El 22 de marzo fue asesinado por sicarios al servicio del ingenio Incauca, propiedad de Ardila Lulle, el comunero indígena Javier Oteca. Los hechos ocurrieron en una zona custodiada por el Ejército y la Policía, quienes también han hostigado a los indígenas que llevan a cabo la recuperación de tierras ancestrales, prometidas por distintos gobiernos.
A la burla del gobierno se suma ahora el asesinato ordenado por uno de los grandes grupos monopolistas colombianos en complicidad con las fuerzas militares y las autoridades. La muerte de Javier Oteca no deja duda que ¡la paz de los ricos es guerra contra el pueblo! a la que se debe responder preparando la GUERRA POPULAR.