PROCLAMACIÓN DE LA COMUNA DE PARÍS

PROCLAMACIÓN DE LA COMUNA DE PARÍS 1

El 28 de marzo de 1871 se proclamó el primer gobierno obrero, del cual se cumplen 150 años este 2021. La Comuna de París duró tres meses, pero ella dejó unas lecciones trascendentales para el movimiento obrero mundial, que no podían se más que perfectas ahora, cuando Colombia vive un momento de ascenso del movimiento de masas en el que existe la posibilidad de avanzar hacia el establecimiento de un gobierno de obreros y campesinos.

En ese sentido reproduciremos en esta semana, en la que la Comuna atravesó por días muy difíciles, pues la burguesía cobró a sangre y fuego la osadía de los obreros de atreverse a tomar el cielo por asalto, unos apartes de la historia publicado hace algunos años en una sección del periódico llamada Memorias del Movimiento Obrero Mundial. Allí se expresa de forma concisa como se desarrolló y las lecciones que dejó, en especial recomendamos la entrega que hace referencia al tipo de Estado adoptado por los obreros para ejercer el poder, pues es la forma que puede y debe adoptar el nuevo Estado, después de derrocar el Estado burgués.


El 18 de marzo estalló en París una revolución espontánea, sin la preparación consciente del partido político proletario, siendo su aparición causada principalmente por: la guerra franco-alemana (el ejército prusiano sitia a París, la amenaza y la somete al hambre); la indignación de los obreros (ante la tradición de la burguesía republicana y la composición reaccionaria de la Asamblea Nacional); el desarrollo de las ideas socialistas en general (por influencia de la Internacional) unido a la situación de desempleo del proletariado y ruina de la pequeña burguesía (víctimas de la política del Segundo Imperio). Ese día París amaneció tomada por los obreros armados, alzados en revolución contra el gobierno de Thiers que pretendía adueñarse de los cañones de la Guardia Nacional ubicados en Montmartre. Y si bien, de inmediato los obreros de otras ciudades se solidarizaron con la lucha de los obreros parisinos, proclamando del 22 al 25 de marzo Comunas en Lyon, Saint-Etienne, Le Creusot, Marsella, Narbona y Toulouse, éstas no perduraron a causa de su propia desorganización. En París, muy apresuradamente el Comité Central convocó a elecciones, expresando en su proclama de despedida: “No perder de vista que los hombres que mejor os servirán serán los que escojáis de entre vosotros mismos. Los que vivan vuestra propia vida, los que sufran vuestros propios dolores. Desconfiad igualmente de los ambiciosos tanto como de los recién llegados. Desconfiad igualmente de los charlatanes. Evitad a aquellos a quienes ha favorecido la fortuna, porque el que ha sido favorecido por la fortuna es difícil que esté dispuesto a mirar al trabajador como a un hermano”.

Dicen los historiadores que la Comuna de París fue elegida el domingo 26 de marzo, cuando 227.000 personas asistieron a las elecciones, y fue proclamada el 28 de marzo con ochenta concejales de los cuales sesenta y seis eran revolucionarios, siendo obreros veinticinco de ellos, en su mayoría jóvenes de no más de veinticinco años. Al respecto, la afirmación de Engels “los miembros de la Comuna eran todos, casi sin excepción, obreros o representantes reconocidos por los obreros” trasluce la diferente apreciación del estadístico según sean sus intereses de clase. El 29 de marzo se organiza el gobierno de la Comuna conformado por nueve Comisiones de trabajo, de cinco miembros cada una (Finanzas, Guerra, Justicia, Seguridad Nacional, Subsistencias, Cambio y Trabajo, Relaciones Exteriores, Servicios Públicos y Enseñanza) cuyos delegados forman una Comisión Ejecutiva. Y si bien, de los miembros revolucionarios de la Comuna sólo una minoría eran influidos por la Asociación Internacional de los Trabajadores, éstos desempeñaron un decisivo papel en el gobierno: Varlin pasa de las finanzas a los abastecimientos y de éstos a la intendencia enfrentando la atención alimenticia de 300.000 desempleados; el joven contador Jourde se encarga de las finanzas; Theisz organizador de la Federación de Sociedades Obreras, con el apoyo de los trabajadores del correo, en 48 horas lo reorganiza, pues estaba abandonado y con avisos ordenando a sus empleados trasladarse a Versalles bajo amenaza de despido; Avrial, delegado del cuartel de artillería, aprueba el reglamento que fija la jornada laboral en diez horas para los talleres del Louvre; Léo Frankel, al frente de la Comisión de Cambio y Trabajo, se apoya en una comisión de iniciativas compuesta por trabajadores, en la cual Elizabeth Dimitrief se encarga de la organización de las mujeres obreras.

