“Nos están matando, ya vamos 125 muertos…” Con este desesperado y terrible aviso de finales del 2016 Marcha Patriótica, denuncia de la infame persecución y exterminio que sufre de parte del Estado terrorista este partido político, uno más de la llamada democracia en Colombia.
Ese aparato burocrático militar al que apela esta organización recurrentemente para salvaguardar su integridad, es el mismo que ejecutó a la mayoría de las más de 300.000 muertes en la época conocida como la violencia, a mediados del siglo pasado. Es el que ha exterminado físicamente a otro partido político similar como la Unión Patriótica, con más de 5.000 militantes asesinados. El mismo artífice intelectual y material de la mayor fosa común de Latinoamérica, ubicada detrás del Batallón Militar en la Macarena, con 2000 cadáveres de desaparecidos por la Fuerza Omega durante el Plan Colombia, fuerza que tiene asesoría directa del imperialismo estadounidense. Es el mismo ente que está detrás de las más de 4 mil fosas comunes en Colombia encontradas hasta hoy, con más de 5.638 cuerpos, en su mayoría de indefensos campesinos, así como de un porcentaje de las más de 57.200 personas desaparecidas en el país. Fuerza que es la principal responsable de la tragedia de más siete millones de desplazados en esta guerra contra el pueblo.
Colombia, es el único país de este continente, intervenido directamente por el imperialismo norteamericano, que en 70 años sólo ha sufrido un golpe militar (1953-1957), pero en el largo periodo de “democracia” el régimen y la burguesía han asesinado más personas que en todos los regímenes dictatoriales juntos. “La Violencia” (de 1948 a 1957), causó 300.000 asesinatos y el desplazamiento forzoso de más de dos millones de personas, equivalente casi a una quinta parte de la población total de Colombia, que para ese entonces alcanzaba los 11 millones de habitantes. Y según el registro oficial de la Unidad para las Víctimas de la Presidencia de la República, los mártires de la actual guerra reaccionaria por la renta diferencial del suelo, sumaban ocho millones durante el período 1985-2016. ¿Es de extrañar entonces que semejante maquinaria asesina se ensañe con un partido que pacíficamente solo aspire a mejorar las libertades para los pequeños y medianos propietarios bajo este ruin sistema?
Al lector desprevenido le parecerá apenas lógico, pero para la democracia pequeño burguesa esto no puede ser posible, porque según su concepción la legislación colombiana, los derechos constitucionales y humanos por los que ha luchado la sociedad ─hasta ahora dividida en clases─, tienen que hacerse cumplir y de lo que se trata es de aislar a la extrema derecha del poder, para dar rienda suelta a la transición pacífica a una sociedad mejor.
Ya ha corrido mucha agua bajo el molino de la lucha de clases, y está comprobado que los oprimidos y explotados no pueden esperanzarse en la maquinaria estatal de los ricos para hacer justicia, porque ella está diseñada para mantener y profundizar las diferencias entre poseedores y desposeídos, sometiendo a estos últimos como inmensa mayoría, al poder político y militar de la minoría explotadora.
Los jefes de Marcha Patriótica depositan su confianza en un Estado de dictadura de los capitalistas y esto le está costando la vida a cientos de sus militantes; su fe supersticiosa en el Estado los lleva a sembrar ilusiones en la máquina asesina convirtiéndose objetivamente en encubridores de esta masacre. Es el Estado capitalista colombiano el enemigo de los trabajadores, es su paz una guerra contra el pueblo y es por ello que los obreros, campesinos y todo el pueblo debe unirse para la lucha independiente y revolucionaria contra esta institución, y no para el apoyo a su dominación y a una paz con la que encubre su brutal y sangrienta dictadura contra el pueblo.
