A propósito del artículo “¿Votar o Resistir?”
Por Fausto Ortega
Desde hace varios meses atrás, antes de que el movimiento de paro entrara al punto de reflujo en el que se encuentra, algunas organizaciones y partidos políticos empezaron a empeñar todas sus fuerzas en encausar el movimiento hacia las instituciones del Estado, ya sea para capitalizar el descontento y que este se convierta en votos en las elecciones presidenciales del 2022; o que la rebeldía de los jóvenes, que tuvieron el mayor protagonismo en ese estallido social, se apague en los llamados “Consejos Municipales y Locales de la Juventud”, otorgados por el actual régimen para tal fin, y en el cual estas fuerzas políticas han contribuido a ello.
Una de estas organizaciones políticas es el Partido “Comunista” Colombiano (PCC), un partido que es comunista y revolucionario en palabra, pero socialdemócrata y reformista en los hechos. Desde hace un buen tiempo, en las páginas de su órgano central el Semanario Voz, vienen insistiendo en la necesidad de que el movimiento de paro fortaleciera el llamado “Pacto Histórico”, la coalición electoral de la cual hace parte el PCC; que las asambleas populares se convirtieran en la base social de esa coalición politiquera; y que la indignación popular de estos meses se manifieste en las urnas, ya que es la forma para “castigar a los de siempre”, para tener un “Congreso digno” y un gobierno “donde quepan todos y todas” (incluyendo la burguesía “progresista”). 1
1 Véase la crítica del portal Revolución Obrera al “Llamamiento a la sociedad colombiana” del PCC-UP-JUCO. https://revolucionobrera.com/actualidad/los-falsos-comunistas/
A fines del mes pasado, apareció en las páginas del mentado Voz, un artículo titulado “¿Votar o Resistir?” escrito por un profesor llamado Roberto Amorebieta. En esa nota, el autor expone su posición, acorde con la línea del PCC, acerca de la “necesidad de que las fuerzas movilizadas durante el paro se encaucen a través de una propuesta electoral” [sic]. En el fondo, la exposición gira en contra argumentar las posiciones de aquellas organizaciones y partidos políticos que llaman a continuar con la lucha en las calles sin ninguna ilusión en la farsa electoral del 2022, y de paso, en justificar el cretinismo parlamentario que ha caracterizado al PCC la mayor parte de su historia.
Para lograr su fin, el señor Amorebieta comienza por intentar darle una caracterización al movimiento del paro nacional, pues considera que no puede interpretarse por “lógicas del siglo XX”, y que por esta razón ni los medios de comunicación explicaban que sucedía, ni el Gobierno comprendía el movimiento, y que por eso mismo el Comité Nacional de Paro (CNP) no logró“establecer un mecanismo de representación”, por lo que el “el problema no ha sido el CNP”, sino un problema de interpretación. Antes de entrar a cuestionar esas ideas, ¿cómo caracteriza el autor el movimiento de paro nacional? Basándose en el intelectual italiano de “izquierda”, Antonio Negri, señala que este movimiento se puede clasificar como “poder constituyente”, pues “se expresa cuando espontáneamente la ciudadanía decide superar los tradicionales marcos de representación y avanzar hacia el ejercicio directo del poder”, de ahí también que el CNP no haya podido lograr representar a la “ciudadanía” ya que esta “decide superar los tradicionales marcos de representación” y “no está esperando que los intelectuales digan qué hacer”.
Primero, sobre la categoría que el autor utiliza para clasificar el paro nacional, hay que decir que nosotros, el proletariado y los comunistas, tenemos nuestra propia teoría revolucionaria, el marxismo leninismo maoísmo, la cual es nuestra “poderosa arma del saber”, y que nos permite comprender correctamente nuestra realidad mediante su transformación, a diferencia de los falsos comunistas del PCC que solo hablan de marxismo en los días de fiesta, y así posar de revolucionarios y engañar a las masas con sus ideas pequeño burguesas. Por consiguiente, este movimiento de paro nacional se puede caracterizar desde el marxismo como una gran huelga política de masas, la cual ha tenido diversas etapas extendidas en lo que va del 2019 a 2021. Ha sido una huelga porque de alguna u otra manera ha pretendido parar la producción y circulación de mercancías (mediante el bloqueo, el paro, etcétera.); es política porque incluye un conjunto de reivindicaciones económicas, políticas y sociales (de los puntos de resistencia, o de las asambleas populares de localidad o municipio) y va contra la clase dominante representada en su Estado; y de masas porque ha participado gran parte de la clase obrera y las masas populares, en especial los desempleados y la juventud.