Así, sencillo, barato, compuesto de trabajadores, sin charlatanería parlamentaria, el gobierno de la Comuna legisla y ejecuta al mismo tiempo, medidas revolucionarias como las descritas por Engels en la Introducción al clásico documento de Marx sobre la Comuna, La Guerra Civil en Francia: “El 30, la Comuna abolió la conscripción y el ejército permanente y declaró única fuerza armada a la Guardia Nacional, en la que debían enrolarse todos los ciudadanos capaces de empuñar las armas. Condonó los pagos de alquiler de viviendas desde octubre de 1870 hasta abril de 1871, incluyendo en cuenta para futuros pagos de alquileres las cantidades ya abonadas, y suspendió la venta de objetos empeñados en el monte de piedad de la ciudad. El mismo día 30 fueron confirmados en sus cargos los extranjeros elegidos para la Comuna, pues «la bandera de la Comuna es la bandera de la República mundial». El 1 de abril se acordó que el sueldo máximo que podría percibir un funcionario de la Comuna, y por tanto los mismos miembros de ésta, no podría exceder de 6.000 francos (4.800 marcos). Al día siguiente, la Comuna decretó la separación de la Iglesia del Estado y la supresión de todas las partidas consignadas en el presupuesto del Estado para fines religiosos, declarando propiedad nacional todos los bienes de la Iglesia; como consecuencia de esto, el 8 de abril se ordenó que se eliminase de las escuelas todos los símbolos religiosos, imágenes, dogmas, oraciones, en una palabra, «todo lo que cae dentro de la órbita de la conciencia individual», orden que fue aplicándose gradualmente. El día 5, en vista de que las tropas de Versalles fusilaban diariamente a los combatientes de la Comuna capturados por ellas, se dictó un decreto ordenando la detención de rehenes, pero esta disposición nunca se llevó a la práctica. El día 6, el 137 Batallón de la Guardia Nacional sacó a la calle la guillotina y la quemó públicamente, entre el entusiasmo popular. El 12, la Comuna acordó que la Columna Triunfal de la plaza Vendôme, fundida con el bronce de los cañones tomados por Napoleón después de la guerra de 1809, se demoliese, como símbolo de chovinismo e incitación a los odios entre naciones. Esta disposición fue cumplida el 16 de mayo. El 16 de abril, la Comuna ordenó que se abriese un registro estadístico de todas las fábricas clausuradas por los patronos y se preparasen los planes para reanudar su explotación con los obreros que antes trabajaban en ellas, organizándoles en sociedades cooperativas, y que se planease también la agrupación de todas estas cooperativas en una gran Unión. El 20, la Comuna declaró abolido el trabajo nocturno de los panaderos y suprimió también las oficinas de colocación, que durante el Segundo Imperio eran un monopolio de ciertos sujetos designados por la policía, explotadores de primera fila de los obreros. Las oficinas fueron transferidas a las alcaldías de los veinte distritos de París. El 30 de abril, la Comuna ordenó la clausura de las casas de empeño, basándose en que eran una forma de explotación privada de los obreros, en pugna con el derecho de éstos a disponer de sus instrumentos de trabajo y de crédito. El 5 de mayo, dispuso la demolición de la Capilla Expiatoria, que se había erigido para expiar la ejecución de Luis XVI”.

Como se puede ver, las medidas de la Comuna, tienen un rasgo especialmente revolucionario, muy distinto de las medidas revolucionarias que en su tiempo adoptaban las revoluciones burguesas, y muy distante de las medidas “revolucionarias” típicas de las revoluciones pequeñoburguesas. Dice Engels, que en la Comuna sus medidas tuvieron un carácter marcadamente proletario debido al componente obrero de sus miembros, y distingue tres categorías en sus decretos: unos, fueron reformas que la burguesía republicana no se atrevía implantar por vil cobardía, pues servían de cimientos indispensables para la libre acción de la clase obrera (caso de la implantación del principio de que, con respecto al Estado, la religión es un asunto de incumbencia puramente privada); otros, salvaguardaban directamente los intereses inmediatos de la clase obrera (caso del empleo, salario, jornada, etc.), y otros tenían ya un tinte socialista que rompían con el viejo orden social (caso del funcionamiento de la Comuna como un nuevo tipo de Estado y la abolición de ciertas formas de explotación capitalista). Sobre ésta última categoría, Lenin explica “…en la sociedad moderna, el proletariado, avasallado en lo económico por el capital, no puede dominar políticamente si no rompe las cadenas que lo atan al capital. De ahí que el movimiento de la Comuna debiera adquirir inevitablemente un tinte socialista, es decir, debiera tender al derrocamiento del dominio de la burguesía, de la dominación del capital, a la destrucción de las bases mismas del régimen social contemporáneo”.

Por su contenido la Comuna de París representa un acontecimiento sin precedentes en la historia del movimiento obrero, donde por vez primera el proletariado se convierte en clase gobernante en alianza con la pequeña burguesía que se unió a su lucha. Por su forma, la Comuna de París, se convirtió en el ejemplo y camino a seguir por la clase obrera mundial porque en tan solo 72 días de existencia descubrió y le enseñó cómo se debe resolver el problema crucial de su revolución política: el problema de la destrucción del Estado burgués y la instauración de la dictadura del proletariado.

[Próxima entrega: El Estado Tipo Comuna]
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