Por estos días las clases dominantes y sus partidos en el Congreso han hundido la reforma a la salud y van por la reforma pensional, dejando cada vez más claro que los patronos no están dispuestos a pasar siquiera las limitadas reformas sociales del gobierno.
Por otra parte, en el movimiento obrero se vive una incertidumbre por algunos puntos de la reforma laboral, que el gobierno ya viene implementando, como es el caso del Decreto 0243 aplicado al sector público, cuyo objetivo es el de regular las negociaciones colectivas entre las entidades públicas y las organizaciones sindicales de empleados públicos en Colombia.
Dicho decreto en materia de negociación colectiva se plantea fortalecer el sindicalismo con la presentación de pliegos únicos, bajo el argumento de la atomización del movimiento sindical, hecho que es cierto, pero que tiene su explicación, por una parte, en que las organizaciones sindicales pequeñas se han escindido de los sindicatos grandes por la corrupción y la podredumbre de esos sindicatos, que hoy solo ven en las organizaciones una caja menor para los gastos personales de los presidentes o del séquito que se alía al lado del presidente del sindicato; otra causa de dicha fragmentación, es la de responder a la pérdida de la estabilidad laboral, creando nuevos sindicatos para que a través de los fueros se proteja el derecho al trabajo, aunque esto no sea tampoco una garantía. Pero también esto ha facilitado que se desnaturalice la finalidad que históricamente tienen los sindicatos para el movimiento obrero, la de defender los derechos de todos los trabajadores, conquistando mejoras que fortalezcan su capacidad de lucha contra el capital.
El viceministro Edwin Palma señala algo que desde hace ya mucho tiempo se ha planteado por los obreros revolucionarios, el movimiento sindical está en crisis, muestra de ello es la baja tasa de sindicalización, apenas si alcanza al 4 % y junto a ello, su gran dispersión, pero lo que no señala el viceministro, es que esto ha sido el producto de la política de conciliación y concertación que se incrustó desde el mismo nacimiento de la CUT, y de la que no se escapan las demás centrales sindicales: CGT, CTC…
El Decreto 0243, que solo aplica para el sector público, —pero que en la propuesta de Reforma Laboral está contemplado para generalizarse en el sector privado— no garantiza el fortalecimiento del movimiento sindical, ni mejores negociaciones colectivas, mientras se mantenga la política burguesa en su seno; las organizaciones pequeñas con una política proletaria no podrán negociar con independencia de los grandes sindicatos, pues se verán obligados a someterse a los sindicatos mayoritarios que se encuentran carcomidos por la ideología burguesa, tan podridos, que frente a los trabajadores que se atreven a cuestionarlos son peores que el patrón, los gritan, los amenazan con quitarles el fuero, y se vuelven unos soplones para hacerlos despedir. Igualmente, este decreto obliga a las organizaciones sindicales pequeñas, que se apartaron de la podredumbre y tratan de practicar un sindicalismo independiente, a «fortalecer» la burocracia de las centrales sindicales.
Ante ese panorama, el señor Edwin Palma plantea que como los trabajadores no nos podemos unir, entonces, toca obligarlos a unirse con ese decreto, pero es que en los hechos no podemos hablar de una unidad, si previamente no es claro la unidad para qué, ¿unidad con los representantes de la burguesía que por sus intereses personales abandonan los intereses de los trabajadores de conjunto? esa unidad no le sirve a la clase obrera; miren las convenciones colectivas en las que se impuso pactar a dos, cinco o más años, como si durante ese período la lucha contra el patrón se congelara, muchas de esas organizaciones sindicales «grandes» no hacen o hacen muy poco frente a la persecución de los patronos que precisamente en el sector público, algunos de esos patronos como los alcaldes —quienes además de gastarse el presupuesto, engañan a las masas con una limosna— le niegan un justo pliego de peticiones a sus trabajadores, acosándolos laboralmente y amenazándolos para que se salgan de las organizaciones sindicales o los despiden.
La respuesta frente a la crisis del movimiento sindical, sí es unirse y fortalecer las organizaciones, pero bajo los principios del sindicalismo revolucionario, en ese sentido, los sindicatos honestos y luchadores deben salirse de esas centrales y organizar federaciones con independencia de clase, basados en unos principios ideológicos, políticos y unos métodos trabajo que se diferencien de los de la burguesía, es decir, donde se tenga claro que los patronos, el Estado, la burguesía y el imperialismo son nuestros enemigos de clase, que los trabajadores somos una sola clase a nivel mundial, por lo que la solidaridad internacionalista es fundamental, que la base es la máxima autoridad, que las juntas directivas no son señores que cabalgan sobre sus bases, que los recursos son para lucha y que la lucha de resistencia debe ser parte de la preparación de una lucha definitiva por la destrucción de la esclavitud asalariada.
La mejor respuesta a ese decreto es luchar por la UNIDAD consciente por la base y al calor de la lucha, al calor de la defensa de los derechos de los trabajadores y en contra de los atropellos de los capitalistas, como desde ya lo están haciendo en las distintas ciudades del país, sin ningún vínculo con la burocracia de las centrales sindicales, un puñado de sindicatos luchadores.
Desde ya los sindicatos del sector privado deben organizarse con independencia de clase, ya el señor Edwin Palma lo anunció, ese decreto lo tienen listo, y la mejor respuesta a estos decretos es realizar Encuentros, Asambleas populares para organizar la lucha, trabajadores del sector estatal y del sector privado a unirse para defender los derechos de todos los trabajadores.
