Desde Bangladesh, una declaración del sindicato de trabajadores de la confección (NGWF)

Desde Bangladesh, una declaración del sindicato de trabajadores de la confección (NGWF) 1

Artículo tomado de: Maoist Road, 21 de agosto 2024.


Desde Bangladesh, una declaración del sindicato de trabajadores de la confección (NGWF)

Recibimos de Bangladesh y publicamos con gusto una declaración reciente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Confección [la fecha del 24.05 en el encabezamiento de la hoja es claramente errónea – el texto fue escrito en una hoja con un encabezamiento antiguo], que denuncia cómo en las protestas estudiantiles y populares de las últimas semanas la policía ha asesinado a decenas de trabajadores, y establece las demandas de la Federación Nacional de Trabajadores de la Confección contra el Gobierno Provisional. Reivindicaciones que, aunque referidas en su mayoría a la categoría específica, tienen el mérito de no ser simplemente gremiales: liberación de los trabajadores aún detenidos, condena de los responsables de los asesinatos, asistencia sanitaria a los heridos pagada por el Estado, aumento del salario mínimo –concebido como salario vital o decente–, abolición de las leyes especiales (brutalmente antiobreras y procapitalistas) en las zonas económicas especiales para las exportaciones, libertad de organización y de huelga, igualdad de derechos de las trabajadoras y de las mujeres en todos los ámbitos de la vida laboral y social –señalamos que este es uno de los poquísimos sindicatos del mundo en el que un símbolo feminista aparece en la misma bandera que el sindicato (Bangladesh avanzado, Italia muy atrasada…). El comunicado concluye con un llamamiento internacional para enviar fondos para cubrir los grandes gastos que se requieren para la ayuda a las familias de los trabajadores asesinados por la policía, el tratamiento de los heridos y la defensa de los que aún están detenidos.

De hecho, como se desprende también de esta posición de la NGWF, una gran revuelta estudiantil que comenzó a principios de junio se ha ido transformando, tras la sangrienta represión del gobierno de Sheikh Hasina, en un levantamiento popular más amplio. La reivindicación inicial de los estudiantes era, en realidad, bastante limitada: la supresión de la cuota reservada para el acceso al empleo público en favor de los descendientes de los combatientes de la “guerra de la independencia” contra Pakistán (1969-1971), con “mérito y conocimiento” opuestos al uso clientelista de esta cuota reservada. No se había construido ningún puente hacia la clase obrera industrial, protagonista de grandes huelgas y revueltas en los últimos años, y había una cierta ambigüedad básica en cuanto a la posición de los rebeldes hacia el BNP, el partido rival de la Liga Awami de Hasina, ciertamente no menos antiobrero y antipopular que el partido gobernante desde 2009. Pero la dinámica del choque implicó, no obstante, a capas del proletariado y obligó al propio movimiento estudiantil a plantear problemas políticos y sociales de carácter general, de conjunto. Del mismo modo, ha otorgado el derecho a un sindicato como la NGWF de presentar sus propias demandas y reivindicaciones autónomas al nuevo gobierno, presidido por el llamado banquero de los pobres –para muchos, y también para nosotros, sanguijuela de los pobres–Yunus.

La elección por parte del movimiento estudiantil encabezado por Estudiantes Contra la Discriminación de Yunus, considerado muy cercano a la tristemente célebre pandilla de Bill y Hillary Clinton, y felicitado inmediatamente por el Secretario de Estado estadounidense Blinken (así como por el gobierno de Pekín), indica al menos el estado político confuso de la dirección estudiantil. Y podría indicar algo aún más peligroso para los resultados de este amplio levantamiento: la confianza en una gestión “técnica” de las enormes contradicciones sociales y políticas de este país sometido a los dictados del FMI y a los intereses depredadores de las grandes potencias cercanas y lejanas (India, China, Estados Unidos e incluso Gran Bretaña), y de la multiplicidad de multinacionales extranjeras (en su mayoría occidentales, y por supuesto también italianas, empezando por la “progresista” Benetton) que chupan la sangre de millones de jóvenes (y no tan jóvenes) trabajadores de la industria manufacturera, textil y de la confección en primer lugar.

Pero observamos con interés y atención que una parte del movimiento estudiantil se ha visto arrastrada a tratar cuestiones de carácter más general: la defensa de las minorías hindúes (golpeadas por cientos de ataques por ser consideradas cómplices del gobierno de Hasina), el control de precios en los mercados contra los especuladores (con un “ultimátum” al gobierno de Yunus para que tome medidas drásticas contra la inflación en una semana), la restauración de los servicios y, en algunos casos, la creación de comités obreros y estudiantiles que, por primera vez desde el comienzo de esta revuelta, conectan estos dos mundos que han permanecido en los últimos meses, a pesar de todo, distantes.

El nuevo gobierno se presentó inmediatamente con la sonrisa pícara del multimillonario Yunus, que recomendó a todos repudiar la violencia y volver a casa y a trabajar: el gobierno (y su gran protector interno: el ejército) se encargará de poner las cosas “en su lugar”. ¿En qué sentido: “en su lugar”? Mientras tanto, la Bolsa está de fiesta, los industriales –confiados en el nuevo gobierno– pretenden descargar sobre los trabajadores los costes de los recientes problemas de la economía al no pagar los salarios debidos, el ejército no excluye nada (algunos sectores del mundo estudiantil, y no sólo, temen conspiraciones).

En resumen, el riesgo de que esta gran revuelta sea neutralizada por una serie de maniobras políticas y económicas internas en Bangladesh y a nivel internacional es bastante alto. Sin embargo, es precisamente en choques de clases necesariamente complicados y tumultuosos de este tipo donde el movimiento obrero debe hacer sus pinitos para independizarse totalmente de los múltiples partidos burgueses y convertirse en el punto de referencia para ese componente del mundo estudiantil que sueña y quiere un futuro de liberación de la opresión y la explotación no sólo para sí mismo, sino para todos los explotados y oprimidos.

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