: exponer los rostros traidores del régimen sionista, el imperialismo estadounidense y la República Islámica de Irán, todos los cuales intentan encubrir sus acciones con una falsa retórica patriótica.

Los maoístas nunca olvidan: “La política es guerra sin derramamiento de sangre, mientras que la guerra es política con derramamiento de sangre”. —Mao Zedong.

Mao Zedong afirmó célebremente que, en la sociedad humana, ninguna guerra existe sin política; en esencia, la guerra es inherentemente un acto político. Durante varios años, el imperialismo estadounidense ha experimentado con diversas estrategias políticas en sus relaciones con el régimen teocrático reaccionario de Irán, con la esperanza de romper los vínculos de Teherán con dos de los principales rivales globales de Washington: el imperialismo ruso y el socialimperialismo chino.

Cuando Estados Unidos no logró alcanzar sus objetivos por medios políticos —a saber, someter a Irán y separarlo de las esferas de Rusia y China— recurrió a la guerra, desplegando a su representante regional, el régimen sionista israelí, para iniciar una agresión directa para superar esos obstáculos militarmente.

Por lo tanto, no debemos pasar por alto la esencia clasista y política de esta guerra. Como afirmó Lenin: «Sería un completo error teórico olvidar que toda guerra es solo una continuación de la política por otros medios».

La actual guerra entre Estados Unidos e Israel contra Irán es, de hecho, la continuación de una agenda política que el imperialismo estadounidense viene preparando desde abril de 2006. Esta guerra no es accidental: es un conflicto calculado, impuesto, colonialista y expansionista, cuyo objetivo es anexar a Irán a la órbita imperialista.

Para exponer más claramente la naturaleza de esta guerra impuesta de ocupación y agresión, debemos mirar atrás y examinar por qué el imperialismo estadounidense ha decidido atacar a Irán a través de su representante regional y qué objetivos estratégicos persigue.

En abril de 2006, The New York Times, The Washington Post y The Sunday Times publicaron informes sobre los preparativos de Estados Unidos para un ataque militar contra Irán. En ese momento, estas publicaciones revelaron explícitamente que «además de los ataques militares convencionales, Estados Unidos está considerando el uso de armas nucleares tácticas». (AWTW “Un Mundo Que Ganar” – mayo y junio de 2006).

El pretexto nuclear: engaño y doble rasero en la política estadounidense hacia Irán

En aquel entonces, Estados Unidos afirmó que su objetivo principal era asegurar que Irán no intensificara su programa nuclear. Hoy, sigue afirmando que Irán está a punto de adquirir armas nucleares, pero no ha aportado ninguna prueba concreta que respalde esta afirmación. Así como el imperialismo estadounidense invadió Irak con el falso pretexto de las armas de destrucción masiva, sin probar jamás su existencia, ahora prosigue su agresión contra Irán basándose en afirmaciones igualmente falsas y manipuladoras.

Mientras tanto, hay países que buscan activamente armas nucleares o que ya las poseen; naciones que pisotean regularmente los derechos de sus pueblos y cometen atrocidades comparables a las de la República Islámica de Irán. Sin embargo, el imperialismo estadounidense no solo ignora sus crímenes, sino que los considera aliados cercanos.

El verdadero objetivo de Washington en Irán no es obtener garantías sobre el desarme nuclear; incluso si Irán cumpliera plenamente, tales gestos no satisfarían las demandas estadounidenses. El verdadero objetivo es instaurar un régimen en Teherán que otorgue a Estados Unidos acceso estratégico sin restricciones para promover sus intereses regionales, incluyendo el establecimiento de bases militares y el despliegue permanente de fuerzas estadounidenses.

Algunos observadores podrían considerar esta política contradictoria y preguntarse: ¿Acaso Estados Unidos no entabló inicialmente un diálogo con la República Islámica, solo para que Irán frustrara las negociaciones? La respuesta reside en la estrategia imperialista: antes de recurrir a la confrontación militar, las potencias imperialistas suelen buscar negociaciones. Sin embargo, si la verdadera intención es la guerra, introducen exigencias deliberadamente inaceptables, inventando así una justificación para la agresión y presentando el conflicto como algo impuesto por un adversario poco cooperativo.

