Crece la amenaza de Guerra imperialista, se necesita con urgencia la Revolución

Crece la amenaza de Guerra imperialista, se necesita con urgencia la Revolución 1 La Organización para el Tratado del Atlántico Norte – OTAN, inició desde el 25 de octubre maniobras militares de gran envergadura, como las realizadas en Noruega con la participación de 50.000 soldados de 31 países, aproximadamente 10.000 vehículos de combate y 250 aviones; una de las más grandes desde que se dio por terminada la llamada «guerra fría». Los medios de comunicación informaron que en la primera semana de noviembre, aviones de combate rusos detectaron en sus fronteras al menos 16 aeronaves de los Estados Unidos en labores de espionaje, los cuales fueron persuadidos de retirarse del espacio aéreo ruso. Igualmente, según la agencia de noticias Reuters, el gobierno de los Estados Unidos tomó la decisión de desplazar una considerable parte de las tropas que tiene en África, que sobrepasan los 7000 efectivos, alistando fuerzas para una posible confrontación militar con Rusia y China.

Mientras tanto, Rusia informa sobre la creación para el 2019 de los misiles de última generación llamados hipersónicos Gvozdika, con una capacidad de destrucción, velocidad y distancia que simulan las señales térmicas de los aviones y se desplazan a más de 5 veces la velocidad del sonido. Según Michael Griffin, subsecretario para investigación e ingeniería del Departamento de Defensa estadounidense en el Pentágono, la capacidad militar de Rusia y China es superior a la de su país en la actualidad. En reciente informe periodístico de la cadena Hispantv se concluye: «El Pentágono se encuentra en la preocupante tesitura de que su equipamiento militar no está a la altura de la destreza demostrada por Rusia en sus operaciones militares y maniobras a gran escala, ni del creciente poderío militar de China, sobre todo en el ámbito de los portaviones y misiles hipersónicos».

Por el lado de Europa, nueve países se encuentran en proceso de crear una fuerza militar conjunta, con el objetivo de romper la dependencia militar frente a los Estados Unidos y con la motivación adicional de repeler las amenazas de Rusia. Inicialmente la iniciativa fue acogida por Francia, España, Alemania, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Estonia, Portugal y Reino Unido quienes le han dado vida a la «Iniciativa Europea de Intervención», como un acuerdo militar financiado desde 2019 por un fondo económico común y que en plata blanca pretende fortalecer a Europa como una fuerza militar que pueda disputarle en mejores condiciones los territorios y la economía a sus contendores.

Otros países también se preparan, Japón, las 2 coreas, Irán, Turquía, India, etc. Por todo el planeta cada uno a su nivel enfila sus baterías y se alinea con sus socios imperialistas para jugar su papel en el tablero de la posible guerra reaccionaria, que está pensada claramente como una válvula de escape para la crisis económica del capitalismo imperialista. La destrucción de una parte de los medios de producción, de una parte de la fuerza de trabajo y realizar un nuevo reparto del mundo es una alternativa a la que son empujadas las fuerzas del capitalismo moribundo y los pueblos deben prepararse para enfrentarla.

Todas las guerras regionales de las últimos años empujadas, azuzadas y ordenadas por los imperialistas son parte de ese plan macabro; con los millones de muertos, desplazados, desaparecidos, huérfanos, condenados a la miseria y el padecimiento… todo eso, han sido solamente escaramuzas entre bandidos que se muestran los dientes para mostrar su poderío y disposición a enfrentar una guerra de grandes proporciones para imponerse sobre los demás, aun a costa de la vida de todo el planeta. Los reaccionarios no tienen límites para sus voraces planes económicos como tampoco tienen compasión alguna con el ser humano y la naturaleza para llevarlos a cabo. Los pueblos del mundo deben detener esta barbarie.

La crisis mundial del capitalismo no tiene solución posible bajo la premisa de salvar el sistema económico y la superestructura política que le es necesaria. La economía actual basada en la anarquía de la producción, que gracias a los avances tecnológicos se ha multiplicado de manera exponencial, lleva a que cada día se produzca en mayor cantidad, a la par con una disminución creciente de la cuota de ganancia que deja esa producción, debido a que se invierte menos en capital variable (mano de obra) y muchos más en capital constante (maquinaria y tecnología). Si la ganancia del capital proviene de la plusvalía, de la explotación de la fuerza de trabajo, de suyo se deduce que la cuota de ganancia tiene que ser menor con cada avance tecnológico.

