―A un mes de la gran rebelión popular―
La civilización y la justicia del orden burgués aparecen en todo su siniestro esplendor dondequiera que los esclavos y los parias de este orden osan rebelarse contra sus señores. En tales momentos, esa civilización y esa justicia se muestran como lo que son: salvajismo descarado y venganza sin ley. Cada nueva crisis que se produce en la lucha de clases entre los productores y los apropiadores hace resaltar este hecho con mayor claridad.
Carlos Marx
A un poco más de un mes de iniciarse el estallido social en Colombia, todo el mundo está a la expectativa de lo que ocurrirá en los próximos días: ¿cuánto durará?, ¿logrará resistir los embates de la reacción cuya crueldad causa grandes pérdidas a los hijos del pueblo?, ¿hacia dónde tiende la rebelión popular?, ¿logrará cambios trascendentales?… Preguntas que merecen respuesta y pueden encontrarse, si se examinan las causas que la originaron, lo acontecido durante este breve período y las tendencias principales que influyen en él para percibir un posible desenlace.
Pero más allá de las fronteras nacionales, se trata de un problema mundial, de las fuerzas de la burguesía por mantener el viejo orden decadente que perece y de las fuerzas del proletariado por establecer el nuevo orden que pugna por surgir. Una confrontación que ya no es solo internacional por el carácter social de las relaciones que se han extendido a todo el mundo, sino también por la forma en que viene desarrollándose, que así no sea advertida por los contendientes, repercute en todos los países.
Con ese expreso propósito de informar al proletariado y a los comunistas de todos los países, se presenta este informe de la lucha de clases, elaborado teniendo en cuenta los análisis, informes internos y públicos realizados por la Unión Obrera Comunista (mlm).
I. La Chispa Que Incendió la Pradera
Es vox populi que la chispa que incendió la pradera y desencadenó la poderosa rebelión popular desde el 28 de abril en Colombia, fue la pretensión del régimen de imponer una nueva reforma tributaria, la tercera en el gobierno de Iván Duque, disfrazada de “Solidaridad Sostenible”.
¿Cuáles son las causas que prepararon la conflagración?
Las causas del gran levantamiento popular no pueden explicarse por las especulaciones de los intelectuales neofascistas del régimen, quienes esgrimen que se trata de una conspiración internacional basada en la “revolución molecular disipada”, sustentada por el asesor de las fuerzas militares colombianas, el pinochetista chileno Alex López, hecha pública por Álvaro Uribe Vélez el 3 de mayo en su cuenta de Twitter; una conspiración orquestada por el Foro de Sao Paulo como argumenta el editorial del diario oficial La República del 19 mayo y que conduciría a llevar a la presidencia a Gustavo Petro en el 2022 con la coalición llamada “Pacto Histórico”. Estas son las especulaciones hueras de la reacción con las cuales solo busca justificar el tratamiento de guerra a las exigencias populares.
Las causas profundas y verdaderas del levantamiento popular se encuentran en las condiciones creadas por la crisis económica del capitalismo imperialista mundial desde el 2008 y la agudización de la crisis social, que agravadas por la pandemia, conducen a que se presenten crisis políticas e incluso crisis revolucionarias. Colombia es solo un eslabón en la cadena del capitalismo imperialista, donde tales fenómenos solo tienen de particular el régimen especial de la mafia y el paramilitarismo[1] que ha gobernado desde principios de siglo y el reciente desarme de las FARC, una de las guerrillas más viejas del continente, cuyo ropaje en apariencia revolucionario, había contenido la verdadera lucha revolucionaria del pueblo.
El estallido social fue advertido por el proletariado consciente en Revolución Obrera desde el 2018, un año antes del histórico Paro Nacional del 21 de noviembre de 2019 y de la pandemia; fue argumentada su inevitabilidad (contraviniendo a quienes odian el determinismo marxista) en el folleto Los desafíos del Proletariado Revolucionario en Tiempos de Pandemia en julio de 2020,pero se alertó con mayor énfasis en noviembre del año pasado, siendo motivo del editorial Prepararse para el estallido social que se está gestando.
