En Colombia, el embarazo adolescente es una de las principales causas de la deserción escolar, con un dato alarmante: según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida de 2020, el 65,2 % de las niñas entre 10 y 14 años que se embarazan o ya son madres, han interrumpido su educación formal. Estas jóvenes, en su mayoría, no solo enfrentan la carga de ser madres en condiciones precarias (sin empleo, sin vivienda, sin salud, etc.), sino que se ven obligadas a abandonar sus estudios.
Y esto responde a la falta de una sociedad que asegure no solo educación sexual, reproductiva y un sistema de salud eficiente que provea métodos anticonceptivos accesibles, de calidad y gratuitos para todas las mujeres, sino también condiciones que permitan a las jóvenes continuar con su formación académica.
El estudio Milena, realizado en 2018, mostró que solo el 13,8 % de las mujeres que tuvieron un hijo en la adolescencia continuaron con estudios terciarios (pregrado, posgrado), en comparación con el 25,4 % de aquellas que pudieron posponer la maternidad para la edad adulta joven. Esta cifra demuestra que no solo necesitamos educar sobre sexualidad y anticoncepción, sino también crear un sistema educativo en el que las mujeres no se vean obligadas a abandonar sus estudios por la maternidad.
Por eso, es imperativo que las universidades, institutos de educación superior y programas técnicos implementen políticas de apoyo reales para las madres jóvenes. Esto incluye la creación de guarderías en las instituciones educativas para que las estudiantes no tengan que abandonar sus estudios por la carga del cuidado de sus hijos, además de la generación de subsidios para las madres cabeza de hogar, especialmente las que son jóvenes, solteras o en situaciones de pobreza.
No podemos seguir permitiendo que el embarazo prematuro sea un factor determinante en la deserción escolar. ¡Los hijos no deben ser una carga para las mujeres jóvenes! Deben ser una motivación para culminar nuestra formación académica y conquistar un futuro mejor.
Para conquistar eso, las mujeres debemos dar el paso y elevar el nivel de organización de todo el movimiento femenino popular; forjar un Movimiento Femenino Revolucionario capaz de dirigir una lucha revolucionaria que obligue al Estado burgués a establecer subsidios directos, ayudas para que las madres cabeza de hogar, especialmente las que son jóvenes, solteras o en situaciones de pobreza, puedan criar a sus hijos mientras siguen formándose académicamente para acceder a mejores oportunidades laborales.
Es crucial que, además de algunas reformas concretas, continuemos aumentando el nivel de organización de las mujeres de las clases trabajadoras para avanzar hacia la lucha por un sistema educativo donde las jóvenes no tengan que enfrentar la disyuntiva de ser madres o ser estudiantes, sino que puedan ser ambas cosas sin poner en riesgo su futuro. Es hora de organizarnos para acabar las actuales condiciones de opresión que viven las mujeres de la juventud y construir el Estado de obreros y campesinos que garantice a todas las mujeres del pueblo los recursos y el apoyo necesario para estudiar y para no ver la maternidad como un obstáculo, sino como un derecho que, es evidente, no puede garantizar el actual Estado de los ricos que solo posa de Estado social de derecho.
¡Viva la justa lucha de las mujeres del pueblo!