Segundo, y respecto a las primeras ideas expuestas por Amorebieta, el problema no se ha debido a una cuestión de “interpretación” por parte de los medios, del Gobierno y del CNP. Los medios de comunicación “no atinan todavía” a explicar el paro nacional por la razón de que sirven a unos intereses de clase específicos y su función como órganos de propaganda de la burguesía es deslegitimar el movimiento de masas, por eso se enfocaban en propagar el “gastado libreto de los bloqueos y el desabastecimiento.” De la misma manera el régimen uribista estaba en la misma tónica, ya que estos eran los que le marcaban a los medios la agenda de desprestigio. Y en relación al CNP, este sí que significó un problema, a diferencia de lo que indica Amorebieta, puesto que jugó un papel de apagafuegos del paro nacional al condenar los bloqueos e insistir en que el movimiento se redujera a las manifestaciones pacíficas y al diálogo con el gobierno, lo que suscitó obviamente el descontento entre los manifestantes, en especial de los jóvenes de la Primera Línea y los Puntos de Resistencia.
Volviendo sobre la cuestión de la farsa electoral del 2022, el autor utiliza tres argumentos en contra de los que se oponen a que el movimiento de paro nacional sea institucionalizado. Ridiculiza al decir que se pretende “mantener indefinidamente la resistencia”, lo que llevaría a los partidarios del camino revolucionario a olvidar que 1) una “movilización es agotadora y no puede extenderse sin límite”, 2) “que ningún intelectual ni académico ni líder político va a decirle a los manifestantes qué hacer”, 3) que el paro nacional, al ser un “poder constituyente” o se disuelve o se “convierte en poder constituido”. Pero el señor Amorebieta y los demás revisionistas del PCC se equivocan, no se pretende mantener la resistencia de manera indefinida tal y como esta, en cambio, lo que se propone, al menos desde coordenadas revolucionarias, es a fortalecer dicho movimiento mediante una organización consciente e independiente del Estado y los partidos politiqueros; a fortalecer las Primeras Líneas como Grupos de Choque constituidos y crear Guardias Obrero-Populares; a fortalecer y generalizar las asambleas populares para que se conviertan en verdaderos órganos de poder y decisión de las masas, y así no pretender ingenuamente “consolidar los cambios a través de las elecciones” como sí desean los cretinos parlamentarios del PCC.
Por otra parte, es pura demagogia decir que “ningún intelectual ni académico ni líder político va a decirle a los manifestantes qué hacer”, cuando el mismo hecho de llamar, como hace el PCC, a fortalecer la coalición del Pacto Histórico y que el movimiento de paro nacional se encause hacia las elecciones es ya una forma de decirle a los manifestantes “qué hacer”. Además, plantear eso es propagar la falsa idea de que el movimiento de paro nacional no necesita de una dirección, cuando una de sus debilidades ha sido la falta de una dirección esclarecida y revolucionaria. También, es una falsa disyuntiva la que plantea Amorebieta al afirmar que el movimiento o “se disuelve, o bien logra transformar el orden existente y entonces se convierte en poder constituido”, por un lado, es falso afirmar que se disuelva así sin ninguna consecuencia, ya que la tendencia del movimiento de masas ha demostrado que tiende hacia la huelga política de masas. Esto se ha evidenciado por diversos momentos desde noviembre de 2019 hasta la actualidad, y es muy probable que vuelva a tomar un mayor impulso, ya que los problemas de las masas no han sido resueltos y el terrorismo de Estado sigue actuando, como se evidencia con las capturas de miembros de la Primera Línea o con el asesinato de líderes estudiantiles, como el reciente de Esteban Mosquera. Por otro lado, para que el pueblo pueda crear “poder constituido” (Nuevo Poder, decimos los comunistas) esto no ocurre mediante elecciones para ganar puestos en las instituciones estatales como creen Amorebieta y el resto de cretinos parlamentarios del PCC, sino por la creación de órganos de poder independientes del Estado burgués como han sido las asambleas populares, las cuales llevan en su seno posibilidad de concretarse en verdadera expresión de Nuevo Poder, junto al derrocamiento violento de dicho Estado capitalista.
Y para que no se le acuse de electorero, Amorebieta como buen oportunista (recordemos que Lenin enseñaba que los oportunistas eran difíciles de atrapar ya que les era fácil defender algo como renegar de ello), menciona al final que no hay que “endiosar lo electoral” porque un triunfo en las elecciones “tampoco será la victoria final”, porque solo se trata de “avanzar en todas las formas de lucha”. Eso suena radical, pero en la realidad esa ha sido la vieja formula de los oportunistas para engañar incautos y encubrir su reformismo y cretinismo parlamentario, porque a pesar de afirmar que no “endiosan lo electoral”, en los hechos todas las formas de lucha de masas las instrumentalizan para encausarlas hacia las urnas, mientras siembran ilusiones parlamentarias al hablar de “consolidar cambios” y “transformar el orden existente” mediante las elecciones como hace Amorebieta en su artículo, como hace el Pacto Histórico, y como ha hecho el PCC en los últimos meses de este paro nacional y a lo largo de su historia.