Un informe presentado por el Ministerio de Defensa a finales de octubre, con motivo de uno de los tantos e intrascendentes “debates de control político” en la Cámara de Representantes, indica que desde el 7 de agosto del 2018 hasta el 25 de octubre del 2020, se registraron 25.879 movilizaciones entre huelgas, huelgas de hambre, paros, marchas, manifestaciones, bloqueos, asonadas, entre otras protestas. Aunque el informe está hecho para presentar la “eficiencia” del Ministro de Defensa, la “transparencia” de las fuerzas militares y las pocas actuaciones del escuadrón asesino Esmad frente a las protestas populares, contiene dos asuntos de importancia para el movimiento obrero y revolucionario. Primero: las cifras de protestas duplican las del anterior gobierno, mostrando la agudización de las contradicciones sociales y la lucha de clases, como respuesta de las masas frente a la pretensión burguesa de descargar el peso de la crisis sobre el pueblo trabajador, y también en respuesta al terrorismo de Estado. El incremento de las protestas indica que se está gestando un gran estallido social y el proletariado revolucionario debe prepararse para hacer que éste, avance lo más posible en la perspectiva de la revolución socialista. Segundo: es un informe presentado por el Ministerio de Defensa y no por otro de los tantos encargados del “bienestar social” o la “Defensoría del Pueblo” o Procuraduría, lo cual es una muestra más del tratamiento de guerra que da el Estado y el régimen a la protesta popular, así como del terror que causa a las clases dominantes la rebelión popular. Dos consideraciones más a tener en cuenta por parte de los revolucionarios: la debilidad del régimen y las fisuras que ocasiona la rebeldía entre las distintas facciones de los explotadores. En cuanto a la agudización de la lucha de clases, es muy diciente para los comunistas y revolucionarios el hecho de que en promedio se hayan presentado más de 32 protestas por día en los últimos dos años. Un fenómeno ignorado por la mayoría de dirigentes y activistas que los induce a pensar que “aquí no está pasando nada”, “reina el conformismo” y las masas populares se encuentran “adormecidas”, por cuanto solo perciben las grandes manifestaciones y luchas como el paro estudiantil del 2018, la huelga de Asonal judicial, las mingas indígenas, el paro nacional del 21 y 22 de noviembre de 2019, el levantamiento contra los CAI de Policía el 9 y 10 de septiembre de este año, la huelga del Cerrejón o las grandes manifestaciones que los medios se ven obligados a reportar. Es decir, la sociedad solo advierte los grandes movimientos y no percibe la lucha permanente y cotidiana de los obreros, los campesinos, los despojados, destechados, ambientalistas… ocultada por los medios pero incesante, de un pueblo que no ha dejado de combatir un solo día contra sus enemigos, especialmente contra el Estado como representante de las clases dominantes. Son protestas que van desde los mítines y manifestaciones obreras denunciando los abusos de los capitalistas: despidos, licenciamientos, cierres de empresas, violación de las convenciones colectivas en complicidad con el Ministerio de Trabajo; pasan por las tomas de tierras por vivienda, por la oposición a los proyectos destructores de la naturaleza, la erradicación forzosa de cultivos de coca y marihuana, los bloqueos por pésimos servicios y llegan hasta los levantamientos, asonadas y motines contra la brutalidad policial. Las protestas, no son producto de una conspiración internacional o de los politiqueros en campaña, como pregonan los reaccionarios, sino que son la justa respuesta de las masas a la terrible situación creada por la imposición de las medidas del imperialismo y los grandes capitalistas para paliar la crisis que azota su sistema decadente y ahora se encuentra aún más colapsado por la pandemia del coronavirus. La crisis económica, social, ambiental y política creada por la violenta explotación y la dictadura de los capitalistas, despierta las fuerzas sociales en la búsqueda de una salida a la insoportable situación, siendo esta la causa más profunda del estallido social que se está gestando. Las protestas son la expresión de la poderosa energía revolucionaria de las masas que la reacción trata de contener desde los medios oficiales desprestigiándola y estigmatizándola como producto de infiltrados y vándalos, etc., para justificar la represión y el trato militar, en el vano intento de aplastarla con sus perros guardianes desde el Estado, la policía, el Esmad y el Ejército, acompañados de sus escuadrones ilegales “Águilas Negras”, “Autodefensas Gaitanistas” y otros grupos sicariales encargados de amenazar, asesinar y sembrar el terror en campos y ciudades, a la vez que imponiendo restricciones legales para regularla, mellar su filo revolucionario y evitar el estallido social que cada día se hace más palpable. La actitud de los representantes políticos de las clases ante la situación marca las diferencias entre reformistas –burgueses, pequeñoburgueses y oportunistas– y revolucionarios: en pretender conciliar y concertar los intereses entre clases enemigas irreconciliables o agudizar la lucha de clases; tratar de apagar o desviar el estallido social o contribuir a que éste se acelere; “cambiar” para que todo siga igual mediante el parloteo en el establo parlamentario y “elegir gente buena” en las próximas elecciones para suavizar la dictadura sanguinaria y la voracidad insaciable de los explotadores o trabajar conscientemente para cambiar de raíz la situación, mediante la revolución que destruya el viejo Estado y la explotación. Esta pugna entre los dos caminos determina el rumbo que tomará la rebelión y el estallido social que se presentará, y ello exige de los comunistas y revolucionarios, de los dirigentes y activistas honrados y fieles a los intereses de las masas populares, intensificar el trabajo para unir en un solo torrente la indignación general del pueblo, para generalizar los combates en uno solo y poderoso que ahora tiene nombre propio: Paro General Indefinido. Una confrontación en la cual ni los politiqueros ni el Comité Nacional de Paro están interesados porque su papel, como bomberos de la lucha de clases, es apaciguarla, y como agentes de la burguesía en el seno del pueblo, es preservar el orden de la esclavitud asalariada. Se han duplicado las protestas durante el gobierno de Duque y mientras los de arriba y del medio tiemblan ante el inminente estallido social, los revolucionarios se alegran y se proponen esforzarse aún más por hacer realidad el Paro General Indefinido, hacer que el estallido social sea una gran huelga política de masas que sirva para contener la ofensiva de los explotadores y el régimen mafioso, conquistando las reivindicaciones económicas, sociales y políticas del pueblo trabajador, y contribuya en el propósito de no dejar piedra sobre piedra del viejo orden moribundo, dándole sepultura con la revolución proletaria.
