¡NI SUMISAS, NI DEVOTAS!

¡NI SUMISAS, NI DEVOTAS! 1

Sí, insumisas e irreverentes, cientos de mujeres se concentraron en Buenos Aires, Córdoba y Rosario (Argentina) el pasado 7 de febrero, indignadas por el ultraje al que se vieron sometidas tres mujeres en una playa pública por, según la policía, estar mostrando los senos mientras de bronceaban. El Estado argentino movilizó las fuerzas represivas de la policía, como si se tratara de un gran operativo antiterrorista al mejor estilo hollywoodense: cerca de 30 policías llegaron a acorralar a estas tres mujeres para ejecutar el «código de policía argentino» que impone multas a las personas que «con acto, palabra, dibujo o inscripción torpe u obscena ofendiera la decencia pública». Gran efectividad policial a la hora de reprimir a las mujeres, pero nula movilización a la hora de censurar la publicidad sexista que utiliza el cuerpo de la mujer para promocionar sus mercancías; gran despliegue policial para acorralar, señalar y perseguir a tres mujeres indefensas, pero lentitud a la hora de capturar y judicializar a los tres hombres que en octubre del 2016 asesinaron a una joven de 16 años y ante lo cual también hubo protestas en ese país.

La manifestación de rechazo a esta actuación represiva y abusiva del Estado fue lo que denominaron «Tetazo», la cual consistió en una concentración con el torso descubierto, en abierto desafío al Estado terrorista para que las detuviera a todas. Llevaron consignas pintadas en su cuerpo, pancartas y arengas contra el terrorismo de Estado, contra el patriarcado, contra una sociedad oficial conservadora, enferma e hipócrita a quien le causa horror incluso que las mamás amamanten a sus hijos en público… una manifestación que en últimas, estaba dirigida contra el orden burgués imperante que desde el Estado promueve la violencia contra la mujer, mientras hipócritamente lanza campañas supuestamente defendiendo sus derechos.

Esta fue una manifestación justa y desafiante, como decía uno de los carteles: ¡Ni sumisas, ni devotas! La cual fue respaldada por el movimiento feminista y el proletariado revolucionario que apoya toda chispa de rebeldía de los oprimidos, y con mayor razón la justa indignación de las mujeres contra el orden social existente, más aún cuando en este caso la movilización desafiaba al Estado sexista y terrorista sentando un precedente.

¡Ni sumisas, ni devotas! Como deben ser todas las mujeres para desatar sus fuerzas revolucionarias, no únicamente y especialmente contra los hombres, embrutecidos y degradados por el ambiente social, sino especial y primordialmente contra este maldito sistema moribundo que descarga sobre las mujeres los peores horrores.

¡Ni sumisas, ni devotas! Marchando hombro a hombro con sus hermanos hombres que padecen también el yugo de la explotación y la opresión para demoler el Estado; esa máquina de oprobio que reproduce las costumbres patriarcales, criminaliza la insumisión, persigue el pensamiento de avanzada y aplasta la justa rebeldía de los oprimidos para garantizar los privilegios de unos cuantos magnates para quienes la mujer y los trabajadores son solo objetos de uso y fuente de sus beneficios.

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