Con las nuevas formas de contratación, por horas gracias al decreto 1174, o los contratos por 3, 6 meses, o un año, la posibilidad de las vacaciones se desvanecen para muchos trabajadores; los que con mejor “suerte” cuentan con un contrato a término indefinido, tienen derecho a 15 días para descansar y eso, pues si la empresa los requiere no se las dan o algunos por tratar de ganar un poco más, las acumulan. Ahora bien, los que viven del “rebusque”, todos los días deben buscar la forma de conseguir el diario, lo que significa que un día de descanso es un día en que no se come; y para los desempleados, que se podría decir están todo el tiempo en “vacaciones”, realmente es una tragedia, pues ¿quién está placenteramente, mientras las cuentas no se pagan y en la mesa no hay de comer?
Las vacaciones para los que producen la riqueza de la sociedad han sido una conquista de su lucha; si fuera por los capitalistas quisieran tener esclavos de 24/7, y están casi por lograrlo, pues se está perdiendo esta reivindicación debido a la debilidad del movimiento obrero para enfrentar la voracidad de los explotadores.
Pero otro gallo canta para los “honorables legisladores de la patria”, quienes dicen estar allí dizque para legislar en favor de los colombianos, del pueblo, dicen los más demócratas, y en elecciones buscan la forma de continuar allí; pues quien no, con sueldos que suman más de 40 millones mensuales, sin contar lo que se “abudinean” del erario y solo “trabajan” 78 días al año y vacacionan el resto, a lo que se suma las ausencias cuando sí deben “trabajar”, y eso, porque si hablamos de “trabajar” realmente van a dormir al Congreso, jugar en el celular y con la virtualidad, se vio que hasta se masturbaban en plena sesión. Pero además tienen la facultad de decidir sobre su remuneración y sus vacaciones.
¿Quién con semejantes prebendas va aceptar bajarse el sueldo y disminuir sus vacaciones?, eso fue lo que sucedió en las últimas sesiones del Congreso en las que por falta de quórum no aprobaron el proyecto de ley de disminuir el periodo de vacaciones que actualmente es de 4 meses, propuesto demagógicamente por el congresista del Centro Democrático, Gabriel Santos. Fueron variadas las excusas de los que no asistieron, dentro de los cuales se encontraban representantes del mismo partido del ponente, varios senadores “alternativos” como Enrique Robledo, Luis Fernando Velasco, Angélica Lozano, Gustavo Bolívar, Feliciano Valencia, Antonio Sanguino, Rodrigo Lara, y otros como el siempre ausente David Barguil, en fin, fueron 56 congresistas que “coincidencialmente” no “pudieron llegar”.
¿Y los resultados del Congreso? Pues si en los pocos días que deben sesionar (2 veces por semana) aprobaran proyectos que beneficiaran al pueblo, tal vez habría que aguantarse semejante despilfarro, pero los resultados no son eso; el costo de vida, el desempleo, el hambre y la guerra contra el pueblo aumentan, la educación de calidad merma, el derecho a la salud hay que pagarlo y de vivienda… pues tampoco nada; y no tiene que ver con la composición actual del Congreso, el cual efectivamente en su mayoría es de los uribestias, pues en anteriores Congresos, esa correlación ha sido diferente, y tampoco han habido beneficios reales para los trabajadores de la ciudad y el campo.
Sostener el Estado de los ricos le cuesta demasiado caro al pueblo, no solo desde el punto de vista económico sino desde el punto de vista político; quienes insisten en maquillar semejante esperpento, haciendo creer que con las próximas elecciones llegarán esos que sí aprobarán disminuirse el sueldo, las vacaciones y legislarán a favor del pueblo, solo le hacen el juego a los capitalistas para que continúe la explotación y la opresión, mientras estos “honorables legisladores de la patria” siguen de lo lindo ganando bueno sin trabajar.
El Estado de los ricos debe ser destruido, esta máquina por donde se le vea está descompuesta, no se justifica mantener a tantos parásitos, cuando se puede establecer un Estado barato y efectivo, dirigido por los obreros y los campesinos en el que los funcionarios ganen un salario y tengan una jornada igual a la de los demás trabajadores y sean destituidos inmediatamente si no acatan las decisiones establecidas por el gobierno proletario.
Esta posibilidad se vislumbró en el pasado levantamiento popular, en las Asambleas Populares como embriones del nuevo poder que generaron las masas; esa perspectiva no se debe perder. Es por eso tarea de los obreros conscientes, de los luchadores insistir en restablecerlas para los próximos levantamientos que se presentarán, pues las reivindicaciones del pueblo seguirán sin resolverse ya que el podrido Estado burgués seguirá garantizando, independiente del títere de turno, los intereses de los capitalistas.