Un nuevo escándalo ha surgido en relación con el oficialismo, en este caso, el implicado es un congresista por el Pacto Histórico, el expresidente de la Cámara de Representantes, el señor David Racero. El periodista Daniel Coronell dio a conocer en Los Danieles un audio donde se escucha a Racero describir la oferta laboral de cajera en un Fruver de su propiedad[1].
En dicho audio, el HP (honorable parlamentario) dice que el pago es de 1 millón de pesos al mes; además que «no tiene prestaciones, no tiene nada: un millón»; con un horario de trabajo de 13 horas, de «siete de la mañana a ocho de la noche»; y seis días a la semana con un solo día de descanso; y por si fuera poco, a pesar que la oferta laboral es para cajera, se le obliga a cumplir otras funciones -«ellos son toderos» afirma Racero-, pues no solamente sería atender la caja del Fruver, entre las funciones está también hacer pulpa y hacer aseo, lavar baños, lavar los pisos, arreglar la comida, «o sea, cajera pero de todo».
Las críticas no se hicieron esperar, y era obvio, pues es indignante que una persona hable de los derechos de los trabajadores en su discurso político, pero en los hechos se comporte como uno de los peores explotadores. Y con mayor razón, pues todo surge en medio de la discusión alrededor de la reforma laboral y la consulta popular.
Por otra parte, en ese mismo artículo de Los Danieles, se hace mención a la investigación en curso sobre el congresista Racero por supuesta entrega de cargos y contratos dentro del SENA, caso que se encuentra actualmente abierto en la Corte Suprema de Justica.
En respuesta, el congresista Racero ha publicado un comunicado en sus redes sociales en donde justifica los hechos y se hace la víctima. Afirma que fue un negocio familiar que tuvo durante la pandemia, pero que los «saldos en rojo» le obligaron a cerrarlo. Al igual que los patrones, se excusa en la situación económica para justificar las condiciones de sobreexplotación sobre los trabajadores. Por otro lado, el congresista se hace la víctima y trata de desviar la atención al decir que se trata de una estrategia de «linchamiento mediático» que lo utiliza a él como «chivo expiatorio» para atacar al «gobierno del cambio». No negamos que los medios de comunicación de los capitalistas y sus políticos profesionales hagan uso de ese hecho para atacar al gobierno, pero eso no niega la situación indignante a la que el señor Racero sometía a los trabajadores de su negocio, y que pone en duda sus convicciones.
Sobre este suceso, por parte de los simpatizantes y militantes del Pacto Histórico (PH), se pueden identificar tres posturas, una minoritaria y dos mayoritarias: 1) la posición minoritaria, es la que ha ejercido la crítica hacia Racero y ha exigido coherencia por parte de los políticos profesionales del PH y los integrantes del gobierno. 2) el silencio absoluto, una buena mayoría del PH ha optado por guardar silencio ante el suceso, algunos incluso han tratado de justificar su silencio, tal es el caso de la congresista María Fernanda Carrascal, que en su cuenta en X ha justificado su falta de pronunciamiento al decir que es domingo y se encuentra compartiendo con su bebé[2]. 3) por último, y es la postura más despreciable y ruin, es la que ha restado importancia a la denuncia sobre la sobrexplotación laboral que Racero sometía a sus trabajadores, y en cambio, han salido en su defensa. Una defensa tan hipócrita que raya el fanatismo. Los argumentos esgrimidos por los que sostienen esta tercera postura son tan pueriles y ridículos que vale la pena analizarlos para poner de relieve el nivel político del progresismo colombiano. Aquí tres ejemplos:
«¿De qué fecha es el audio y en cuánto estaba el salario mínimo en ese momento?»
Este ha sido el principal argumento de los defensores de la sobreexplotación de los trabajadores siempre y cuando el patrón sea militante del Pacto Histórico. Según informa el periodista Daniel Coronell, el audio data de marzo del 2021. En ese entonces, el salario mínimo estaba en $ 1.014.980 pesos colombianos.