Los ciudadanos del mundo, especialmente los de Estados Unidos, recuerdan claramente que, durante su campaña, Donald Trump habló con frecuencia de alcanzar un acuerdo con Irán y reducir sus actividades nucleares. Sin embargo, una vez en la Casa Blanca, cambió de postura e intensificó la retórica sobre el programa de enriquecimiento de uranio de Irán.

Trump llegó incluso a amenazar al régimen clerical iraní con una acción militar si se negaba a reducir sus operaciones de enriquecimiento. Estas amenazas impulsaron a Irán a negociar. Tras cinco rondas de conversaciones, ambas partes declararon inicialmente avances. Pero cuando Estados Unidos exigió que Irán redujera a cero su enriquecimiento de uranio —una exigencia que pretendía ser rechazada, lo que proporcionó a Estados Unidos e Israel un pretexto para la guerra— Irán se negó, como Washington había previsto.

Las tácticas de negociación imperialistas y la importancia geoestratégica de Oriente Medio

El propósito principal del imperialismo estadounidense al impulsar las negociaciones con Irán no era alcanzar un acuerdo diplomático genuino, sino convencer a la comunidad internacional de la inutilidad de la diplomacia con Irán. El objetivo era presentar a Irán como reacio a reducir su programa nuclear, presentándolo así como una amenaza para Israel y Occidente. Con esta narrativa, Estados Unidos buscó legitimar la intervención militar como la única solución viable. En este sentido, el imperialismo estadounidense logró influir en la opinión internacional y sentar las bases para futuras agresiones.

Desde el inicio de las negociaciones, fue evidente que Estados Unidos no buscaba sinceramente limitar las actividades nucleares de Irán. Más bien, su verdadero objetivo era allanar el camino para un cambio de régimen: instalar en Teherán un gobierno que implementara obedientemente los planes estratégicos de Washington en toda la región.

Desde 2006, el imperialismo estadounidense ha promovido activamente su traicionero proyecto del «Nuevo Oriente Medio», cuyo objetivo es redefinir las fronteras y fragmentar los países de Oriente Medio y Asia Central. Documentos de política exterior estadounidense de ese período abordan abiertamente la visión de un «Gran Oriente Medio» que se extendería desde Marruecos hasta Afganistán, y desde Pakistán hasta Turquía, Azerbaiyán y Yemen.

El objetivo más amplio de la política exterior estadounidense es reestructurar la región de tal manera que facilite ambiciones agresivas y hegemónicas. Tanto Donald Trump como Benjamin Netanyahu han hablado públicamente de redibujar el mapa de Oriente Medio. Hoy en día, la región alberga las mayores reservas de petróleo del mundo y alberga a varios de los principales países productores de petróleo. Además del petróleo, también posee vastas reservas de gas natural. La mayor parte del suministro energético mundial pasa por el Golfo Pérsico en su camino hacia los mercados internacionales.

El imperialismo estadounidense entiende plenamente que controlar el petróleo y el gas de Medio Oriente es fundamental para el dominio global, particularmente sobre Europa, Japón, China e India.

Pero la importancia de Oriente Medio va más allá de los recursos energéticos. Geográficamente, es una encrucijada estratégica entre tres continentes y sirve como puerta de entrada crucial, en particular para el acceso militar. Entre los países de la región, Irán ocupa una posición de excepcional importancia. Ha atraído desde hace tiempo el interés de las potencias coloniales e imperialistas debido a su importancia geoestratégica. Además, la larga frontera que comparte Irán con la antigua Unión Soviética le ha otorgado históricamente un papel especial en los cálculos geopolíticos de Occidente y Estados Unidos.

