Estamos pasando un pequeño rebalse del movimiento desatado tras el 28A, acompañado de una arremetida terrorista del régimen que ha pasado a la ofensiva con detenciones arbitrarias y montajes judiciales contra los jóvenes combatientes y algunos dirigentes luchadores; así como con amenazas y atentados llevados a cabo por sus escuadrones paramilitares. Es una retaliación del régimen y las clases dominantes contra el pueblo y los dirigentes que osaron enfrentarlos y propinarles derrotas, que además tiene el propósito de “descabezar” y desorganizar el movimiento.
Hasta el momento se han ensañado con los dirigentes de Primera Línea o jóvenes más visibles en el movimiento y contra dirigentes sindicales, como son los casos de la UTC y Sinaltrainal a quienes les han allanado sus casas y arrestado. El régimen busca hacer pagar por “todos los desmanes” a los implicados, aun sin contar con elementos probatorios, solo apoyándose en su campaña de desprestigio y de mentiras contra los luchadores. Ha sido un golpe, no tan contundente como para desarticular el movimiento, pero sí para esparcir aún más la indignación popular contra el régimen criminal.
Aun así, es necesario atenuar o minimizar los golpes del enemigo, e incluso convertir sus abusos en un motivo más para continuar la lucha; ya no solo por las reivindicaciones generales sino por la libertad de los prisioneros políticos.
Con el objetivo de atenuar los golpes, presentamos unas ideas extraídas de la experiencia del movimiento obrero:
- Contra la vigilancia exterior. Es decir, la que han ejecutado contra los luchadores a través de los agentes de la Sijin con grabaciones, revisión de los en vivo y cámaras de vigilancia, que hasta el momento ha sido el arma más usada por el régimen en contra de los detenidos y judicializados:
- Se pueden revertir o atenuar con el uso del cubrimiento facial con capuchas, tapabocas y gafas oscuras.
- Cuando se hable en público, se debe moderar al máximo la palabra, para evitar a toda costa identificarse como dirigente o auto-incriminarse en acciones de lucha.
- Mantener las medidas de seguridad contra los agentes de la Sijin que se infiltran en el movimiento como se ha venido realizando y que han permitido identificar y detener infiltrados por los luchadores populares.
- El punto más débil hasta el momento contra la vigilancia exterior la constituyen los campamentos, pues por ser puntos fijos, se le facilita al enemigo la vigilancia exterior. En este caso se debe prestar más vigilancia y adoptar las medidas arriba señaladas, montar guardias nocturnas y cercar perimetralmente el campamento, hacer un control riguroso con las visitas, no dejarse despistar de periodistas y “ayudas humanitarias”, ni de dar información de nombres ni seudónimos de líderes u organizadores ni demás, bajo el pretexto o excusa de interlocución, sobre todo de las personas que llegan de visita. Con la simple respuesta de que “todos somos líderes en el movimiento” basta para cualquier visitante curioso.
- Igualmente, las entradas y salidas a los campamentos se deben hacer de la manera más rigurosa posible, pues también es un punto muy vulnerable, evitar a toda costa las salidas nocturnas y menos en horas de la madrugada.
- En las salidas siempre se debe tener mucho cuidado de no llevar “cola” o seguidores, salir rápido y salir sin ningún tipo de elemento que lo vincule a la protesta y mucho menos quedarse a “dar papaya” en las zonas aledañas al campamento.
2. Contra la “infiltración” y el uso de informantes. Esta es una táctica muy peligrosa del enemigo, en Colombia se presenta mediante informantes o agentes que venden información que se usa para la perfilación y judicialización de luchadores. Muchos de los informantes son gente que se hace pasar por luchadores, o expendedores de droga. Unos desempeñan algún papel dentro del movimiento, pero por diversas razones (tragedias personales, lumpenización, revanchas personales o simplemente tienen vocación de “sapos”), son comprados por el enemigo. Sin importar los diversos motivos, ningún pretexto justifica la traición al pueblo.
- Para revertir dicha táctica del enemigo se debe ser muy moderado con la información que se comparte en reuniones privadas, evitar a toda costa la autoincriminación en hechos, actuar como si el enemigo implantara un micrófono en dicha reunión y esperará obtener información para usarla en un juicio penal, evitar relatar hechos que después se puedan usar en contra de los luchadores judicialmente.
- Otro consejo es retirar los celulares y demás dispositivos de dichas reuniones, apagándolos y retirándolos a una distancia de más de 10 metros de ser posible. Recordar siempre que todas las personas que participan en el movimiento necesitan saber solo lo necesario para trabajar, entre menos información cada combatiente tenga del movimiento, éste es más fuerte y más blindado frente al actuar de los informantes e infiltrados.
- Los puntos sensibles son los líderes, “cocineros” o compañeros con conocimiento de técnica de lucha. Los infiltrados son agentes del Estado de tiempo completo, cuentan con la preparación y los dispositivos para hacer seguimiento interno como micrófonos y cámaras, se disfrazan de periodistas, empleados de empresas públicas, funcionarios de DDHH, o simpatizantes del movimiento.
- También se pueden presentar casos de suplantación de la figura de líder de algún grupo de primera línea; estos son fáciles de detectar pues nunca “movilizan” muchachos ni organizan nada. Frente a tales casos se debe proceder a aislar al personaje de la lucha, obtener la mayor información del sujeto y en caso de tener la información suficiente, proceder a la denuncia pública. Incluso en dado caso, montar reuniones falsas en sitios públicos y evaluar el actuar de la fuerza pública.
Unas Recomendaciones Generales
Muchos de los errores que comenten los luchadores en materia de seguridad se deben a ignorancia, inexperiencia o también por seguir ideas erróneas inculcadas por la socialdemocracia y el reformismo, como es la confianza ingenua en el Estado, en sus politiqueros o en parte de sus funcionarios, pensando que son entes imparciales en la cruenta lucha de clases.
Si bien es necesario que todos los compañeros comprendan los asuntos legales para enfrentar y contrarrestar los abusos de las fuerzas represivas, apoyándose en los derechos consagrados en la letra de la ley: en caso de detención, allanamiento, etc. En materia de seguridad, siempre se debe luchar por elevar la conciencia y la cultura de la necesidad de respetar y seguir las normas de seguridad frente al Estado, es una tarea constante dentro del movimiento que en Colombia tiene la particularidad de tener al frente un régimen mafioso y paramilitar que obra de la forma más vil y sanguinaria.
Pero a la par de no confiar en el Estado, tampoco se puede exagerar dándole al movimiento un carácter conspirativo que no tiene. En ese sentido, programar lecturas y charlas de parte de los revolucionarios más conscientes, por ejemplo, para el presente caso la lectura del folleto, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión de Victor Serge, es un documento fundamental para orientar a los luchadores. Es un texto corto que condensa la experiencia de la lucha de los bolcheviques contra el régimen zarista. Allí se ponen al descubierto las formas en que los agentes del enemigo hacen su trabajo, a la vez que se previene sobre el “izquierdismo”, rematando con los siguientes concejos:
Cuidarse de las manías conspiradoras, de la pose de iniciado, de los aires de misterio, de dramatizar los casos simples, de la actitud “conspiradora”. La mayor virtud de un revolucionario es la sencillez, el desprecio de toda pose, incluso… “revolucionaria”, y principalmente conspiradora.