Tal era el escenario que anunciaba el estallido social que estamos presenciando y explica el por qué se ha mantenido; además es justo decir que allí también se advertía la actitud de los representantes políticos de las clases sociales en contienda y se determinaban las tareas del proletariado consciente. Una demostración fehaciente de la vigencia del método del marxismo revolucionario.
II. Un Mes de Combates Sostenidos
La Iniciativa y el Heroísmo de las Masas
El toque de clarín del 28 de abril fue el “paro” convocado por las camarillas de la centrales sindicales de la Central Unitaria de Trabajadores – CUT, la Confederación de Trabajadores de Colombia – CTC y la Confederación General del Trabajo – CGT, quienes desde el paro del 2019 se autoproclamaron “representantes del pueblo” en el Comité Nacional de Paro – CNP y que ante la presión de las bases y la indignación generada por el proyecto de nueva reforma tributaria, que agravaba aún más la terrible situación del proletariado, los campesinos y sectores de la pequeña burguesía urbana arruinados, se vieron obligadas a llamar a la lucha, con la intención abierta de “ponerse al frente” para apaciguar los ánimos, como en anteriores ocasiones, convirtiendo el “paro” en una “jornada nacional” de desfiles y comparsas para solicitar nueva y empecinadamente el “diálogo” con un presidente, representante de la facción mafiosa y paramilitar de las clases dominantes, sorda y ciega frente a los reclamos populares, pero presta a apretar el gatillo contra quienes se le opongan.
Esta vez el “tiro les la salió por la culata” porque las maniobras acostumbradas no dieron resultado: el régimen acudió al remedio de siempre, enviando sus perros de presa de la policía y el cuerpo del ESMAD a aplastar la rebelión, decretó el toque de queda y prohibió las manifestaciones con el pretexto del tercer pico de la pandemia, apoyado por los gobernantes locales “alternativos”[2].
En unos cuantos días, se generalizaron las formas de organización y de lucha aprendidas en las huelgas políticas de masas parciales anteriores, pero especialmente en el Paro Nacional del 2019: bloqueos y barricadas, combates callejeros y grandes manifestaciones.
Cali, considerado el epicentro de las acciones más decididas en cuanto a los bloqueos permanentes, había hecho un ensayo previo el 19 de noviembre de 2020, cuando el proletariado industrial apoyado por las masas de las barriadas y pequeños transportadores (volqueteros) concentraron las fuerzas principales en los puntos neurálgicos de la ciudad para garantizar la parálisis total: los 8 puntos del ensayo de 2020 se convirtieron en 21 desde el 28 de abril y en varios días ascendieron a 25.
Reaparecieron a su vez, las Asambleas Populares heredadas del 2019 como forma de organización para ejercer la democracia directa desde abajo, en contravía de la dirección maniobrera y burocrática de los jefes del CNP; en los días siguientes, surgieron como por encanto, en las principales ciudades, los destacamentos de la Primera Línea[3], yel torbellino de la rebelión popular se extendió a las principales vías del país que fueron bloqueadas por campesinos, pequeños y medianos transportadores.
A la vanguardia ha marchado la juventud obrera, compuesta por el gigantesco ejército de los desempleados y subempleados principalmente, y aunque el proletariado industrial no logró paralizar la producción en las fábricas desde adentro, dada la debilidad de sus organizaciones y el predominio de la dirección patronal en el movimiento sindical, los obreros sí han participado activamente en los combates en la Primera Línea, en las Asambleas, en los bloqueos, en la organización de los suministros y en las brigadas para atender a los heridos; incluso han dado ejemplo a la hora de enfrentar a las fuerzas militares y paramilitares enviadas por el régimen a masacrar a los luchadores en los bloqueos.
Una hermosa sinfonía de acciones y voces impulsan el florecer de formas embrionarias del nuevo poder: que hace valer las decisiones tomadas en las Asambleas; que organiza la seguridad de los combatientes, los suministros de alimentos y la atención a los heridos; que bautiza zonas, calles, avenidas, puentes y parques con el nombre de los caídos o rindiendo homenaje a la resistencia, a la lucha y a la dignidad; que enaltece la lucha y condena el régimen de muerte en los gigantescos murales artísticos y en el pavimento; que hace rodar las estatuas y monumentos de los “héroes” de la reacción representantes de la antigua esclavitud y del oprobio… es la sinfonía de los de abajo, de los que no tienen ya nada que perder, porque hasta el miedo se ha ido evaporando y, por el contrario, empiezan a avizorar un futuro mejor construido con sus manos, un nuevo mundo que ganar.
Un Régimen Mafioso Acorralado y Débil
El régimen respondió como de costumbre, militarizando el país y dando bala a los manifestantes. Esta vez invocando el Artículo 170 de la Ley 1801 de 2016 del Código de Policía donde se plantea la “asistencia militar”; es decir la intervención del ejército y demás fuerzas militares para imponer el “orden”, a pesar de que según las normas constitucionales, los militares no están autorizados en términos convencionales ni legales a intervenir en las manifestaciones o su disolución, ni tampoco a realizar requisas ni capturas.
El hecho muestra claramente el carácter del Estado colombiano denunciado por los comunistas de la Unión Obrera Comunista (mlm) en su Programa:
El Estado en Colombia es de carácter burgués, está en manos de la burguesía, los terratenientes y sus socios imperialistas, como máquina de opresión y dominación al servicio exclusivo de sus intereses de clase, y como arma de explotación de las clases oprimidas. Es un Estado burgués terrateniente y proimperialista, que durante toda su existencia ha utilizado la violencia reaccionaria para defender los intereses de clase de una minoría explotadora, ahogando en sangre todo grito de rebeldía de las masas trabajadoras.