El proyecto imperialista estadounidense de un “Nuevo Oriente Medio” y los verdaderos objetivos detrás de la guerra con Irán

El traicionero plan “Nuevo Medio Oriente” del imperialismo estadounidense se estructura en torno a cuatro objetivos estratégicos fundamentales:

  1. Invasiones militares, agresión y ocupación directa de países: ya se han implementado en Afganistán e Irak, con Irán en la lista. Es posible que con el tiempo se sumen otras naciones a esta agenda.
  • El derrocamiento de los regímenes existentes y la instalación de gobiernos títeres y clientes en los países ocupados, junto con la expansión de este modelo a toda la región.
  • Redefinir las fronteras nacionales para adaptarlas a los intereses imperialistas, socavar la soberanía de las naciones y violar el derecho fundamental de los pueblos a la autodeterminación.
  • Crear nuevos Estados en la región mediante la cooptación de movimientos nacionalistas entre los grupos étnicos oprimidos (aquellos que luchan contra el chovinismo de las nacionalidades dominantes) y manipular estos conflictos internos para profundizar la división y ampliar el control.

(Fuente: Peykar-e-Javanan – Número 5 – Primera serie – Abril-Mayo de 2007. Para más detalles, consulte este número).

La verdadera motivación tras la agresiva campaña estadounidense-israelí contra Irán reside precisamente en los puntos mencionados. Así como el imperialismo estadounidense consideraba a Irak un obstáculo importante para su avance en Oriente Medio y se movilizó para eliminarlo mediante una invasión, Irán es ahora visto como el siguiente gran obstáculo. Esta estrategia se refleja en las declaraciones de Donald Trump.

En consecuencia, Estados Unidos busca activamente reemplazar al actual gobierno iraní por un régimen títere y totalmente obediente que sirva a sus intereses estratégicos en la región. Aunque Trump inicialmente habló de diplomacia y de reducir las actividades nucleares de Irán, la conversación cambió rápidamente. Estados Unidos comenzó a exigir el desmantelamiento completo del programa nuclear iraní, seguido de la rendición incondicional de Irán.

Estos acontecimientos indican que la verdadera preocupación del imperialismo estadounidense no es el programa nuclear de Irán, sino la naturaleza del propio régimen islámico, al menos en su forma y postura actuales.

Incluso expertos occidentales han reconocido que el programa nuclear iraní no representa una amenaza inmediata para Occidente en las condiciones actuales. Esto se puso de manifiesto durante una sesión de preguntas y respuestas la misma noche de los ataques aéreos estadounidenses e israelíes contra Irán (la noche del sábado 21 de junio de 2025). Cuando un periodista de Iran International señaló que los expertos estadounidenses afirman que el programa nuclear iraní no representa actualmente un peligro para Estados Unidos, Trump respondió contundentemente: «Se equivocaron».

Las contradicciones sociales en Irán y la naturaleza revolucionaria de la lucha antiimperialista

La sociedad iraní, como formación capitalista semicolonial, se caracteriza por tres grandes contradicciones internas. (Cabe destacar que el feudalismo, como estructura socioeconómica, aún no se ha resuelto por completo en Irán bajo la dominación imperialista; sin embargo, el carácter capitalista del sistema se ha vuelto dominante sobre sus elementos feudales).

  1. La contradicción nacional entre los pueblos y nacionalidades oprimidos dentro de Irán y las potencias imperialistas-sionistas;
  • La contradicción entre las amplias masas del pueblo iraní y el régimen burgués teocrático-feudal comprador gobernante;
  • Las contradicciones internas entre las facciones y clases reaccionarias dentro de la estructura gobernante iraní.

La guerra actual no es solo el resultado de la escalada de tensiones entre las potencias imperialistas y el régimen teocrático de Irán. Es también una expresión de la contradicción histórica más amplia entre el imperialismo y el propio pueblo iraní.

La agresión sionista —la invasión de territorio iraní por parte de Israel y la violación de la soberanía nacional y la integridad territorial de Irán— representa una continuación de la contradicción antagónica entre el pueblo iraní y las fuerzas imperialistas.

Desde esta perspectiva, la guerra lanzada por el imperialismo estadounidense y su perro de ataque rabioso, el criminal Israel, no es sólo una guerra contra el régimen gobernante: es fundamentalmente una guerra contra el pueblo iraní.

Por lo tanto, cuando se la observa a través del lente de esta contradicción, la guerra asume un carácter reaccionario por parte de los imperialistas y su aliado sionista, y un carácter progresista por parte del pueblo iraní, que expresa cada vez más su rechazo a la guerra y su aspiración a resistir la dominación imperialista.

