El Decreto 1174: Una Reforma Laboral para aumentar las ganancias de los capitalistas

El Decreto 1174: Una Reforma Laboral para aumentar las ganancias de los capitalistas 1

Desde antes de la pandemia los imperialistas ya tenían los acuerdos insertados en el Plan Nacional de Desarrollo, que incluían reformas, no solo tributaria sino laboral y pensional, situación ésta que generó el descontento general del pueblo colombiano y por eso nos lanzamos a las calles el 21 de noviembre de 2019, rebasando la dirección conciliadora y entreguista del Comité Nacional de Paro.

Es de anotar que dicho plan fue elaborado por los grandes capitalistas reunidos en el Consejo Gremial Nacional, donde participan Asofondos, Analdex, Asobancaria, Asocaña, Fedepalma, entre otros gremios empresariales, que son los que deciden los designios del pueblo colombiano; este consejo, desde la Agenda Empresarial, decidió sobre los distintos temas que afectan hoy al pueblo colombiano. El decreto 1174 solo fue la orientación para quitar lo poco que le quedaba a la clase obrera, como los contratos a término indefinido, la reforma pensional que deja sin la posibilidad de que los obreros adquieran de VERDAD una pensión digna, pues con este decreto lo que hace es dejar a la clase obrera en unas condiciones mínimas de vida o casi en una condición de miseria.

Desde el segundo semestre del 2019 la exministra de trabajo Alicia Arango ya estaba hablando de la necesidad de discutir la contratación por horas bajo la excusa de “flexibilizar contratación para formalizar el empleo”; creando el ambiente para lo que ya se sabía desde la Agenda Empresarial, es decir, ésta era y es la orden de los imperialistas contra los trabajadores como una medida para paliar la crisis económica del capitalismo mundial, descargándola sobre los hombros de la clase obrera y el pueblo.

El decreto 1174 cumple lo ya plasmado en el artículo 193 de la ley 1955 de 2019 del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, que decía: “Piso de protección social para personas con ingresos inferiores a un salario mínimo”; con la mentira de “avanzar en la cobertura del Sistema General de Seguridad Social en beneficio de los más vulnerables”.

Realmente lo que no dicen de la letra menudita del decreto es que van a generalizar mediante ese tal “piso de protección”, unas condiciones de miseria para todos los asalariados y el pueblo colombiano. Es una reforma laboral, donde con los contratos por horas, van a conseguir que los trabajadores ganen menos del salario mínimo, es decir, se trata de una rebaja general del salario cuya consecuencia es pauperizar más a los trabajadores. De hecho ya las empresas sin regir aun el decreto, están presionando y obligando a los trabajadores a firmar un “otro sí”, para que renuncien a sus contratos indefinidos; son compañeros que llevan más de 15 años laborando y si no lo hacen son despedidos. Ese es el supuesto piso de protección: obligar a los trabajadores a renunciar a lo poco que les queda y generalizar la miseria económica.

Desde el punto de vista de las leyes económicas que rigen el capitalismo, la rebaja de los salarios a través del trabajo por horas significa aumento de la plusvalía absoluta, como también lo es la desaparición de las cesantías, los recargos nocturnos y los festivos; pero además, la generalización de los contratos por horas y el teletrabajo llevan aparejado el incremento de la intensificación del ritmo de trabajo, lo cual constituye un aumento de la plusvalía relativa. En resumidas cuentas, la reforma laboral está hecha para aumentar la plusvalía y la ganancia de los capitalistas y lleva a la clase obrera al borde de la degradación física.