A la vez muestra el carácter del régimen de gobierno: un régimen especial de la mafia (vinculada al narcotráfico) y el paramilitarismo. Así que utilizando los métodos de la mafia y paramilitarismo, desde los primeros días del Paro, Cali fue castigada duramente con masacres perpetradas por policías, militares y paramilitares, al amparo de la noche en los barrios populares donde se han mantenido los bloqueos; las acciones criminales no han cesado y sigue aumentando el número de muertos, desaparecidos, torturados, mutilados, manifestaciones atacadas y casos de violaciones… La situación es tan dura que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ligada a la imperialista OEA, se vio obligada a emitir la Declaración de Prensa 2021/137 el 25 de mayo, donde reporta 51 muertos, 132 desaparecidos, 87 casos de violencia sexual, 979 civiles heridos, 33 de ellos con traumas oculares. En la misma, llama la atención al Gobierno colombiano que, dicho sea de paso, negó inicialmente la entrada al país de una comisión de verificación, teniendo que recular enseguida ante la protesta internacional.
Pero las acciones criminales del régimen, incluida la militarización permanente de Cali y otras ciudades, con la orden perentoria de despejar todos los bloqueos, emitida el 28 de mayo por Duque, que ha llevado consigo el aumento de muertos (por lo menos 100 al 5 de junio informan los combatientes en Cali) y el número de desaparecidos (341 reportan las organizaciones sociales); ocasionando a su vez el aumento de la indignación popular, como ha ocurrido hasta ahora. A cada nueva medida criminal se hacen sentir más masivas y combativas manifestaciones; el puesto de los muertos y desparecidos es ocupado por nuevos contingentes de combatientes; las banderas de los heridos son tomadas por nuevas manos firmes; las madres de los combatientes también destacan su Primera Línea en Bogotá; crece el respaldo de quienes todavía no se vinculan directamente a la lucha, pero la apoyan desde las viviendas con increpaciones a las fuerzas militares, con cacerolas, vivas y auxilio a los combatientes, e incluso en el ámbito jurídico legal, ya se cuenta con la “Primera Línea Jurídica”.
El régimen se encuentra acorralado, débil e impotente para contener la indignación y la rebelión popular y por eso recurre al terror abiertamente. Los gobernantes creyeron que con echar atrás la reforma tributaria y la renuncia del Ministro de Hacienda Carrasquilla y la Canciller Blum, aplacarían los ánimos; pensaron que dejar en reposo la Ley 010 que le da el golpe de gracia a la salud pública desalentaría la rebelión; se imaginaron que anunciar la concesión de la “matrícula cero” para la universidad compraría a los estudiantes… pero fracasaron en su intento. La huelga política se mantiene y con cada día que pasa el régimen se debilita y se hace inminente su derrota.
Ante el riesgo de la derrota del régimen, en el seno del partido de gobierno Centro Democrático suenan voces invocando la Conmoción Interior, en cuyo caso exacerbaría aún más las contradicciones sociales y sería más pronta su caída. Incluso como siempre, la dictadura solapada de los capitalistas tiene en una abierta dictadura militar el plan B, que ocasionaría más fisuras entre las clases dominantes y obligaría al movimiento de masas a responder en una guerra civil, en una guerra popular, y en Colombia lo que sobran son armas y soldados del pueblo.
Existe además la presión de la burguesía para levantar el paro, pues efectivamente se ha visto afectada por los bloqueos y presiona al régimen para actuar llamando a las marchas pacíficas sin bloqueos, lanzando la fuerza militar y paramilitar contra los huelguistas, y protegiendo el aleve ataque armado de los sicarios de la mafia, “la gente de bien”, contra el pueblo.
Las clases dominantes, burgueses y terratenientes, socias y lacayas del imperialismo, principalmente yanqui, tienen miedo de que la rebelión se extienda y no solo se paralicen todos sus negocios, sino que haga naufragar su plan contra el pueblo (Agenda Empresarial 2018-2022) y amenace aún más el inestable andamiaje que sostiene sus asquerosos privilegios.
Por ahora, la mafia gobernante decidió apelar a los demás partidos políticos de las clases dominantes y a la Iglesia para promover el “diálogo social” empezando con los gremios empresariales y gobernantes locales, con los partidos de la oposición oficial y con la burocracia del falso Comité Nacional de Paro que nuevamente muestra su catadura al no respaldar los bloqueos y pretender reducir el paro a desfiles pacíficos. Buscan una salida institucional a la crisis política mediante componendas, una salida decorosa al sanguinario régimen mafioso, bien sea mediante un nuevo gabinete ministerial, un gobierno de transición o cualquier otra figura y otorgando algunas migajas al pueblo, para desmontar el paro y sofocar la rebelión.
La crisis política de los de arriba, división entre las clases dominantes, y la gran debilidad del régimen ocasionada por el formidable levantamiento popular, indica la posibilidad del tránsito hacia una situación revolucionaria, pues el levantamiento del pueblo profundiza las grietas entre las clases dominantes impotentes para resolver los problemas que lo ocasionaron.
