Luego de las pasadas elecciones, se hizo mucha bulla respecto a que el uribismo fue derrotado en todo el país. A ello es bueno sumarle el rechazo en general de las masas en cuanta aparición tuvo Uribe antes de las elecciones, siendo abucheado en varias zonas donde la gente expresó su odio hacia este asesino del pueblo.
No obstante, es muy tonto pensar que las clases dominantes puedan dar puntada sin dedal y, estas elecciones no fueron la excepción. De todos es sabido que los fuertes levantamientos en Haití, Ecuador, Chile (por mencionar algunos) elevan el ánimo de lucha de la clase obrera en todo el mundo, máxime cuando las medidas del imperialismo quieren imponerse rampantemente, con el fin de sobrellevar la crisis capitalista que golpea a los burgueses de todo el planeta. Colombia por supuesto también es influenciada por esa fuerza poderosa que las masas han impuesto con su lucha y, las clases dominantes lo saben.
De ahí que pensar ingenuamente que la democracia funcionó el pasado 27 de octubre, es nuevamente un intento de apagar el fuego, la oligarquía no mueve una ficha sin antes garantizar su triunfo, por ello lo que hoy posa como independiente, nuevo y correcto, es solo más de lo mismo; tan solo cambiaron sus fichas, previendo incluso un levantamiento de masas en Colombia, fichas que por cierto en nada favorecerán los intereses del pueblo, pues no son más que demócratas burgueses, como el caso de Claudia López que abiertamente defiende la democracia del Estado capitalista; o el caso de Quintero en Medellín, que fue la supuesta sorpresa, “el candidato independiente” vociferaron los medios, pero de ello no tiene nada, es un independiente que ha estado en todos los partidos, incluso en aquellos que por décadas han ostentado el poder político contra las masas como el Conservador.
No vale la pena albergar ilusiones en los nuevos mandatarios de gobernaciones, municipios y ciudades, todos hacen parte de la maquinaria estatal, que hoy en día es culpable del asesinato de dirigentes, de la represión a las masas y, de las medidas que cada uno desde su puesto en el Estado capitalista hará cumplir, sin importar las consecuencias. Es hora de confiar en la fuerza de los obreros y campesinos, la cual seguramente será más poderosa, cuando se logre concretar el partido político del proletariado; pero no un partido para participar en elecciones o para reformar el podrido Estado burgués ¡No! Tiene que ser un partido que dirija la lucha de los desposeídos hacia su emancipación definitiva, la cual comenzará con la destrucción de toda esta porquería concentrada en el Estado capitalista.
¡Ni el Estado ni los politiqueros, solo el pueblo salva al pueblo!
Un comentario