
Desde la desintegración de la Unión Soviética entre 1990 y 1991, Rusia se ha mantenido como una de las potencias imperialistas más fuertes del planeta, un lugar que igual que las demás potencias, solo lo pueden mantener oprimiendo, explotando y expoliando al resto de países y pueblos del mundo.
Ucrania y la guerra que allí se libra desde 2014 e intensificada con la invasión desde febrero de 2022, son un botón de muestra de esa política cruel y asesina, donde el territorio ucraniano es un botín en la disputa de control territorial entre los colosos de occidente y oriente.
En Ucrania, como hemos dicho desde el principio, está en marcha una guerra interimperialista, librada por el gobierno de Zelenski. Por un lado, el imperialismo estadounidense/de la OTAN, con la colaboración activa de todos los países imperialistas de la UE y otras potencias occidentales, y por el otro, el imperialismo ruso: dos ejércitos imperialistas que luchan entre sí (claramente, como todos los ejércitos imperialistas, imponen el reclutamiento forzoso y causan la muerte de innumerables jóvenes en ambos bandos). El objetivo es un nuevo reparto del mundo, por la posesión y el control de las fuentes de energía, las materias primas esenciales y las rutas de tránsito; con una nueva guerra interimperialista por las ganancias y la dominación mundial que se vislumbra en el horizonte

La gráfica nos muestra el estado actual de la disputa territorial donde el gobierno de Putin tiene el claro propósito de anexionarse todo el territorio del Donbás, un propósito que se consolidó desde 2014 cuando se anexionó la estratégica península de Crimea que fue en plata blanca, como el zarpazo inicial para medirle el aceite a sus adversarios occidentales, quienes no reaccionaron con contundencia; y así las cosas, les dieron carta blanca a los rusos para ir por más. Intención que se cristalizó usando como disculpa el propósito de vincular a Ucrania a la OTAN, los rusos lanzaron su poderío militar y hoy tienen bajo su control el 100% de Crimea, el 99% de Lugansk, el 70% de Donestk, el 74% de Zaporiyia y el 76% de Jersón; todo lo cual suma el 20% del territorio ucraniano… Y quieren más.
Una guerra entre ejércitos reaccionarios donde la consecuencia directa para la población es la muerte de decenas de miles inocentes, destrucción y devastación del territorio y la economía. Cifras en verdad incalculables con precisión por la magnitud y los intereses que se mueven detrás de este tipo de guerras. En solo muerte de soldados de los 2 bandos, las cifras de centros de estudios (las optimistas) no bajan de 600 mil muertos, y otros como el New York Times hablan de hasta 1,4 millones de soldados. La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos, hasta febrero de 2025 ponía la cifra de civiles ucranianos en más de 12 500, y más de 10 millones de personas dejando sus hogares para huir de los bombardeos.
Los falsos procesos de paz entre los imperialistas
Los imperialistas pregonan falsos e hipócritas llamados a la paz, pues mientras hablan de ello, los rusos intensifican sus ataques y los gringos juntos con los europeos pregonan la paz a la vez que mandan tropas, armas y financiación a las fuerzas militares ucranianas para seguir «apagando el fuego con gasolina».
Con ese llamado, los dos bandos buscan llegar en algún momento a ponerle freno a la guerra para consolidar lo conquistado o lo perdido por cada parte, como en toda guerra; el tema aquí es cuales son las condiciones para sentarse a negociar, y para el caso de Putin, su propósito es «negociar la paz» pero en medio de una intensificación a gran escala de las acciones militares, buscando con ello el lugar más favorable posible para apoderarse de la mayor parte del botín, sentarse a hablar de paz con posición de ofensiva en la guerra.
La reciente reunión en Alaska entre Trump y Putin estuvo en palabras, reafirmando la intención de ponerle fin a la guerra, esos al menos eran los slogans publicitarios que adornaban el recinto y toda la parafernalia mediática apuntaba a que era una gran cumbre hacia la firma de la paz… pero la realidad era muy diferente, y todo se desvaneció como espuma, como lo testifica el reporte cantinflesco que dio Donald Trump a la salida de la reunión frente a la pregunta de los avances:
«Tuvimos una reunión sumamente productiva y se acordaron muchos puntos, …quedan muy pocos. Algunos no son tan significativos. Uno probablemente es el más importante, pero tenemos muy buenas posibilidades de lograrlo. No lo logramos, pero tenemos muy buenas posibilidades de lograrlo».
De parte de Putin, la intención es en lo inmediato arreciar la guerra, y no puede ser de otra forma pues sus opositores, incluido Trump ya mostraron que no quieren irse de frente en lo militar contra Rusia; este ya es un hecho al menos en lo inmediato, a sabiendas que de hacerlo, lo más seguro es que se destaparía la «caja de pandora» y países como China, Corea del Norte, Irán, entre otros, muy seguramente entrarían más de frente en la guerra. ¡Putin les midió el aceite y va por más!
Para Trump, quien cree que todo el mundo puede y debe estar a sus pies, en este caso los planes no le están funcionando; su papel como pacificador del mundo, en el caso de Ucrania no le ha salido muy bien hasta el momento, su plan de ordeno y mando y se cumple o se cumple, se le está devolviendo como un bumerang dejándolo como un charlatán, que no pasa de amenazas y bravuconadas. De hecho, pasó de amenazas de intervención más directa en la guerra si Putin no se sentaba YA a negociar, a amenazas con medidas económicas contra Rusia con la pomposa frase de «habrá consecuencias muy graves».
En lo inmediato, las amenazas de Trump se centrarían en sanciones comerciales a Rusia, con sus incrementos en aranceles, y otras medidas como golpear económicamente a quienes sostengan negocios con la economía rusa, caso por ejemplo de la India que junto con China han expresado su decisión de seguir comprando grandes cantidades de hidrocarburos a Rusia, ante lo cual Trump recientemente firmó un arancel del 25% adicional a los productos que importa Estados Unidos de la India, subiéndolo al 50%.
Aun así, el botón que pueden oprimir para desatar una tercera guerra mundial sigue activo, una debacle mundial se puede desencadenar en cualquier momento y los pueblos del planeta no deben menospreciar esta fatal realidad.
Los Estados Unidos siguen pretendiendo hacer el papel de pacificadores del mundo, y los medios de comunicación le sirven como fieles sirvientes a su propósito. Mientras le dedican todo su arsenal mediático a propagar sus declaraciones y llamados a la paz en la guerra en Ucrania, ocultan de manera ruin, criminal y cómplice el papel de los imperialistas estadounidenses como responsable principal del genocidio y la destrucción que su perro de presa Netanyahu sigue llevando a cabo en la Franja de Gaza sobre el pueblo palestino.






