El asesino patrullero Luis Ángel Piedrahita Hernández, de la criminal Policía Nacional, fue enviado a la cárcel por quitarle la vida al joven Marcelo Agredo de 17 años el pasado 28 de abril en Cali, aún no se conoce la condena. Un balazo en la cabeza fue suficiente para cegar la vida de Marcelo, cuyo único crimen fue pegarle una patada al patrullero, que no dudó ni un instante en accionar su arma, a plena luz del día y frente al lente de los celulares de los habitantes del barrio Mariano Ramos donde vivía el muchacho.
Jhon Valderrama cuñado del joven asesinado, es un policía de Cali. Entre las varias cosas que dijo en una entrevista afirmó con dolor: “Esto sucede por parte de un compañero de la institución, y cómo hago yo para volver a ponerme el uniforme… Las palabras dentro de la familia son complejas. Siga o no, esas frases marcan y duelen”.
Los policías y militares que son enviados a las calles del país a reprimir las protestas en medio del Paro Nacional Indefinido son enemigos de las masas populares, pertenecen a instituciones que son el brazo armado del Estado burgués-terrateniente, son los ejecutores directos de la dictadura burguesa contra el pueblo y por ello el pueblo mismo debe organizarse y prepararse para aniquilar su radio de acción, organizando grupos de choque, guardias comunales y milicias populares. A pesar de que la extracción de clase de la mayoría de los policías y militares corresponde al pueblo trabajador, cuando deciden ingresar a esas instituciones se convierten en hordas asesinas que defienden y representan los intereses de las clases enemigas al proletariado. Por ello reciben no solo el desprecio de las masas sino su odio de clase representado en acciones violentas.
Es evidente que el Estado se lava las manos frente a estos hechos calificándolos como “hechos aislados de algunas manzanas podridas” a los cuales les caerá “todo el peso” de la ley. Así es y ha sido siempre que ocurren estos casos en los que se logra identificar y capturar al responsable. La institución por la que dan su vida, en la que les hacen jurar a la bandera y matar al pueblo desarmado por la patria de los ricos, no mueve un dedo para defenderlos judicialmente, pues lo importante es sacar en limpio el nombre de unas instituciones armadas manchadas con la sangre de obreros, campesinos, estudiantes e indígenas.
Policías y militares se enfrentan al desprecio de su familia, al olvido jurídico de sus superiores cuando cometen delitos y no hacen parte de la rosca, a la lucha directa de las masas que tarde o temprano se radicalizará, en la medida que los comunistas revolucionarios logren elevar y generalizar las nuevas formas de lucha del pueblo que conduzcan a victorias, tanto inmediatas como de la victoriosa Guerra Popular que en Colombia tomará la forma de una insurrección, vía de la Revolución Socialista en Colombia.
Llamamos a los integrantes de las fuerzas armadas a rebelarse contra las órdenes de sus superiores, a voltear sus armas contra el Estado de los ricos, a apoyar la rebeldía popular pasando información y armas a las masas, entorpeciendo los operativos de represión contra las manifestaciones entre otras acciones efectivas de saboteo y en lo inmediato, a negarse a cumplir las órdenes de represión brutal y de asesinato contra las masas desarmadas.