Del régimen al pueblo: el verdadero adversario en la guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán

En esta coyuntura, Israel ya no sólo se enfrenta a Jamenei y a la camarilla gobernante de la República Islámica, sino que se opone al propio pueblo iraní.

La imposición de esta guerra reaccionaria y agresiva por parte de Estados Unidos e Israel contra Irán es fundamentalmente una manifestación de la profunda contradicción entre el pueblo iraní y los agresores imperialistas.

Por lo tanto, la guerra librada por los agresores imperialistas —Estados Unidos e Israel— es reaccionaria y condenable. En cambio, la resistencia y el rechazo del pueblo iraní a la guerra son progresistas y justos. Nos solidarizamos con el pueblo iraní y condenamos rotundamente la agresión estadounidense-israelí contra territorio iraní.

La filosofía maoísta nos enseña que en cualquier país bajo dominación imperialista, la contradicción principal, el enemigo principal y la tarea revolucionaria fundamental se manifiestan de manera diferente según las condiciones específicas.

Si un país depende indirectamente de las intervenciones imperialistas y reaccionarias y no está sujeto a una ocupación directa, la principal contradicción reside entre las masas trabajadoras explotadas y las clases dominantes reaccionarias y explotadoras, dependientes del imperialismo global. En tales contextos, estas clases dominantes son los principales enemigos de los pueblos oprimidos, y avanzar en la lucha de clases contra ellas se convierte en el principal deber revolucionario.

Sin embargo, en situaciones donde un país, como Afganistán o Irak, se encuentra bajo ocupación imperialista directa, la contradicción nacional entre los pueblos oprimidos y los invasores imperialistas constituye la contradicción principal. Los invasores y sus colaboradores se convierten en los principales enemigos, y la principal tarea revolucionaria es impulsar la lucha contra ellos.

Si la agresión del imperialismo estadounidense llega al nivel de ocupar Irán, entonces enfatizar este deber revolucionario fundamental adquirirá aún mayor urgencia e importancia.

El conflicto actual: el imperialismo y la lucha del pueblo iraní

En un bando de la guerra se encuentran el imperialismo estadounidense y el régimen sionista israelí, que actúa como el perro de presa de Estados Unidos en la región, con el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Como se mencionó anteriormente, estos países buscan ocultar las crisis generalizadas que los azotan engañando al proletariado, asegurándoles que la guerra se libra para defender el territorio israelí y evitar que Irán adquiera armas nucleares. Su argumento afirma que si Irán obtuviera armas nucleares, no solo aniquilaría a Israel, sino que también representaría una seria amenaza para él. Sin embargo, sus acciones han demostrado la falsedad de esta afirmación.

Durante los últimos veinte meses, estas potencias, con el apoyo de Israel, han perpetrado un genocidio en Gaza. Han buscado capturar Gaza por completo y trasladar por la fuerza a su población a otros países, una demanda que sigue sin resolverse hasta la fecha. Al comienzo de la guerra, exigieron una reducción del programa iraní de enriquecimiento de uranio, pero a los pocos días del inicio del conflicto, Trump exigió la rendición incondicional de Irán. Este cambio revela que el verdadero objetivo de Washington no es solo frenar el programa nuclear iraní, sino anexar territorio iraní.

El plan de guerra estadounidense-israelí pretende destruir por completo la infraestructura económica de Irán y reducir al país, al igual que Gaza, a un estado de miseria y desesperación. Por lo tanto, la guerra impuesta por Estados Unidos e Israel a Irán es totalmente inaceptable y la condenamos enérgicamente, exigiendo el cese inmediato de las hostilidades.

Del otro lado se encuentra la República Islámica de Irán, un régimen que, durante más de cuatro décadas, ha cometido innumerables crímenes contra las masas trabajadoras iraníes y la región en su conjunto. El régimen clerical solo ha traído sufrimiento y miseria al pueblo trabajador iraní. Las masas trabajadoras iraníes exigen nada menos que el derrocamiento de este régimen por parte del proletariado bajo el liderazgo de su partido de vanguardia.