Por la misma lógica del capital, la burguesía se ve obligada a aumentar la ganancia y solo puede hacerlo a costa de aumentar la masa de plusvalía aumentado la masa de mercancías, así como aumentando la cuota de ganancia estrujando al límite la fuerza de trabajo y a cuenta del salario de los trabajadores: así, mientras más se produce más se incrementa el hambre, la miseria, el desempleo… las masas no tienen acceso a las montañas de productos que el infierno de la producción en las fábricas arroja 7 días a la semana, 24 horas al día. La crisis de sobreproducción es un hijo natural del capitalismo y sus consecuencias son cada vez peores. Los capitalistas y su sistema se pudren en su propia salsa y ni siquiera las guerras de rapiña imperialistas, como la que ahora preparan, podrán darles jamás una salida definitiva a su situación.

Solo el nuevo sistema socialista y una nueva forma de Estado pueden ser la solución a esta condición propia del sistema. Se necesita la revolución social y política que destruya mediante la Guerra Popular todo el poder del capital y construya un nuevo Estado que no tenga como criterio la ganancia de unos cuantos parásitos, sino que ponga en primer orden la satisfacción de las necesidades de las masas; un Estado que expropie a los expropiadores e impida la explotación de unos hombres por otros; un Estado que cree una nueva forma de gobierno sin burocracia parásita y sin militarismo… Un estado de obreros y campesinos sustentado en el armamento general del pueblo, como ya lo enseñó con creces la etapa de construcción socialista en Rusia de 1919 a 1956 y en China de 1949 a 1976; períodos donde la alianza obrero-campesina dejó un legado de experiencia que la burguesía, sus acólitos y apologistas se afanan por tergiversar y ocultar por obvias razones.

La guerra que ha de llevar a la humanidad a esa nueva etapa, sí es una guerra justa y revolucionaria, pues es el combate decidido de las masas obreras y campesinas que no están interesadas en perpetuar la explotación inmisericorde de los trabajadores y el uso indiscriminado y destructivo de la naturaleza. Es una guerra popular nutrida con la fuerza armada de millones de hombres y mujeres del pueblo que por esa condición estarán en capacidad de enfrentar y derrotar a los ejércitos reaccionarios por muy poderosos que sean. Los ejércitos de los imperialistas no son invencibles, solo basta con que las masas se vinculen de forma organizada a la guerra popular para convertirse en una fuerza mucho más poderosa que cualquier ejército profesional súper armado. Ya muchos imperialistas han tenido que morder el polvo con esta verdad de apuño de los comunistas revolucionarios: lo sufrieron los japoneses en la revolución china, lo sufrieron los fascistas alemanes en la segunda guerra mundial derrotados por los destacamentos guerrilleros y el ejército rojo, lo sufrieron los rusos en Afganistán y los yanquis en Vietnam, Laos, Camboya, Nicaragua, entre muchos otros. Y hoy día, lo están viviendo en todo su esplendor los imperialistas y el Estado reaccionario indio a cuenta de la Guerra Popular dirigida por el Partido Comunista de la India (maoísta), donde una portentosa revolución armada de las masas está conquistando poco a poco el poder en importantes territorios de la inmensa India.

Los preparativos de guerra reaccionaria de los imperialistas deben ser repudiados por todo el mundo, hay que movilizarse por todas partes para denunciar sus planes asesinos y hacer todo lo que esté al alcance de los pueblos y proletarios de todos los países para frenar esa carnicería mediante la revolución. Pero si se diera el caso que los imperialistas oprimen el botón y desencadenan la guerra, hay que contrarrestarla con la guerra revolucionaria, llamando a las masas y a todos los trabajadores que hayan sido lanzado a la guerra, a transformarla en guerra civil, en Revolución. Los trabajadores deberán destruir el podrido Estado de «su» propia burguesía y levantar la bandera de la paz entre los pueblos, sobre la base de la construcción de un nuevo tipo de Estado, el Estado de obreros y campesinos resguardado por el armamento general del pueblo.

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