Los campesinos residentes en el municipio de Riofrío en el Valle de Cauca, denuncian la intervención de la compañía minera Anglo Gold Ashanti en el corregimiento de Salónica. La comunidad campesina responsabiliza al gobierno e instituciones Estatales de los daños irreparables que llegaría a causar al entorno; piden al pueblo en general se les brinde la solidaridad ante la justa reclamación.
Los pobladores denuncian el fuerte golpe que va a sufrir la naturaleza toda vez que su efecto se extendería a localidades distantes como consecuencia de la extracción de metales porque destruirá los ecosistemas; responsabilizan al Estado que actúa como intermediador de «un gran megaproyecto minero para la extracción de oro y platino» y lo acusan de ser el responsable junto con la Agencia de Minas y la Corporación Autónoma Regional Valle del Cauca (CVC) de pretender otorgarle una licencia ambiental a la compañía sudafricana Anglo Gold Ashanti, sin importarle las riquezas hídricas y el «fresco verdor de los bosques» que existen en esa región.
El campesinado llama a las localidades aledañas a estrechar lazos de unidad, que deben convertirse en grandes movilizaciones para: «decirle a la multinacional que en esta cordillera no entra, que se vaya para otras partes a hacer su explotación minera, pero que estas riquezas, no nos las destruya porque estas riquezas no tienen precio, estas riquezas se las dejamos a las futuras generaciones porque el oro no se come, pero el agua la necesitan todos los seres vivos».
La pequeña economía campesina de Salónica se basa en la producción de café, plátano, frutales, hortalizas, especies menores, pequeña ganadería y recientemente el ecoturismo; en todas ellas el agua es de vital importancia, pero para el capitalismo imperialista que basa su existencia en la destrucción de la naturaleza y la explotación del hombre, los campesinos no le encajan en sus intereses por eso se valen del soborno al Estado Burgués y la aniquilación física de dirigentes sociales y ambientales para lograr sus propósitos.
No es cierto que la “inversión extranjera” (ni tampoco la nacional) vaya a traer progreso a las regiones, por el contrario, lo que llegará es destierro, hambre, miseria, ruina, descomposición social, como se ha visto en otros territorios y lugares del mundo; así mismo se verá como el Estado favorecerá a estas empresas con leyes a cambio de migajas, y utilizará sus fuerzas legales e ilegales para desplazar a quienes se opongan a sus proyectos capitalistas en el campo. Y en cuanto a las consecuencias medio ambientales, los frutos que se han cosechado de ese “progreso”, son una prolongada secuela de contaminación y destrucción producida por los tóxicos que afectan las especies nativas del lugar, al retirarse la capa vegetal del suelo se pierde la flora, las aguas superficiales y subterráneas se secan por la emisión de polvo y materiales venenosos arrojados al medio natural, volviéndose sitios improductivos y desérticos.
«El oro no se come», lo que piden los campesinos es que no los dejen solos porque hoy más que nunca están amenazados por esta compañía y su mayordomo el Estado Burgués, quien sin duda se dispondrá a cumplir las órdenes de los imperialistas. Es necesario establecer los lazos de unidad entre los pobres del campo y la ciudad y apoyar las movilizaciones como siembra a las condiciones de un gran Paro Nacional Indefinido, que frene la aprobación de estos proyectos.
Pero indudablemente, si se quiere proteger los ecosistemas se necesita la revolución socialista en Colombia, no más desarrollo capitalista que expolia y destruye a cambio de obtener ganancias a corto plazo. En ese sentido, es fundamental el fortalecimiento de la alianza obrero y campesina para, mediante la guerra popular, lograr expropiar a terratenientes y capitalistas, expulsar a los imperialistas del país y pasar todos los recursos naturales en manos del nuevo Estado de Obreros y Campesinos, quien garantizará como prioridad la defensa de la Naturaleza.