La burguesía, la clase actual más reaccionaria de la sociedad, desde cuando se hizo al poder político, ha utilizado la falacia en defensa de sus intereses. Presenta su Estado como el poder de todo el pueblo, siendo en realidad una dictadura de los capitalistas. Declara derechos de todos los ciudadanos la democracia, la libertad y la igualdad burguesas, cuando en verdad son exclusivamente sus privilegios de clase dominante pues para el pueblo son derechos recortados, formales, hipócritas. Presenta el progreso en la acumulación de su capital, como el progreso de toda la nación. Impotente ante las crisis económicas periódicas de su sistema, las adjudica a fuerzas extrañas que conspiran contra el progreso social.
El mafioso y paramilitar régimen uribista es una expresión viva y galopante de la mendacidad burguesa. Teniendo manos ensangrentadas y las armas humeantes, los funcionarios civiles y militares se ufanan del “talante democrático y respetuoso de los DDHH”, y siempre tienen a flor de labios falsedades, eufemismos y francas babosadas para torcerle el pescuezo a la tozuda realidad.
Las calamidades sociales las achacan a la pandemia, cuando en realidad solo agravó la crisis económica que descargada sobre los trabajadores agigantó la crisis social conexa al sistema capitalista.
El titiritero, el capo Uribe, apareció reseñado internacionalmente con el narco número 82 en el criminal cartel de Pablo Escobar, sin embargo, él se auto-declara “un hombre probo” que “jamás ha dicho una mentira en su vida”. Siendo el responsable político y patrocinador directo de cientos de masacres y miles de asesinatos desde cuando fue Gobernador de Antioquia, sin sonrojarse, expresa que “su vida la ha dedicado a servirle a la patria y al pueblo colombiano”.
El exministro de Defensa, Guillermo Botero adjudicó la violencia en zonas de guerra, a “bandas que robaban ropa en patios ajenos”.
El Ministro de Defensa actual, Diego Molano, luego de ordenar el bombardeo a niños reclutados por la guerrilla, justificó la masacre por “ser máquinas de guerra”.
El títere presidente, al ser increpado por las horrendas y sistemáticas masacres de indígenas y comunidades rurales, orondo respondió “no son masacres, son asesinatos colectivos”.
La lesiva reforma tributaria pisoteada por el Paro, en su momento fue presentada con el flamante nombre de “proyecto de ley de solidaridad sostenible”.
Los más de 60 asesinatos que van contra los manifestantes en el Paro, registrados por organizaciones independientes, son para la Fiscalía de bolsillo del régimen apenas “20 de las 111 personas fallecidas”, además de las cuentas falsas de desaparecidos, heridos y detenidos, más la babosada del ruin Ministro de Justicia Wilson Ruiz para quien los muertos durante el Paro son por causa de “peleas callejeras”.
La violación en Popayán de la niña Alison por esbirros del Esmad, es para el fiscal y la policía “un invento y ruin mentira de las redes sociales”.
El centro de tortura y desaparición en el almacén Éxito Calipso, fue para la policía un montaje de los “vándalos” para desprestigiar esa “honorable institución”.
El cadáver del obrero Daniel Sánchez incinerado en el Dólar City, luego de ser maniatado y conducido en una tanqueta, es para la policía “un misterio” pues “por allí no pasan las tanquetas”.
Los paramilitares de Ciudad Bacrim filmados disparando a los indígenas y manifestantes, ahora son “gente de bien” que sale a jugar con sus pistolas traumáticas.
Los aguerridos jóvenes proletarios que han peleado en primera fila contra los asesinos miembros de la policía, de los militares y paramilitares, son para el régimen “delincuentes vándalos” que deben ser eliminados.
Los millones de trabajadores, estudiantes y masas populares en general, que cansados de aguantar hambre, garrote y bala bajo este régimen, han decidido interrumpir el funcionamiento normal del país y lo han copado con manifestaciones, concentraciones y bloqueos, son para el “inteligente” gobierno solo “fichas de una conspiración internacional que pretende desestabilizar sus bondades democráticas”.
Todas las falacias que a diario regurgitan los voceros del régimen, son aplaudidas, comentadas, argumentadas y difundidas por las cotorras de los medios de comunicación, mientras ocultan, recortan y tergiversan las denuncias del pueblo hechas en vivo a través principalmente de las redes sociales, reduciéndolas siempre a una simple sospecha mediante la adjetivación “presunta” o “supuesta”.
La achacan al Paro el desastre social que ellos mismos han preparado durante 20 años. Le endilgan al Paro el hambre incubada por este sistema basado en la explotación, en la apropiación privada de lo que produce la sociedad. Culpan al Paro de causar incomodidad a los colombianos “de bien”, cuando son ellos quienes han arrinconado al pueblo en la miseria, son ellos quienes han criminalizado a la juventud, son ellos quienes han violentado a las mujeres y niños del pueblo, son ellos quienes incomodan y sobran en este país.
El Paro ha puesto al descubierto las falacias de los gobernantes y empresarios parásitos de la sociedad. El Paro les ha avisado lo que significa para sus negocios, la lucha del pueblo cuando se une y dice ¡basta ya! El Paro está labrando el camino de la Revolución de los de abajo que les bloqueará no solo los caminos y carreteras, sino toda la fuente de sus ganancias y privilegios, los expropiará y obligará a ganarse la vida trabajando, y claro, ajusticiará a sus jefes y seguidores contra revolucionarios. ¡Ese será su merecido castigo del cual no escaparán!
La mentira es el taparrabo de los enemigos. La verdad justifica la lucha del pueblo.