El pasado jueves los compañeros del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar de la localidad Rafael Uribe Uribe de Bogotá, ante la burla de la patronal, votaron por unanimidad la Asamblea Permanente que ya habían iniciado debido a las paupérrimas condiciones laborales en que se encuentran.
No es para menos, pues los compañeros venían trabajando en un edificio supuestamente provisional, por un año, pero ya llevan 8 años y a la patronal, que es el Estado burgués-terrateniente, no le interesa resolver esta situación. Los compañeros se encuentran laborando en un edificio con rampas y escaleras, sin ascensores y por donde deben circular usuarios en sillas de ruedas y en total hacinamiento, pues allí laboran también los trabajadores de la localidad Antonio Nariño. Son unas oficinas donde hay poca, por no decir, ninguna privacidad para el tratamiento, por ejemplo, de casos de violaciones sexuales contra niños y adolescentes, por lo que otros funcionarios terminan escuchando lo que no les corresponde violando su intimidad. El edificio no cuenta con los sanitarios suficientes para alrededor de los 60 trabajadores que laboran allí ni con camillas para examinar a los niños; los usuarios no disponen de espacios para cambiar un pañal y en general, no hay donde tener a los niños, ni infraestructura como colchonetas para que descansen o para brindarles un almuerzo y son los propios funcionarios quienes reúnen dinero para poder hacerlo, mientras se resuelve su situación, pues muchas veces permanecen prácticamente todo el día, de 8 de la mañana a 3 de la tarde.
Debido a la pandemia, no todos los trabajadores están asistiendo presencialmente al mismo tiempo, sino que van según un sistema de pico y cédula. Sin embargo, cuando la entidad les ordena ir a todos, hay compañeros que no tienen computador y se ven obligados a esperar hasta las 9 de la mañana para saber quién faltó para poder trabajar. En conclusión, los trabajadores no tienen unas condiciones laborales dignas, debido a esto ya es la tercera vez que se ven obligados a irse a Asamblea Permanente exigiendo lo mismo. Al principio, hacían las Asambleas de manera intermitente, pero ante la falta de respuesta de la administración nacional del Instituto, decidieron hacerla permanente y ahora sí definitiva, mientras no les resuelvan sus exigencias.
A esta situación se suma que la sede del barrio Centenario, para su traslado ya fue terminada, pero convertida en un elefante blanco más, al no ser entregada a los trabajadores debido a un problema jurídico con la empresa constructora. Finalmente, el ICBF, en un acto más de burla hacia los trabajadores, el último día de conversaciones y ante la exigencia de los trabajadores de su traslado a otro edificio, les propuso su traslado al 2º piso del Centro de Servicios Judiciales para Adolescentes de Puente Aranda, cuando se sabe, este es un centro de detención de adolescentes, quienes en cualquier momento, se sublevan, ejecutando diversidad de daños y lo primero que atacan es este segundo piso, dañando oficinas e implementos de trabajo como computadores, etc.
Pero como siempre, nada escapa al análisis de los trabajadores que viven en carne propia los atropellos de los capitalistas y su podrido Estado. Los compañeros del ICBF denuncian que el régimen de la mafia quiere acabar con el Instituto y reemplazarlo por el Ministerio de la Familia, empezando por hacinar las localidades y negándoles hasta el sitio de trabajo, pues ya los compañeros deberían estar haciendo uso de la nueva sede. Con cuanta justeza y dignidad han resuelto intensificar la Asamblea Permanente, a la cual, otras regionales como la de Fusagasugá, se han venido sumando, pues la crisis es por todo el país y hay sedes donde incluso los centros se ven invadidos de roedores y culebras. Por ahora, los compañeros de estas localidades han resuelto asistir en horario normal, pero en Asamblea informando sobre la situación antes de iniciar labores.
De esta manera, los trabajadores del ICBF reafirman esa ley según la cual donde hay opresión, hay resistencia y esta es una verdad de a puño, los capitalistas, sedientos de ganancia pretenden seguir privatizando las empresas o acabarlas con tal de seguir oprimiendo al pueblo, pues saben que cuando este decida organizarse y luchar de forma revolucionaria, sus días estarán contados. Por esta razón, los compañeros del ICBF deben avanzar en esta afrenta hecha por la empresa y sumarse, ya no solo como trabajadores de esta en particular, sino de conjunto, unirse a las luchas que libra el pueblo colombiano por todo el país, al Paro Nacional Indefinido, liderado por nuestra juventud revolucionaria.