Cobardía y Ruindad De Petro

En la columna del 9 de mayo del 2021 «Con la violencia gana Uribe», Gustavo Petro hizo un llamado cobarde y ruin.

Tras hablar demagógicamente de la táctica del miedo y de la nefasta política económica del Estado colombiano, recuerda las recomendaciones que él hizo y han tomado, el títere Duque y el fraudulento Comité Nacional de Paro.

Fue Petro quien los llamó a no respaldar los bloqueos. Fue Petro quien proclamó que el pueblo se someta a «Una nueva agenda de la movilización social, que en nuestra opinión gire alrededor de una nueva política social que permita ingresos para la juventud discriminada y extensión de la cobertura de la universidad pública gratuita y del Sena», por ello, el títere Duque ahora habla de la «matrícula cero».

Dice, además: «Hemos pedido que Duque, que aún no se da cuenta que debe cuidarse de Uribe, dialogue con ese comité ampliado con las juventudes del paro y no con sus amigos políticos»; y, en efecto, Duque viajó a Cali y estableció el ya conocido y engañoso «diálogo con la juventud».

Agrega que: «Hemos dicho que no hablaremos con Duque hasta que no detenga la masacre», y «Hemos pedido que se construyan corredores humanitarios para la comida, los enfermos y la gasolina». Algo que ya ha venido haciendo el pueblo por decisión de sus Asambleas, pero que al presentarse como resultado de la intromisión del Gobierno y su autoproclamado Comité Nacional de Paro, en la práctica sirve para desmontar el paro.

También dice: «Hemos pedido paz y tranquilidad. Que las movilizaciones vuelvan a ser enormes y festivas y que el Gobierno se fortalezca negociando sin trampas con la movilización unos cambios que son imprescindibles y que la sociedad colombiana necesita para avanzar». ¡Óigase bien! ¡«Que el Gobierno se fortalezca»!

A renglón seguido, Petro deja ver su pelaje de sumisión pacifista al poder burgués: «No estamos detrás de las movilizaciones, ni detrás de la barbarie. No estamos con la consigna de derribar a Duque. Duque debe terminar su mandato. Detrás de la violencia no estamos nosotros sino Duque y Uribe, la causa de esas movilizaciones, y eso Duque no lo entiende, es la indignación ante la violencia policial, así que cada acto de barbarie mantiene la movilización. Pero cada acto de barbarie también sirve para generalizar la zozobra y el odio. La no violencia es el camino para la solución de nuestros conflictos. Las propuestas que hemos hecho son serias y razonables. La juventud popular no debe permitir que sea utilizada como carne de cañón para darle la excusa a Uribe del miedo.
La hora de grandes movilizaciones pacíficas, y de los grandes cambios ha llegado y esa hora se llama paz y no violencia».

Así termina el artículo del «candidato alternativo» convertido en consejero del régimen criminal uribista. ¡Es una declaración cobarde y ruin! porque la violencia ha sido la lógica normal del régimen mafioso: masacres, asesinatos de dirigentes sociales casi a diario, 6402 ejecuciones extrajudiciales, asesinato de combatientes desmovilizados, amenazas, operaciones de «limpieza» en los barrios populares… y el cínico de Petro habla de «fortalecer al Gobierno», de que «Duque debe terminar su mandato», cuando todo el pueblo está por derribar a este maldito régimen de la mafia.

¡Cobarde y ruin!, muestra el pelambre de politiquero barato que no le duele el pueblo, que no le duelen los muertos del pueblo y que se regodea con los enemigos, creyéndose de antemano presidente.

La violencia la han impuesto los de arriba. Los de abajo están obligados a responder con la violencia revolucionaria. De violencia hemos vivido los últimos tiempos, incluso después de que se firmara esa falsa paz con la guerrilla de las FARC, se incrementaron las masacres, los asesinatos, desapariciones y demás formas del terror estatal.

Y un pobre pelafustán, que se cree y se siente presidente, viene a decirle al pueblo –indignado frente a sus muertos, que no ha cesado de luchar frente a la matanza– ¿que no pelee?, ¿que no se defienda?, ¿que salga a cantar y a abrazar a los asesinos? Ahí está pintado.

El pueblo debe prepararse para tumbar el régimen mafioso, para no permitir más que lo sigan gobernando sus verdugos, ni tampoco los consejeros y consuetas de los asesinos. Y lo tiene que hacer con el paro, con la huelga política, con la rebelión, con la revolución; organizándose, haciendo sus Asambleas e impidiendo que éstas se transformen en tramposas mesas de diálogo o conciliación; creando y fortaleciendo los grupos de choque y la primera línea, y organizando también las milicias obreras y populares, para responder a las balas de la mafia con las balas del pueblo.