El Papel de la Democracia Pequeñoburguesa y el Oportunismo
Por su parte los representantes de la democracia pequeñoburguesa y el oportunismo, de la llamada “izquierda” y el “progresismo” del tal Pacto Histórico[4] cuya aspiración es ser gobierno alcanzando la presidencia y las mayorías en el parlamento en la farsa electoral del año entrante, también están ofreciendo sus servicios al régimen.
Gustavo Petro fungiendo como si ya fuera presidente, le tendió la mano a Duque dándole recomendaciones desde el principio del levantamiento popular: primero, que retirara la reforma y con eso se levantaba el paro; luego, al ver que el paro se mantuvo por voluntad de las masas y contra las pretensiones de los jefes vende-obreros del CNP, les jaló las orejas por la “torpeza” de no haber llamado a desmontar el paro cuando cayó el proyecto de reforma tributaria; le aconsejó a Duque resolver el problema del déficit fiscal y la crisis social derogando la reforma tributaria del 2019, usar los recursos para mantener el funcionamiento del Estado y garantizar la renta básica, indicándole además concentrarse en la vacunación de la población en lo que queda de su mandato. “Hemos pedido paz y tranquilidad. Que las movilizaciones vuelvan a ser enormes y festivas y que el gobierno se fortalezca negociando sin trampas con la movilización unos cambios que son imprescindibles y que la sociedad colombiana necesita para avanzar”, dijo el senador el 9 de mayo en su columna, Con la violencia gana Uribe.
Asimismo los revisionistas del falso Partido Comunista Colombiano, su “Juventud Comunista” y los demócratas de la Unión Patriótica, le tendieron la mano al régimen, llamando a que tenga en cuenta los verdaderos dirigentes del movimiento ampliando el CNP y a las masas a mantener la movilización social pacífica realizando “cabildos y asambleas populares que permitan la organización y movilización social como parte esencial del proceso de construcción del PACTO HISTÓRICO, necesario para avanzar en un nuevo gobierno y una salida democrática y popular definitiva a la crisis”. Es decir, corromper las Asambleas Populares convirtiéndolas en tribunas pre-electorales y desmontar el Paro General Indefinido a cambio de las ya conocidas negociaciones en las mesas de conciliación, buscando propiciar un ambiente de tranquilidad para las elecciones del año entrante, que sueñan ganar para “ser gobierno”.
Las posiciones del revisionismo fueron extendidas a la llamada Multilateral de Fuerzas Sociales y Políticas, Populares y de Izquierda[5] en la cual participan otros movimientos, organizaciones y partidos oportunistas y reformistas también impulsores del “pacto histórico” que, ante el repudio general de los protagonistas de la rebelión contra el CNP y su compromiso con el gobierno, decidió no asistir a reuniones con el títere presidente, alegando que no puede haber diálogo ni negociación en medio de la masacre y la militarización del país, y llamando al gobierno a crear “condiciones reales y sin violencia” para acercarse y eventualmente negociar.
Actuación que ha encontrado el repudio de una parte de las masas combatientes, pero también ha sembrado falsas esperanzas en otra parte, por cuanto el proletariado no cuenta aún con la fuerza suficiente y espontáneamente se impone el camino del “menor esfuerzo”.
El Proletariado Revolucionario
Los representantes del proletariado, los comunistas, no cuentan aún con el Partido, se encuentran divididos en pequeños grupos y apenas tienen lazos de coordinación, además de que sus medios de expresión y comunicación son escasos, cuando no inexistentes, por lo que es difícil precisar qué piensan realmente y cuál es su actividad; sin embargo, puede advertirse que todos se han vinculado al movimiento y hacen esfuerzos por influir en el levantamiento para que éste no sea desviado por los falsos amigos del pueblo.
En medio de esta situación la Unión Obrera Comunista (mlm) ha bregado a actuar como destacamento de vanguardia, no solo previendo la marcha probable del movimiento, sino luchando en todos los frentes:
Ha actuado no solo con la pluma en la agitación y la propaganda por todos los medios, sino marchando, aunque de manera desigual, al frente de las masas en algunos aspectos y en algunos lugares, pugnando por llevar a la práctica sus propias decisiones, experimentando y aprendiendo de las masas para educar, hacer conscientes y generalizar las formas de lucha y de organización que han destacado las propias masas rebeldes y que contribuyen a acercar el triunfo sobre los enemigos. El portal Revolución Obrera y las redes sociales dan una idea de esta actuación; todo ello, sin olvidar sus deberes internacionalistas, uno de ellos, presentar este informe al proletariado internacional; pero sobre todo, atreviéndose a proponer a los comunistas de otros países unas ideas para enfrentar la situación actual, por cuanto se trata de un problema del proletariado mundial y no de cada país.
