La burguesía es la clase más despreciable de esta sociedad machista y patriarcal. Y vaya que sí tienen motivos las mujeres para afirmarlo, incluso las de la misma burguesía. Muestra de ello es que en Arabia Saudita, gobernada por la monarquía wahabí, el pasado 13 de marzo organizaron el primer congreso de mujeres al que llamaron Consejo de Mujeres de Qassim, supuestamente para darle más oportunidades a la mujer. Como si se tratara de un pésimo chiste, la presentación y dirección del congreso fue hecha ¡por trece hombres! Las mujeres del congreso estaban en un cuarto contiguo desde el cual se comunicaron por medio de una videollamada, pues según las retrógradas costumbres y leyes medievales que persisten en esos países petroleros y panislamistas, las mujeres y los hombres no se pueden mezclar en una misma reunión.
Esta es una muestra de la opresión en la que viven millones de mujeres en todo el mundo, víctimas del machismo arraigado en la sociedad a través de siglos, el cual no le permitió a estas mujeres oprimidas por el Estado, la religión y los hombres que detentan el poder, ni siquiera poder inaugurar un congreso en el cual supuestamente iban a reivindicar sus derechos. Lo que sucedió en Arabia, demuestra la hipocresía con que las clases dominantes tratan el asunto de la mujer en la sociedad burguesa: en la formalidad de la ley, hacen reformas y encuentros supuestamente para mejorar la situación de la mujer; en los hechos, les niegan todos los derechos a las mujeres, solo por el hecho de ser mujeres, como el derecho a expresarse libremente, a estudiar, a montar en bicicleta, a ocupar altos cargos laborales, a devengar el mismo salario que los hombres por un mismo trabajo… en fin, el congreso que se realizó en Arabia, es un reflejo fiel de los derechos que goza la mujer en esta podrida sociedad: pueden hablar, pero en un cuarto lejano, «donde no estorben o molesten a los machos»; pueden «gozar de derechos», pero hasta donde esta sociedad patriarcal se los permita.
El congreso de Arabia Saudita es un motivo más para que las mujeres del mundo se animen a organizarse políticamente para construir en Colombia y en todos los países el Partido del proletariado, que levante las banderas de la lucha directa contra esta podrida sociedad que oprime brutalmente a todas las mujeres y que les dé perspectivas en el sentido de construir una sociedad socialista en la cual gocen de derechos económicos, sociales y políticos reales, como ya los tuvieron las mujeres de la URSS y de la China socialista, sociedades en las cuales la mujer podía participar y decidir sobre el futuro político, económico y social de millones de seres humanos, sin sufrir ningún tipo de discriminación. Sociedades socialistas que agrupaban a miles de mujeres en congresos en los cuales, junto a sus camaradas hombres, proponían y ejecutaban planes de alfabetización, de socialización de las tareas del hogar, de educación para el trabajo entre otros temas, logrando en muy poco tiempo un altísimo grado de emancipación real de las mujeres, que es lo que reclaman hoy en día las mujeres de todo el mundo y por lo cual los comunistas revolucionarios deben trabajar.