En la álgida y aguda lucha de clases que atraviesa el país gracias al fuerte sacudón que le ha dado la juventud combativa en las calles al régimen mafioso y paramilitar, a través de bloqueos, marchas, combates callejeros, etc., se han podido destacar magnificas victorias militares que las fuerzas populares juveniles le han anotado al brazo armado de represión policial del Esmad.
En el pasado la derrota del Esmad había sobrevenido a través de diversas luchas, especialmente desarrolladas en el campo, como por ejemplo la lucha campesina a través de paros agrarios, cuyo ejemplo más palpable fue el del año 2013; derrotas a manos de los indígenas en el Cauca, con cerco y rendición de unidades completas; también a mano de los llaneros quienes les hicieron varios prisioneros; a través de huelgas de los obreros industriales del petróleo; a mano de los corteros de caña, etc. que comenzaron a poner en duda la supuesta “imbatibilidad” del Esmad para “dominar y controlar” disturbios para “reestablecer el orden público”.
En las grandes ciudades no se había presentado una “retirada” del Esmad del campo de batalla como ahora se está evidenciando en algunos combates callejeros, hecho que cabe destacar pues es un fenómeno nuevo en la lucha de clases del país y que vale la pena sintetizar; acciones que demuestran la tendencia a combates más fuertes, que corresponden a las crisis políticas que se avecinan en el país.
Primero, cabe resaltar que la efervescencia juvenil ha rebasado los límites imaginables de la capacidad de cualquier organización de vanguardia que haya pretendido direccionarlo, en pocos días los jóvenes asimilaron el concepto de “Primera Línea”, rescataron las lecciones del pasado paro del 21N del 2019 y del levantamiento juvenil del 9 y 10 de septiembre del 2020, creando sobre esa base y de forma vertiginosa formas organizativas para enfrentar la represión, aprovecharon el uso de los modernos medios de comunicación para ganar simpatía entre el pueblo y recoger finanzas a un ritmo nunca antes visto, aprendieron rápidamente de los combates callejeros diarios, de sus derrotas y fracasos para perfeccionar la técnica y capacidad militar, aprendieron también a conocer los mejores terrenos para combatir, así como la capacidad, formaciones y maniobras del enemigo.
Cali ha sido el ejemplo de la derrota del Esmad y las fuerzas militares al no lograr reestablecer el “orden” como anunció el asesino general Zapateiro en ya casi dos meses de paro. No solo el Esmad se vio derrotado, también la policía de conjunto fue incapaz de contener la marea popular, incluso el ejército, que fue movilizado a la semana de arrancar los bloques en la ciudad, y se propuso en un plazo de 24 horas “reestablecer el orden” dándole tratamiento militar al justo levantamiento del pueblo, derrota que demuestra la fortaleza de los bloqueos y la férrea voluntad de las masas para continuar en la lucha.
En segundo lugar, destacar que en el presente paro se ha presentado la combinación de lucha de movimientos y de posiciones, siendo la barricada el mecanismo más eficaz para la lucha de posiciones y la lucha de movimientos se ha dado a través de combates callejeros que asimilan tácticas de lucha de guerrillas. Frente a la derrota militar del Esmad a través de las barricadas hay que mencionar que el factor decisivo para coronarlas ha sido el apoyo popular a los combatientes de vanguardia, el pueblo no solo suministra comida y recursos para la lucha, sino además brinda refugio, información y apoyo moral para los jóvenes de “Primera Línea”, podemos decir que ha existido un todo único en la lucha popular, desde la vanguardia “Primera Línea” hasta la retaguardia del pueblo en sus hogares, un solo cuerpo que asemeja a una lanza que arremete contra la fuerza pública.
La derrota a través de lucha de movimientos ha sobrevenido después de combates callejeros prolongados en donde se han conjugado también varios factores que han contribuido enormemente a la victoria, entre ellos la gran capacidad de resistencia de los jóvenes, el apoyo popular, el aprovechamiento del terreno y el uso de técnica militar a través de molotovs, petardos y papas bomba, a una escala cada vez mayor. Una vez el desgaste y la falta de munición agobian al Esmad, sobre todo cuando se les han inutilizado tanquetas o éstas se quedan ya sin agua para disparar, es cuando han emprendido la retirada, su moral no soporta la lucha sin el apoyo de vehículos blindados y motorizados.
En los grandes combates prolongados también se han visto pequeñas treguas en donde los jóvenes tratan de confraternizar y aproximarse al Esmad, persuadirles de lo inútil de su esfuerzo para contener el levantamiento popular, pero una vez el mando da la orden, rompen la tregua, un hecho interesante porque demuestra que hay que hacer trabajo revolucionario en las filas del Esmad para que en momentos de desgaste y desmoralización se nieguen a seguir las ordenes de sus superiores y se retiren del campo de batalla.
Hasta el momento el pueblo sabiamente ha sabido neutralizar las bandas delincuenciales y los grupos mafiosos que domina en los barrios, en ciudades como Medellín, al inicio del Paro los “combos” recibían a la juventud combativa con disparos al aire y amenazas para evitar que ingresaran al barrio, pero gracias a la lucha y a la fiereza del pueblo, se ha logrado neutralizar dichos elementos para que no ataquen la lucha, sean permisivos y no la violenten; incluso en algunos sectores de Cali varias de esas bandas o combos optaron por participar decididamente en los combates contra la fuerzas represivas.
Todo el presente panorama en Colombia, sus escaramuzas y combates callejeros, fuertes y prolongados no son sino el preludio de la inevitable Guerra Popular en el país; marcha inevitable de la lucha de clases cuyo desarrollo más probable es el de una insurrección en las grandes ciudades. Que exige ahora avanzar no solo en las tácticas de lucha contra el Esmad sino contra el brazo paramilitar y la represión a bala que se ha venido presentando, sobre todo en Cali.
Es necesario pasar a conformar las milicias populares y dar avances en la técnica militar para contrarrestar las ofensivas armadas de las hordas asesinas a sueldo, perfeccionar las barricadas, crear esquemas de seguridad para defender las comunidades y dirigentes, y persistir en la lucha hasta destronar al régimen mafioso y paramilitar, pugnando por darle una salida revolucionaria a la crisis y no institucional o reformista, generalizando el sistema asambleario como el germen del nuevo poder popular.