Así, en mayo de 2020 a propósito de las declaraciones internacionales conjuntas del Primero de Mayo se dijo en Obligaciones de los comunistas ante la situación creada por la crisis mundial:
Se necesita armar a los distintos destacamentos proletarios con una comprensión científica de la situación actual y de las tareas que tal situación impone a los comunistas y al proletariado revolucionario de vanguardia, pues es excepcional la exacerbación de la crisis económica del capitalismo mundial y de la crisis social agravada por la pandemia del coronavirus, que potencian la posibilidad de que se presenten o ahonden aún más las crisis políticas en distintos países y la posibilidad que tienen los comunistas de transformarlas en crisis revolucionarias, remarcándose la necesidad de prepararse para ello (ideológica, política, organizativa, material e incluso militarmente), y no desde el punto de vista de cada país, sino de que se presenten en un grupo de países. (…) Ante las fracturas del sistema imperialista mundial y la dramática situación a que han sido sometidas las masas trabajadoras, es de esperar que los auténticos comunistas sabrán deponer los intereses particulares en aras de la causa del proletariado mundial, lo cual les permitirá atraer a todos los destacamentos obreros que de verdad se propongan preparar las fuerzas para sacar el mayor provecho a la situación actual y desencadenar las fuerzas para derrotar a la burguesía por lo menos en un grupo de países.
En julio del año anterior, en Los desafíos del proletariado revolucionario en tiempos de pandemia se propuso:
Como tarea de primer orden, persistir con mayor vehemencia en el propósito de luchar por unir a los comunistas en un solo Partido Comunista Revolucionario, destacamento que será capaz a su vez de encabezar el Frente de las clases y partidos revolucionarios, y las nuevas formas de poder de las masas, así como construir las fuerzas militares de las masas que han de destruir el viejo Estado. En ese sentido, es urgente contribuir a organizar políticamente a los obreros conscientes e intelectuales revolucionarios para fortalecer las organizaciones comunistas, así como establecer acuerdos con los camaradas que permitan avanzar en los preparativos del Congreso del Partido, sobre todo, es necesario ponerse de acuerdo en cuanto a las condiciones actuales de la lucha y el porvenir de la misma… Igualmente, los intelectuales revolucionarios y los obreros conscientes de vanguardia deben tomar la iniciativa para organizarse, incluso donde no haya organización de comunistas, para construir las organizaciones de partido apoyándose en la experiencia indirecta y estableciendo relaciones con las organizaciones existentes, teniendo en cuenta los criterios en cuanto a la rigurosa selección de los afiliados (escogiendo y organizando a los camaradas más firmes y leales a la clase obrera y al comunismo), y conservando la severa discreción conspirativa para proteger a la organización de los ataques del enemigo y garantizar la dirección de la lucha y la continuidad del movimiento. Los obreros revolucionarios deben encabezar la reestructuración del movimiento sindical en la independencia de clase para construir las federaciones sindicales que le den vida a una nueva y poderosa organización de masas del movimiento sindical, que sirva para unir la lucha de resistencia a la lucha general del pueblo colombiano en la actualidad en la perspectiva del triunfo de la revolución socialista y la instauración de la dictadura del proletariado. Los comunistas y revolucionarios deben extender la influencia y organización de los Comités de Lucha como la forma de organización de las masas que mejor expresa la relación entre la lucha actual del pueblo colombiano contra sus enemigos, con el futuro socialista de la lucha. Organizaciones de masas con independencia de los politiqueros y el Estado para contribuir a organizar la Huelga Política de Masas contra las clases dominantes representadas en el Estado y en el régimen uribista, enlazando este combate con la lucha por la revolución socialista y el nuevo Estado de obreros y campesinos. Comités de Lucha que serán decisivos en los momentos en que la Huelga Política se transforme en la antesala de la insurrección por el poder del Estado. También los comunistas deben ser los abanderados de la lucha por construir el Frente de las clases revolucionarias, uniéndose a los demás revolucionarios para fortalecer el Bloque por el Paro General Indefinido, que les permita disputar la dirección del movimiento revolucionario de las masas a los partidos de la democracia pequeñoburguesa y el oportunismo, y a las camarillas vende-obreras de la dirección de las centrales sindicales, de tal forma que la lucha por enfrentar el régimen les permita unir esta lucha general inmediata del pueblo colombiano contra las clases dominantes y el imperialismo, con el objetivo estratégico de la revolución socialista. Un trabajo que exige firmeza en los principios y flexibilidad en la táctica para elevar la conciencia de los aliados, aislar la influencia perniciosa de los reformistas y desechar las ilusiones en el camino constitucional burgués para resolver la crisis económica, social y política que enfrenta la sociedad colombiana. Igualmente, cobra cada vez mayor importancia la preparación de los revolucionarios y las masas en los asuntos de la Guerra Popular; en particular, la preparación de las fuerzas populares para la insurrección, entre las cuales debe incluirse, no solo el estudio de la experiencia del movimiento obrero, la investigación rigurosa de la situación del enemigo, la organización y preparación técnica de los combatientes, sino además el trabajo en las filas de las reaccionarias fuerzas militares enemigas para descomponerlas desde adentro. Tareas que van indisolublemente ligadas a la lucha por construir con los camaradas de los distintos países el Partido Internacional que dirigirá la Revolución Proletaria Mundial.
Esas tareas fueron tomadas con firmeza, aunque no cumplidas a cabalidad dadas las propias limitaciones de una pequeña organización de proletarios, pero que una vez se presentó el estallido social del 28 de abril, le permitieron estar mejor armada y preparada para enfrentar las exigencias de la lucha de clases:
Respondiendo medida por medida a los ataques y calumnias de los enemigos.
Denunciando ante las masas los peligros y celadas de los enemigos y alentando su organización independiente para responder a la reacción adecuadamente.
