Etiopía, una crisis social en medio de una guerra reaccionaria

Etiopía, una crisis social en medio de una guerra reaccionaria 1

Etiopía es el segundo país más poblado de África, con más de 100 millones de habitantes; la región del Tigray está ubicada en su parte norte, con algo más de 5 millones de habitantes, siendo una de las 10 regiones que componen el país y cuentan formalmente con gran autonomía, ya que su forma de gobierno es de una “República Parlamentaria Federal”.

En noviembre de 2021 se cumple un año desde que el gobierno de Etiopía tomó la decisión de intervenir militarmente en la región norte del país, en la región del Tigray, o Tigre en español; las razones que argumenta el primer Ministro para hacerlo es que culpa al Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) de lanzar una campaña militar para derrocar al gobierno central.

La situación de la población es dramática, según la ONU la hambruna provocada por la guerra tiene al borde de la muerte a más de 100 mil niños, cerca de 300 mil civiles han sido desplazados desde 2020, y solo en el la región de Tigray, más de 40 mil han salido huyendo hacia Sudán

El conflicto interno es muy grave y viene de varias décadas atrás. Como en muchos países, fueron diversas las organizaciones que se alzaron en armas; para el caso de Etiopía, se destacan al menos 12 grandes fuerzas guerrilleras que dan una idea del profundo y extenso conflicto en ese país africano: Partido Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRP) – Movimiento Socialista de Toda Etiopía (MEISON) – Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) – Frente Popular de Liberación de Eritrea (EPLF) – Frente de Liberación Oromo (FLO) – Frente de Liberación de Somalía Occidental (WSLF) – Frente para la Liberación de Eritrea (ELF) – Frente de Liberación Afar (ALF) – Unión Democrática de Etiopía (EDU) – Frente para la Liberación Nacional de Ogaden (ONLF) – Frente Islámico para la Liberación de Oromia (IFLO) – Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF). Tan grande y poderoso ha sido el movimiento guerrillero que en 1991 fue derrocado el gobierno que posaba de “régimen comunista”, desde 1977 con el apoyo del social-imperialismo soviético, que había contribuido a imponer un régimen proruso en su carrera de extender el poder en África.

Nunca en su historia ha habido en Etiopía un gobierno comunista, lo que ha habido es una sucesión de regímenes dictatoriales inmersos en una guerra sin fin donde el pueblo etíope participa solamente poniendo los muertos y sufriendo de manera espantosa las consecuencias de una guerra reaccionaria en todo el territorio y fuertemente intensa en la región del Tigray. Los imperialistas, como en cualquier parte del mundo, se pelean a muerte el control político, económico y militar de cada región, y Etiopía no podía ser la excepción; luego de haber sido dominada por los Británicos, los gringos, invadidos por los italianos en cabeza de Mussolini; pasó a ser una semicolonia de Rusia; y hoy, los imperialistas chinos también lanzan sus garras en todo el cuerno africano donde Etiopía es un país clave para dominar la región y para debilitar a sus contendientes. Son los imperialistas los principales azuzadores de la guerra interna en Etiopía, quienes como lobos con piel de oveja, también son los primeros en sacar hipócritas declaraciones de condena a la violencia.

El Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) surgió dentro de la tercera etnia más grande de Etiopia, los tigrayanos, que son el 6% de la población etíope, en la década del 70 del siglo XX, como una guerrilla influenciada por la ideología marxista, pero que nunca se llegó a plantear con seriedad el desarrollo de una guerra popular ni la construcción del Partido proletario en Etiopía; muy similar a las guerrillas surgidas en Latinoamérica por la misma época. Desde entonces se inició una lucha que combinaba las acciones militares con las campañas de propaganda y organización en todo el país, llegando a conquistar una fuerte acogida entre la población sometida al hambre y las desatenciones producto de los normales gobiernos corruptos y defensores de los intereses de los más poderosos.

Su popularidad los llevó a derrocar al gobierno y convertirse en fuerza gobernante en 1991, sin que eso representara un cambio fundamental para la población; para las masas, todo siguió igual, sometidos, explotados, con hambre, viviendo en la miseria, sin atención en salud, con sus niños muriendo por desnutrición, sus mujeres presa de los depredadores y violadores, el pueblo siguió viviendo en condiciones precarias y poniendo los muertos.

Nunca bajo todos estos años, se propusieron las fuerzas guerrilleras organizar a la población como fuerza militar armada para ejercer el poder directamente, nunca crearon un verdadero ejército popular como parte de las masas armadas, nunca crearon verdaderas bases de apoyo revolucionarias gobernadas directamente por las masas armadas, nunca se propusieron seriamente construir un Partido Político de la Clase Obrera en Etiopía, como fuerza dirigente fundamental de toda la lucha de las masas. Por ende, si las masas no son protagonistas directas de la guerra, serán víctimas del poder desenfrenado de una u otra fuerza militar que terminará victimizando de todas las maneras posibles a la población.

Hoy, Etiopía sigue siendo un campo de batalla, desde 2018 funge como Primer Ministro Abiy Ahmed Ali (verdadero jefe de Estado porque el presidente es una figura decorativa), perteneciente a la etnia Oromo, la más grande del país, y quien es oponente furibundo del Frente de Liberación Popular de Tigray, a quienes luego de derrotarlos, los persiguió tanto militar como políticamente en los puestos de gobierno. El (TPLF), a partir de 2020 tomó como estrategia, luego de haber sido sacados del gobierno nacional, atrincherarse en la región norte donde se han establecido como partido gobernante en una lucha separatista con la idea de establecer una región autónoma. Lo que no ha sido visto con buenos ojos por el gobierno quien ha lanzado una campaña militar de grandes proporciones, que ha dejado millones de desplazados, miles de muertos inocentes, destrucción y un verdadero infierno para el pueblo… y todo comandado por Abiy Ahmed Ali, Primer Ministro y notable ¡“Premio Nobel de Paz de 2019”!

Por su parte las fuerzas guerrilleras opuestas al gobierno han realizado una alianza militar con la promesa de lanzar una escalada con el objetivo de tomarse la capital y derrocar el gobierno, todo lo cual pone a Etiopía en una perspectiva muy grave para la población, pues no se ve en el inmediato futuro una solución que beneficie a los obreros, campesinos y comunidades indígenas o étnicas.

La contienda en Etiopía es sin titubeos, una de las peores pero acostumbradas carnicerías propias de un capitalismo moribundo, en decadencia, podrido hasta los tuétanos, y que solo puede encontrar salida revolucionaria si los auténticos comunistas etíopes logran construir un Partido Comunista Revolucionaria y poner a andar una auténtica guerra popular que arme a las masas para construir un nuevo poder.

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