Al 31 de octubre de 2015, 27 mil 586 personas del pueblo fueron desaparecidas por el Estado terrorista en alianza con los para-ejércitos mafiosos de ese país. Las masas mexicanas y los inmigrantes que pasan por este territorio limítrofe con los EE.UU, soportan el yugo esclavista, sanguinario y superexplotador de las clases dominantes, de lo cual dan cuenta las espeluznantes cifras de muerte, salarios miserables y esclavitud de las masas trabajadoras.
Nombres como Carlos Slim y el Chapo Guzmán, son conocidos explotadores y sanguinarios capitalistas que representan las facciones el poder en este país oprimido, las cuales tienen en el terrorismo de Estado, el método común para mantener su dominación de clase sobre la inmensa mayoría trabajadora.
Pero la opresión genera resistencia, y en el campo y la ciudad las masas dan muestras de que no están dispuestos a soportar por siempre la dominación de los parásitos y asesinos explotadores. El dominio de las mafias en zonas extensas, el terrorismo de Estado y la superexplotación en campos agrícolas y zonas industriales, no detienen la creciente lucha, que tiene en el proletariado a la principal y dirigente clase social para oponerse a la dominación de los capitalistas y encabezar una revolución de todos los oprimidos.
La agudización de la crisis social de la sociedad mexicana, atizada por la crisis económica del capitalismo mundial, acelerada con la guerra capitalista por la monopolización de las rutas de la droga hacia EE.UU, no ha hecho más que acumular odio y rebelión contra el régimen.
El Estado hoy administrado por el gobierno de Peña Nieto, demuestra su putrefacción de punta a punta. Él intentó desactivar la oleada de manifestaciones, denuncias y luchas directas que produjo la muerte y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, al publicar el 22 de enero de este año lo que llamaron la «verdad histórica», llena de falsas pruebas y testigos, con la cual han sido investigados y condenados unos cuantos policías, pero al final resultó ser un instrumento para dejar en total impunidad a la burguesía y los terratenientes de dicho país, culpables en ése y en el resto de miles de casos en que familias del pueblo se han quedado esperando a sus seres queridos, sin ninguna respuesta efectiva de parte del Estado.
Los 43 normalistas de Ayotzinapa, son la «punta del iceberg» de una política terrorista de las clases dominantes, brutalmente ejecutada por el Estado, con sus fuerzas armadas, legales e ilegales y con el respaldo del imperialismo, principalmente yanqui.
El proletariado internacional debe solidarizarse con el pueblo mexicano y con las familias de las más de 27 mil víctimas, luchando directamente y elaborando las denuncias contra el Estado mexicano y las clases parásitas que hoy detentan el poder político y económico. Obreros y campesinos deben luchar de la mano de los intelectuales revolucionarios, por construir el Partido político del proletariado, que encabece la agitación política contra el Estado terrorista y el gobierno de Peña Nieto, encausando todas las manifestaciones de lucha del movimiento obrero de ese país, hacia la destrucción del Estado opresor, para construir bajo sus ruinas el Estado de Dictadura del Proletariado.
Éste es el único tipo de Estado capaz de expropiar a los expropiadores, liberar el trabajo del yugo de la explotación e instaurar un régimen económico social socialista, que garantice un futuro para los trabajadores y sirva de base a la Revolución Proletaria Mundial.
El Estado mexicano actual, muestra su putrefacción y el carácter de clase que tiene, al servicio abierto de la burguesía financiera, mafiosa, industrial y comercial, así como de los terratenientes e imperialistas. No basta con quitar a Peña Nieto del gobierno y poner un demócrata o reformista burgués a su cabeza, porque esto no acabará con la injusticia y las diferencias de clase que desgarran a la sociedad mexicana y que son producto del sistema económico y social basado en la propiedad privada y en la explotación.
La clase obrera de ese país tiene la misión histórica de encabezar la revolución de los oprimidos como parte de la Revolución Proletaria Mundial contra el capitalismo imperialista, para lo cual necesita de su partido político de vanguardia, que solo puede constituirse bajo la base ideológica del marxismo leninismo maoísmo.