Alertando además al pueblo trabajador sobre los “consejos” y “orientaciones” de sus falsos amigos de la democracia pequeñoburguesa y el oportunismo, cuya actuación siempre termina favoreciendo a los explotadores y mellando el filo revolucionario del movimiento.
Trabajando también por la unidad del proletariado y las masas populares donde quiera que tiene presencia: en algunas de sus organizaciones sindicales, en algunas Asamblea Populares, en algunos destacamentos de la Primera Línea, en algunos bloqueos…
Haciendo a la vez un gran esfuerzo por trabajar mancomunadamente con otros revolucionarios y camaradas comunistas que piensan distinto y que frecuentemente vacilan frente a la necesidad de luchar por mantener la independencia del movimiento y por los altibajos inevitables de la lucha.
Luchando contra ideas equivocadas y desechando los consejos inútiles de otros camaradas marxistas leninistas maoístas que no pueden ver las causas más profundas de la rebelión y las clases en contienda, porque su pensamiento se encuentra anquilosado viendo campesinos siervos imaginarios y no los proletarios reales, viendo señores feudales en grandes burgueses monopolistas como Ardila Lulle y deseando una “burguesía revolucionaria o nacional” inexistente en este país capitalista oprimido que es Colombia; donde ya no es necesaria ni posible una Revolución de Nueva Democracia, sino la revolución Socialista; donde la fuerza mayoritaria de la misma, por consiguiente, es el proletariado y no el campesinado, y donde la Guerra Popular, necesaria para conquistar la victoria, impone un camino distinto al de rodear las ciudades desde el campo.
III. La Marcha Probable del Movimiento
A un mes del poderoso levantamiento popular, el movimiento se debate entre el camino de la reforma desde arriba y el camino de la revolución desde abajo. Las fuerzas del proletariado aún no están lo suficientemente organizadas para marchar a la vanguardia de la rebelión, pero las condiciones son magníficas para superar las dificultades.
Atendiendo a ello, desde Revolución Obrera la Unión Obrera Comunista (mlm) ha hecho el esfuerzo por comprender multilateralmente la situación y se ha propuesto un Plan que contribuye a preparar las fuerzas para el asalto a la fortaleza enemiga; la primera parte de este plan fue presentado en el editorial del 19 de mayo con el título: ¡El Pueblo Debe Prepararse Para Gobernar!
Allí, además de resumir los hechos y la actuación criminal del régimen, de desenmascarar la actitud de los jefes de la democracia pequeñoburguesa y el oportunismo, se plantea la posibilidad y necesidad de tumbar el régimen de dictadura de la mafia con la fuerza de la movilización revolucionaria del pueblo, así como la exigencia de prepararse para nuevos y más grandes combates y también mayores sacrificios, que requieren más conciencia y mejor organización.
Se destacan además las tareas más urgentes que deben acometer los verdaderos dirigentes y activistas del gran levantamiento popular:
- Generalizar las Asambleas Obreras, Populares, Campesinas, Indígenas, Estudiantiles donde se ejerza la democracia directa del pueblo trabajador, se decidan las exigencias y las tareas para proseguir en la lucha y generalizar el Paro Indefinido. Asambleas de abajo hacia arriba cada vez más conscientes y organizadas para transformarlas en la forma del nuevo poder. Asambleas que culminen en una gran Asamblea Nacional Popular donde se decidan las tareas para resolver los problemas que el régimen, la burguesía y los politiqueros no pueden y no quieren solucionar.
- Generalizar los Grupos de Choque o Primera Línea y construir las Guardias o Milicias Obreras y Populares para enfrentar con éxito y derrotar las fuerzas asesinas estatales y paramilitares. A su vez, preparar mejor los combates y actuar con inteligencia para no propiciar bajas innecesarias.
- Complementar el combate directo a las hordas armadas del régimen, con un intenso trabajo de agitación y propaganda en las filas de las fuerzas militares del enemigo para desmoralizarlas, aislar a los mandos superiores y hacer que una parte de sus efectivos se pasen al lado del pueblo sometiéndose a las decisiones de las Asambleas Populares.
Independiente de los altibajos que puedan presentarse en los próximos días, la crisis económica, social, sanitaria y ambiental, así como la crisis política por arriba, el tratamiento de guerra a las exigencias del pueblo y la rebelión creciente de las masas populares… son todas condiciones que posibilitan el salto a una época de revolución, donde sea el pueblo, si se encuentra consciente y organizado, quien tome en sus propias manos la dirección de todos los asuntos. Por ello, el pueblo debe prepararse para gobernar y los comunistas revolucionarios deben acelerar la construcción del Partido proletario de vanguardia.
La segunda parte del plan publicada en el editorial del 25 de mayo ¡Por un Gobierno de los Obreros y Campesinos, no de los Explotadores! plantea a los protagonistas de la rebelión un Programa Inmediato, no de exigencias al régimen sino para que sea abanderado y ejecutado por el propio pueblo. No es el Programa Socialista de los comunistas, pero sí un programa que acerca a las masas a él. No se propone aún destruir el Estado burgués, pero al proponerse derribar la dictadura de la mafia uribista acerca a las masas a ese objetivo estratégico.
La base material de la necesidad de un programa especial, estriba en que, a pesar de que la sociedad colombiana necesita una revolución socialista, las condiciones subjetivas del movimiento espontáneo (falta de organización y objetivos claros en la lucha) y la situación del movimiento consciente (la ausencia del Partido), no están preparadas para el asalto directo a la fortaleza enemiga, para la instauración inmediata de la dictadura del proletariado.