La clase obrera iraní ha iniciado numerosos levantamientos y movimientos para derrocar a este brutal régimen, todos los cuales han sido violentamente reprimidos por la República Islámica. Sin embargo, la guerra que libra Irán contra Estados Unidos e Israel no es una guerra de conquista ni de anexión, sino una lucha defensiva para proteger la soberanía de la República Islámica y la integridad territorial de Irán.

Por lo tanto, la guerra impuesta a Irán por Estados Unidos e Israel es una guerra agresiva y de ocupación que debe ser condenada y procesada en tribunales internacionales como una guerra de agresión.

Reafirmamos nuestro compromiso con la integridad territorial de Irán y la soberanía del pueblo iraní, y pedimos el fin inmediato de esta guerra destructiva entre el imperialismo estadounidense-israelí y la República Islámica.

Muchos colaboradores y agentes imperialistas, criados en el seno del imperialismo, se alegran de los ataques militares estadounidenses e israelíes contra Irán. Celebran la perspectiva de que Washington y Tel Aviv derroquen a la República Islámica, con la esperanza de ganar estatus y poder con ello.

Estos traidores han olvidado la masacre del pueblo de Gaza a manos de Israel y el apoyo imperialista al gobierno fascista israelí. Han olvidado que el Estado fascista de Israel, respaldado por la administración fascista de Trump, continúa planeando la limpieza étnica de Gaza.

¿Ha olvidado el mundo las declaraciones de Trump sobre Gaza y su gente? ¿Acaso no anunció su intención de capturar Gaza y expulsar a su población? Aunque pareció retractarse ante la resistencia palestina y la indignación mundial, continúa con esta bestial política mediante las brutales masacres israelíes en Gaza.

Actualmente, Israel continúa la masacre del pueblo de Gaza, agravada por una hambruna generalizada. Los sobrevivientes mueren de hambre y sed. La historia rara vez ha presenciado crímenes de tal brutalidad y crueldad.

Estas fuerzas reaccionarias y supuestamente patrióticas argumentan que, si cae el régimen teocrático en Irán, un gobierno «democrático» lo reemplazará. Sin embargo, comprenden plenamente que la política exterior del imperialismo estadounidense es totalmente incompatible con frenar la ola de fundamentalismo teocrático. Las realidades en Irak, Afganistán y Siria lo demuestran.

Si el régimen teocrático de Irán es derrocado por Estados Unidos e Israel, cualquier régimen títere instalado en su lugar será sin duda mucho peor que el actual gobierno teocrático.

Sobre el carácter de clase y las raíces políticas de la guerra estadounidense-israelí contra Irán

Desde el ataque armado de Israel contra Irán, todos aquellos que se confabulan con el imperialismo estadounidense-israelí y se preparan para la capitulación son considerados los principales enemigos de las masas trabajadoras iraníes. Estas fuerzas reaccionarias, dispuestas a rendirse ante el imperialismo estadounidense, nunca han reflexionado realmente sobre la verdadera causa de esta guerra: quién la instigó, qué clases la apoyan y bajo qué condiciones históricas y económicas surgió. Si han considerado estas cuestiones, es solo para engañar y desorientar a las masas trabajadoras para que se sometan a los tribunales imperialistas y sionistas.

En mi opinión, la cuestión fundamental que suele olvidarse o que no se analiza lo suficiente en los debates sobre la guerra —debates que incluso calificaría de inútiles y sin objetivos— es precisamente el olvido del hecho esencial de que la guerra tiene un carácter de clase, por qué se desencadena, qué clases la instigan y qué condiciones históricas y económicas la han creado. (Lenin, Guerra y Revolución, Obras Completas, vol. 24).

Cuando decimos que la guerra es la continuación de la política, primero debemos analizar las políticas que la precedieron: las que condujeron o culminaron en un conflicto armado. Si estas políticas son imperialistas y buscan anexionarse territorios extranjeros o convertir a otros países en colonias, la guerra resultante es una guerra depredadora, reaccionaria e imperialista. Por el contrario, si las políticas se dirigen a defender la integridad territorial de un país y proteger los intereses de las masas trabajadoras o a afirmar el derecho a la autodeterminación, la guerra resultante es justa y legítima. La guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán es reaccionaria.