Acorde a esa información, Racero no pagaba completo el salario mínimo. Ahora bien, supongamos que ese audio es de años anteriores y por consiguiente el congresista pagaba un salario mayor al mínimo en ese momento, en ese caso, ni siquiera es justificable el hecho, pero los supuestos progresistas piensan que como se paga un salario por encima del mínimo el patrón tiene todo el derecho de implementar un horario de 13 horas, 6 días a la semana y con múltiples funciones. Siguen siendo condiciones indignas de trabajo por más que el salario sea mayor al mínimo, y vemos que realmente no fue así. Reivindicaciones históricas de la clase obrera como el horario de 8 horas o las prestaciones sociales no se cumplen en este caso. Justificar eso es traicionar a la clase obrera.
«No critiquemos a Racero, la derecha y el centro utiliza este caso para atacar la reforma laboral y la consulta popular del gobierno»
Con este argumento el progresismo trata de utilizar un hecho cierto para exculpar al congresista explotador. A ver, es obvio que la derecha, también explotadora y anti-obrera, utiliza este escándalo para atacar al gobierno, a su reforma laboral y la consulta popular, y el llamado centro, particularmente los verdes, aprovechan para promocionar su remendada (anti) reforma laboral, pero esa actitud de la oposición derechista y de centro no es de extrañar, siempre utilizan cualquier cosa que haga o deje de hacer el gobierno para hacerle oposición; aquí la cuestión va con Racero y su hipocresía política que mientras dice defender a los trabajadores, en los hechos se comporta como el peor de los patrones.
Una política de izquierda, de verdad, consecuente, debe ser autocrítica, sin importarle que el enemigo utilice eso para lanzar un ataque. El hecho de guardar silencio, o peor aún justificarse, termina por alimentar más aún a la derecha y le resta prestigio político a la izquierda.
«Entendemos lo de Racero, nosotros sabemos que en la política nadie es perfecto, lo importante es el papel político que cumple»
Una vez más se utiliza algo cierto para evitar la crítica. Es cierto que los seres humanos no somos perfectos, ni seres puros sin problemas, pero ese hecho cierto no nos exime de autocriticarnos cuando cometemos algún error; y mucho menos la causa colectiva se puede convertir en un comodín a sacar cada vez que algún integrante comete alguna falta que contradiga los principios y objetivos del proyecto político. De lo contrario todo se vuelve una tapadera y una justificación para las peores actitudes que solo terminan perjudicando el proyecto político mismo. Por ejemplo, ¿no hemos sido testigos de partidos supuestamente comunistas o revolucionarios que han utilizado la misma idea de que «no somos perfectos» cuando uno de sus cuadros es denunciado por violencia o acoso sexual? Justificar las actitudes incorrectas da pie para la degeneración y corrupción dentro de las organizaciones políticas.
En fin, para los revolucionarios, la actitud del congresista Racero no es una sorpresa, es la típica actitud doble, inconsecuente, que caracteriza a la pequeña burguesía reformista, el ala izquierda del capital; porque su lucha en realidad no es contra el capitalismo, sino contra la tradicional clase dominante que quiere todo el pastel para ella y no quiere darle un pedazo a la arribista pequeña burguesía. Esa pequeña burguesía que se apoya en la clase obrera para cabalgar sobre sus luchas, para sacar rédito político, obtener algún escaño dentro del Congreso o un puesto dentro de las instituciones del Estado, y así poder enriquecerse y ascender socialmente, mientras la situación de explotación y opresión a la que es sometida la clase obrera se mantiene.
La clase obrera necesita cuanto antes su independencia y la construcción de su propio proyecto político alternativo tanto al ala derecha del capitalismo como a su ala izquierda, solo así dejara de hacerse ilusiones políticas con un explotador que maneja el doble rasero.
