En el Día Internacional de la Poesía

En el Día Internacional de la Poesía 1

En el Día Internacional de la Poesía compartimos dos poemas de lucha, uno del poeta peruano Manuel Scorza y el otro del poeta chileno Pablo Neruda.


Epístola de los poetas que vendrán

Manuel Scorza

Tal vez mañana los poetas pregunten

por qué no celebramos la gracia de las muchachas;

tal vez mañana los poetas pregunten

por qué nuestros poemas

eran largas avenidas

por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo:

por todas partes oíamos el llanto,

por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.

¿Iba a ser la Poesía

una solitaria columna de rocío?

Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,

la rosa no podrá ser bella;

mientras alguien mire el pan con envidia,

el trigo no podrá dormir;

mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,

mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.

Matemos a la tristeza con un palo.

No digáis el romance de los lirios.

Hay cosas más altas

que llorar amores perdidos:

el rumor de un pueblo que despierta

¡es más bello que el rocío!

El metal resplandeciente de su cólera

¡es más bello que la espuma!

Un Hombre Libre

¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará el fuego

de su cárcel de ceniza.

El poeta encenderá la hoguera

donde se queme este mundo sombrío.

ODA AL HOMBRE SENCILLO

Pablo Neruda

Voy a contarte en secreto

quién soy yo,

así, en voz alta,

me dirás quién eres,

quiero saber quién eres,

cuánto ganas,

en qué taller trabajas,

en qué mina,

en qué farmacia,

tengo una obligación terrible

y es saberlo,

saberlo todo,

día y noche saber

cómo te llamas,

ése es mi oficio,

conocer una vida

no es bastante

ni conocer todas las vidas

es necesario,

verás,

hay que desentrañar,

rascar a fondo

y como en una tela

las líneas ocultaron,

con el color, la trama

del tejido,

yo borro los colores

y busco hasta encontrar

el tejido profundo,

así también encuentro

la unidad de los hombres,

y en el pan

busco

más allá de la forma:

me gusta el pan, lo muerdo,

y entonces

veo el trigo,

los trigales tempranos,

la verde forma de la primavera

las raíces, el agua,

por eso

más allá del pan,

veo la tierra,

la unidad de la tierra,

el agua,

el hombre,

y así todo lo pruebo

buscándote

en todo,

ando, nado, navego

hasta encontrarte,

y entonces te pregunto

cómo te llamas,

calle y número,

para que tú recibas

mis cartas,

para que yo te diga

quién soy y cuánto gano,

dónde vivo,

y cómo era mi padre.

Ves tú qué simple soy,

qué simple eres,

no se trata

de nada complicado,

yo trabajo contigo,

tú vives, vas y vienes

de un lado a otro,

es muy sencillo:

eres la vida,

eres tan transparente

como el agua,

y así soy yo,

mi obligación es ésa:

ser transparente,

cada día

me educo,

cada día me peino

pensando como piensas,

y ando

como tú andas,

como, como tú comes,

tengo en mis brazos a mi amor

como a tu novia tú,

y entonces

cuando esto está probado,

cuando somos iguales

escribo,

escribo con tu vida y con la mía,

con tu amor y los míos,

con todos tus dolores

y entonces

ya somos diferentes

porque, mi mano en tu hombro,

como viejos amigos

te digo en las orejas;

no sufras,

ya llega el día,

ven,

ven conmigo,

ven

con todos

los que a ti se parecen,

los más sencillos,

ven,

no sufras,

ven conmigo,

porque aunque no lo sepas,

eso yo sí lo sé:

yo sé hacia dónde vamos,

y es ésta la palabra:

no sufras

porque ganaremos,

ganaremos nosotros,

los más sencillos,

ganaremos,

aunque tú no lo creas,

ganaremos.

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