Por lo tanto, es crucial identificar la base de clase de las partes involucradas en la guerra y los objetivos políticos que persiguen. Es necesario analizar las condiciones económicas y políticas de las facciones beligerantes antes del estallido del conflicto. Es esencial descubrir qué causas y factores permitieron que las políticas que llevaron a esta guerra prevalecieran.

La naturaleza del imperialismo y los preparativos militares contra Irán

Una de las características fundamentales del imperialismo es su imperativo de mantener a los países subordinados obedientes y bajo control. Con base en esto, las potencias imperialistas se esfuerzan por mantener su monopolio sobre las armas nucleares mientras desarman a otras naciones. El gobierno israelí, como agente del imperialismo estadounidense, ha hecho y sigue haciendo todo lo posible para lograr este objetivo.

Hace dos meses, Estados Unidos comenzó a transferir equipo militar a Asia Occidental e intensificó su cooperación militar con Israel. Estos preparativos militares para un ataque e invasión a Irán se habían planeado con meses de antelación. Actualmente, Estados Unidos ha desplegado aeronaves en Oriente Medio y está reforzando su presencia militar en la región.

La administración Trump busca intensificar la guerra en la región. Su objetivo es establecer el control sobre Oriente Medio. El agresivo ataque de Estados Unidos contra Irán se ha llevado a cabo con este objetivo. Estados Unidos era plenamente consciente de que cualquier agresión militar contra Irán no quedaría sin respuesta y de que sus bases militares en la región serían blanco de represalias. Por ello, decidió deliberadamente lanzar una invasión militar de Irán.

El régimen clerical iraní respondió con contundencia a esta agresión, advirtiendo de una represalia adecuada. Si Estados Unidos continúa su guerra agresiva contra Irán, este se verá obligado a llevar a cabo ataques de represalia contra bases estadounidenses en países árabes. En tal escenario, el conflicto sin duda escalará a una escala mucho mayor, y las masas trabajadoras de Irán, Israel y la región se convertirán en las principales víctimas de esta devastadora guerra.

Mao Tse-tung afirmó acertadamente:

Cuando decimos que ‘el imperialismo es salvaje y brutal’, queremos decir que su naturaleza nunca cambiará. Los imperialistas no dejarán de lado su cuchillo de carnicero hasta el final y nunca se convertirán en budas bondadosos. (Mao Tse-tung, Obras Escogidas, Vol. 4, “Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha”, 14 de agosto de 1949).

Es precisamente esta naturaleza del imperialismo la que hoy ha incendiado en las llamas de la guerra a los pueblos del mundo, especialmente a los del Medio Oriente, obligándolos a soportar el peso de las sanciones económicas imperialistas y de los crímenes humanitarios.

Aunque el imperialismo ruso tiene un pacto estratégico con Irán y unos 200 expertos nucleares operan en el país, Rusia ha actuado con cautela en la guerra estadounidense-israelí contra Irán y se ha abstenido de alinearse abierta y firmemente con Irán. Hasta la fecha, la respuesta de Rusia se ha limitado a condenar la agresión estadounidense-israelí contra territorio iraní.

La postura cautelosa y el deber revolucionario de Rusia en la guerra entre Estados Unidos e Israel contra Irán

En una entrevista, Vladimir Putin articuló la postura de Rusia respecto a Irán de la siguiente manera:
«Anteriormente propusimos cooperación a nuestros amigos iraníes en relación con un sistema de defensa aérea, pero en aquel momento mostraron poco interés y el asunto quedó ahí. En cuanto a la asociación estratégica que usted mencionó, no existe ninguna cláusula relativa a la cooperación en defensa y, por último, nuestros amigos iraníes no nos han hecho ninguna solicitud al respecto».

Esta postura cautelosa del imperialismo ruso en la guerra estadounidense-israelí contra Irán implica que, si Irán solicita asistencia, Rusia podría responder afirmativamente. Rusia busca evitar una lucha en dos frentes y no quiere que los logros alcanzados en la guerra de Ucrania se vean eclipsados por un conflicto en el frente iraní. Por lo tanto, limita su papel a la mediación en nombre de Irán.