Respecto al supuesto programa de protección social, además de rebajar las obligaciones de los capitalistas o rebajar aún más el salario, es un negocio redondo para el capital financiero. Está diseñado con la perversa idea de “cobijar” a quienes devengan menos del ya miserable salario mínimo, que en Colombia sobrepasa los seis millones y según la nueva reforma, aunque no lo expresan abiertamente, lo que esperan los capitalistas es multiplicar ese número. De esa miserable suma que perciba el obrero le descontarán el 15% que le entregarán a la administradora del programa, de donde dispondrán el 14% para una cuenta de ahorro individual para vejez, lo cual no es más que la generalización de los “Beneficios Económicos Periódicos” – BEP´s; que en plata banca, no es el acceso a una pensión digna sino devolverle al trabajador una suma miserable mensual, que en algunos caso no sobrepasará los 180.000 pesos mensuales mientras muere. El restante 1% va destinado a un supuesto “seguro inclusivo” que no pagará por accidentes ni enfermedades laborales, como tampoco pagará indemnización ni pensión por estas calamidades; el supuesto beneficiario de estas bondades será inscrito en el régimen subsidiado y no se le pagará por las incapacidades o licencias. En resumidas cuentas, dinero a montones para que los fondos financieros agranden sus capitales con el miserable salario de los trabajadores y, literalmente, ninguna pensión ni atención real en salud. Desde el punto de vista de la economía política marxista se trata de una medida para aumentar igualmente la plusvalía absoluta, mediante otra rebaja del salario y liberando a los capitalistas de obligaciones conquistadas con sangre en más de 80 años de lucha.

La nueva reforma laboral impuesta con el Decreto 1174 significa aumento de la ganancia de los capitalista a cuenta de llevar a trabajadores al borde de la esclavitud, lo cual traerá como consecuencias también la agudización de la lucha de clases y la generalización de la rebelión obrera y popular, la rebelión de los despojados de todo. Una rebelión que tratan de contener las camarillas vendeobreras de las Centrales Sindicales y del Comité Nacional de Paro que solo hablan de movilizaciones para que Duque se siente a hablar con ellas, pero que no están realmente interesadas en preparar a los obreros para contener este vil ataque de los capitalistas con un paro general de la producción. Si los trabajadores de la ciudad y el campo, que somos la mayoría de la sociedad, salimos a las calles y desde las fábricas se para la producción, los capitalistas tendrán que retroceder a sus pretensiones.

Frente al peligro que significa la nueva reforma laboral para la clase obrera, los que todo lo producimos no podemos seguir engañados por las mentiras de la burguesía y por sus lugartenientes que se han incrustado por años en la dirección de las centrales sindicales y ahora en el Comité Nacional de Paro. Los trabajadores no pueden seguir creyendo en los jefes vendeobreros como Julio Roberto Gómez y sus amigotes de la CTC y la CUT. Los asalariados deben comprender que mientras no conquisten la independencia de clase –ideológica, política y organizativa– de todos esos traidores y politiqueros no se podrá avanzar para hacer retroceder a los capitalistas en sus pretensiones y echar abajo no solo el decreto 1174 sino todos los decretos que han impuesto en esta pandemia y ya contemplados desde antes en el Plan Nacional de Desarrollo.

Por eso es obligación de los obreros comunistas llamar al pueblo a no dejarse distraer por los oportunistas y sus falsas ilusiones electoreras y parlamentarias, ni en las mesas de concertación y conciliación de clases; ya el enemigo ha demostrado que solo escucha y atiende al pueblo cuando éste se levanta, lo cual significa que debemos seguir en la preparación del Paro General Indefinido; si los pusimos a temblar el 21 y 22 de noviembre de 2019 sin la participación decidida de la clase obrera industrial, imaginémonos qué pasará si desde los centros industriales y grandes empresas se organiza el paro general y los hermanos campesinos se animan a marchar de la mano de la clase obrera contra sus enemigos comunes.

Es una necesidad imperiosa entonces, organizar los Comités de Paro en los sectores industriales; que los obreros se sacudan de las camarillas sindicales, conquisten la independencia de clase y se propongan, por encima de las divisiones artificiales en centrales y sindicatos, hacer el Gran Paro que eche para atrás y por la fuerza todos los decretos del régimen, avanzando a su vez hacia una revolución social y política. Los de abajo ya no aguantamos ¡la rebelión se justifica!

El sistema capitalista está caduco y se ha convertido en una tranca para el avance de la humanidad y sobre sus ruinas los obreros y campesinos construiremos una sociedad donde la ley no sea la ganancia sino el bienestar de toda la sociedad.

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