El 24 de febrero se cumplirán dos años desde que tropas comandadas por Putin invadieran Ucrania con el propósito de frenar el plan expansionista de los imperialistas encabezados por los Estados Unidos, quienes pretendían ganar a Ucrania —vinculándolo a la OTAN— como uno de sus más codiciados aliados en una de las fronteras clave del territorio ruso.
Rusia reaccionó y lanzó una invasión con el interés de frenar rápidamente a sus enemigos de occidente, pero hoy —casi dos años después— lo que se vislumbra en Ucrania es una guerra donde los contendientes no tienen en sus planes inmediatos ceder ante sus adversarios; todo lo contrario, de parte y parte el presupuesto para la guerra sigue aumentando, invirtiendo miles de millones de dólares en arsenal militar y atacando a diario en varias partes del territorio ucraniano.
Las cifras son aterradoras, los informes sobre muertos y la destrucción son distintos, dependiendo de las fuentes que se consulten; igual situación sucede con las versiones sobre quiénes son los vencedores y los vencidos parciales en esta guerra. Pero, sean unas u otras las fuentes que consultemos, el hecho real es que los muertos se cuentan por decenas de miles en los dos bandos y, como en toda guerra reaccionaria, una alta cifra de esos muertos son gente desarmada del pueblo, que no son parte de los ejércitos en contienda. Las fuerzas asesinas de las dos partes van bombardeando regiones ocupadas por población civil con tal de mostrar resultados ante del mundo y propinar ataques a sus adversarios.
En las últimas semanas, Ucrania y Rusia se han acusado mutuamente de multiplicar los bombardeos contra zonas civiles, en un momento de pocos avances en el frente de batalla, pero las cifras son terriblemente elocuentes: el pasado lunes 15 de enero, se reportaron más de 1000 bajas del ejército ruso, según la cadena de noticias BBC de Londres; Naciones Unidas informaba que ha verificado 18.955 víctimas civiles, de ellas 7199 muertos y 11.756 heridos; y el gobierno de Ucrania —por intermedio de Zelenski— informó que de sus tropas han muertos cerca de 13.000 soldados y dicen que han dado de baja a más de 140.000 soldados rusos. La guerra se ha ensañado sobre algunas regiones como Donetsk y Lugansk donde reportan más de 4000 muertos y más de 6000 heridos; además de las víctimas en la ciudad capital Kiev donde según la ONU han muerto 3010 civiles y hay 5778 heridos.
¿Por qué no para la guerra en Ucrania? Quienes están realmente enfrentándose allí son los imperialistas, los peores asesinos que están llevando a cabo sus ejercicios militares para medir fuerzas y capacidad bélica, utilizando al pueblo ucraniano como carne de cañón; son los intereses expansionistas de los reaccionarios quienes pretenden apagar con gasolina el incendio que ellos mismo han creado en Ucrania. Por eso los gringos y los imperialistas europeos le siguen inyectando enormes cantidades de dinero y suministro de armas.
El pueblo de ucrania, los pueblos del mundo y los revolucionarios deben exigir el fin de esta guerra, al final de cuentas, para los trabajadores ucranianos no existe diferencia fundamental entre estar bajo el mando de poder de los rusos o de los gringos, pues para el pueblo de Ucrania la única salida progresista y revolucionaria es la Revolución, que derrote tanto a los invasores rusos, como a los imperialistas made in USA y Europa, junto con la burguesía socia y cómplice que está fuertemente unida y representada por el presidente Zelensky.
El pueblo no debe tomar partido por uno u otro bando, su único camino es: o detener la guerra o convertirla en revolución.