Por consiguiente, contra la salida reaccionaria-reformista, el proletariado revolucionario necesita apoyarse en el ascenso del movimiento, en las formas de lucha directa que está utilizando, en las formas de organización que ha ingeniado, cumpliendo el deber de contribuir a elevar la conciencia política del movimiento, de señalar el rumbo, de avistar los enemigos y falsos amigos, de fomentar la necesidad de elevar las actuales formas de lucha y de organización… proponiendo como objetivo inmediato un gobierno que no es ni burgués, ni socialista, sino un gobierno de transición de los obreros y los campesinos, que atienda los verdaderos problemas inmediatos del pueblo y desbroce el camino para avanzar a la lucha definitiva por todo el poder para el proletariado y los campesinos.
Tal Programa Inmediato hace un análisis de la situación actual reafirmando la posibilidad y la necesidad de derribar el régimen mafioso y paramilitar; plantea la necesidad de resolver los problemas inmediatos más sentidos del pueblo trabajador: frenar el terrorismo de Estado, resolver las crisis económica, social, sanitaria y educativa, a la vez que atender otros problemas urgentes de los pueblos y comunidades étnicas y de la mujer; formula los métodos revolucionarios para alcanzarlo y, finalmente relaciona la lucha presente como parte de la preparación de los combates futuros, de la Revolución en el necesario rumbo socialista como solución definitiva a los problemas de la sociedad colombiana.
Los acontecimientos de los próximos días darán cuenta de la capacidad del proletariado consciente para acercar el triunfo de la revolución, solucionando los nuevos problemas que le plantea la lucha de clases en un país capitalista oprimido.
Lo que está pasando en Colombia, la lucha de clases real que se está desarrollando y las perspectivas de la misma, que no es un caso sui generis sino que corresponde a un gran número de países, no puede seguir siendo opacada por el dogmatismo que caracteriza a algunos marxistas leninistas maoístas y exige, no solo buscar la verdad en los hechos, como corresponde al marxismo revolucionario, sino además del apoyo decidido del proletariado internacional y los pueblos del mundo.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Colombia, 11 de junio 2021
[1] Algunos llaman fascista al régimen mafioso y paramilitar, pero tal caracterización no es exacta, por cuanto en Colombia se presentó un acuerdo entre la mafia vinculada al negocio de los psicotrópicos, con sectores de la gran burguesía y los terratenientes, que llevó a los representes del narcotráfico al poder del Estado. Por consiguiente, el carácter mafioso y paramilitar del régimen se manifiesta en la forma de gobernar y de ejercer el poder: terrorismo de Estado (masacres, asesinato de dirigentes y luchadores populares, desapariciones, persecución, etc.), robo del erario y aumento de la corrupción, etc. Esta forma de ejercer la dictadura va acompañada de la utilización consciente de los manuales de Joseph Goebbels, el jefe de la propaganda nazi, lo cual despista a algunos, pero la dictadura de la mafia y el paramilitarismo en Colombia, no es la dictadura abierta de los sectores más monopolistas y reaccionarios de la burguesía imperialista, como correctamente caracterizó la Internacional Comunista al fascismo. Tildar al régimen mafioso y paramilitar como fascista puede ser útil desde el punto de vista de la propaganda, para compararlo con lo peor que ha sufrido la humanidad, pero nada más.
[2] Nombre que le han dado los jefes reformistas a los representantes del Partido Verde, Socialdemócratas y Liberales de “izquierda”, considerados de “centro” o “centro izquierda”, que dicen o se oponen al régimen mafioso.
[3] El concepto de Primera Línea ha tenido su evolución en Colombia, al igual que en otros países. Se trata de lo que en el movimiento obrero se conoció como Grupos de Choque, solo que a ellos se agregó una primera línea de combatientes con escudos de defensa. Así que la Primera Línea son realmente destacamentos compuestos por seis líneas: 1. Defensiva, 2 Ofensiva, 3. de Apoyo, 4. de Rescate y atención a los heridos, 5. Proveedores, 6. Difusión; respaldados por la gran masa. El movimiento ya superó la idea “izquierdista” de que la Primera Línea es un grupo de “superhéroes” que “protege” a la masa indefensa, a la vez que superó la idea derechista de que la Primera Línea no es ofensiva sino meramente defensiva, lo cual constituye un gran avance, por cuanto los Grupos de Choque o Primera Línea son escuela para formas superiores de lucha.
[4] Otros camaradas maoístas llaman oportunistas a todas las facciones de la oposición oficial, lo cual es un error, pues gente como Petro es enemiga abierta del marxismo y del comunismo.
[5] De la llamada Multilateral hacen parte: Congreso de los Pueblos-CdP (socialdemócrata); Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia-Comosoc (socialdemócrata); Coordinadora Socialista-CS (trotskista); Movimiento por la Constituyente Popular-MCP (de influencia revisionista “marxista leninista”); Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo-MODEP (de influencia revisionista “maoísta” afín al Movadef de Perú); Marcha Patriótica-MP (demócrata); Partido Comunista Colombiano-PCC (revisionista jruschevista); Partido Comunes (ex Farc socialdemócrata).
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