Turquía condenó los ataques de Israel contra Irán y comparó a Netanyahu con Hitler, algo aún peor. Pakistán también condenó los ataques, mientras que Corea del Norte reaccionó enérgicamente.

El lunes 23 de junio de 2025, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán visitó Rusia y se reunió con Putin, tras lo cual se reunió con la cúpula del revisionista Partido Comunista Chino. Esa misma noche, Irán lanzó ataques contra bases estadounidenses en Catar. Si Estados Unidos toma represalias y ataca a Irán, el alcance de la guerra se ampliará sin duda y los países aliados con Irán se unirán, transformando el conflicto en una guerra imperialista a gran escala.

Las fuerzas revolucionarias de Estados Unidos, Israel y otros países imperialistas se enfrentan a la urgente tarea de exigir la derrota militar de la coalición estadounidense-israelí, los regímenes más reaccionarios y salvajes que han incendiado Oriente Medio y masacrado a sus pueblos. Deben insistir en este principio y esforzarse por transformar esta guerra reaccionaria en una guerra civil interna. Porque, como enseñó Lenin:

Sin guerra civil, ninguna gran revolución en la historia ha tenido lugar, y ningún marxista auténtico puede imaginar la transición del capitalismo al socialismo sin ella”. (Lenin, citado en Nueve Interpretaciones).

Tal exigencia de derrota beneficiaría a las masas trabajadoras y a las fuerzas revolucionarias tanto de Estados Unidos como de Israel, obligando a estas potencias imperialistas a replegarse. La consigna inmediata y principal para los revolucionarios de ambos países debe ser la transformación de la guerra reaccionaria en una guerra interna revolucionaria.

Sólo mediante este proceso puede el proletariado movilizar a las masas, liberarse de la dependencia burguesa y avanzar decididamente, a ritmo rápido o lento, hacia la auténtica liberación de los pueblos y el socialismo.

De la Declaración Conjunta de Partidos y Organizaciones Maoístas

Los comunistas deben ejemplificar la unidad y la lucha internacionalista contra las nuevas masacres imperialistas globales. Deben esforzarse por unir y coordinar esfuerzos para promover las luchas revolucionarias de los ejércitos proletarios en todos los países contra la movilización de fuerzas y armas al servicio de las guerras reaccionarias. Deben formar un frente unido con todos los revolucionarios y sectores democráticos contra los regímenes malévolos que detentan el poder mediante el apoyo militar y el compromiso de los amos imperialistas. Los infames gobernantes oportunistas que, bajo la apariencia del proletariado y los pueblos, apoyan a las facciones imperialistas —aunque todos son enemigos acérrimos de los oprimidos y explotados del mundo— deben ser repudiados y condenados rotundamente como traidores.

“Se debe brindar un apoyo inquebrantable a las luchas revolucionarias lideradas por verdaderos comunistas marxistas-leninistas-maoístas, particularmente la Guerra Popular en la India, que hoy, junto con otras guerras populares, encabeza la revolución proletaria mundial y lucha contra el imperialismo y sus reaccionarios perros guardianes nacionales”.

Para avanzar en esta tarea crucial, urge un centro de mando unificado; como mínimo, la revitalización del movimiento revolucionario internacionalista. Esperamos que las discusiones interrumpidas sobre este asunto se reanuden con urgencia y que se intensifique la lucha por la convocatoria de una Conferencia Internacional Unida de Partidos y Organizaciones Maoístas de todo el mundo, con el objetivo de redactar y aprobar una nueva declaración internacional y un estatuto organizativo que sustituya a los anteriores del movimiento revolucionario internacional. Asimismo, es esencial establecer un nuevo centro internacional maoísta de base que suceda al antiguo comité «JA». Reconocemos plenamente que la lucha por la revitalización del movimiento revolucionario internacionalista se ha convertido en una necesidad revolucionaria internacional inmediata y apremiante.

¡O la revolución detiene la guerra, o la guerra encenderá la revolución!

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