El “juanpis” del Dane anunció con bombos y platillos una caída de 5,9 puntos porcentuales en la tasa de desempleo, la cual se ubicó en 14,3% en julio de este año, en comparación con la del año pasado que se ubicó en 20,2%. Quieren hacerle creer a las masas que existe una súper recuperación económica y una mejoría de su situación, pero lo que no dice el gomelo es que si se compara con la tasa de desempleo, que ya era alta en el 2019 del 10,2% del mismo mes, aún queda una gran brecha de desempleados. Es decir, el hambre sigue azotando a los pobres.
Pero claro, saltará Oviedo diciendo que el año pasado fue especial por la pandemia y que no hay punto de comparación. Aceptando este argumento, podemos ver que es peor la desfachatez del gobierno, pues para octubre del año pasado, el Dane reportó una tasa de desempleo de 14,7%, es decir, que en 9 meses el desempleo solo disminuyó 0,4 puntos; una cifra insignificante frente a la tragedia del hambre.
La crisis social, la cual se venía presentando desde hace varios años, especialmente desde que se inició la crisis del 2008 a nivel mundial, que es una crisis de sobreproducción típica del sistema capitalista, no ha sido resuelta por ninguno de los gobiernos que han administrado los negocios de los ricos en estos 13 años. Pero sí ha habido una carrera por imponer cada vez mayores medidas anti obreras para descargar la crisis de los capitalistas sobre los hombros del pueblo trabajador.
De hecho, a finales del año pasado, el hoy nuevo miembro de la junta del Banco de la República, Ratasquilla, afirmó que se debía rebajar el salario mínimo en un 20% para aumentar el empleo, argumento que todos los años han manifestado los gremios para rebajar aún más el ya de por sí miserable salario mínimo; argumento que acompañan con la exigencia de que a ellos no los graben con ningún impuesto con la mentira de generar empleo; la indignación frente a este abuso ocasionó que el levantamiento popular tumbara la reforma tributaria; ahora con la “nueva” reforma el pueblo debe volver a la lucha directa contra el podrido Estado burgués y el régimen de la mafia.
Las mentiras de los explotadores se caen por su propio peso con las cifras del Dane. Hay casi 3,48 millones de desempleados y de los 20,9 millones de ocupados más de la mitad están en la llamada informalidad o subempleo, viviendo del día a día y por menos de un salario mínimo. El júbilo que siniestramente manifiesta el director del Dane, es de alguien que con sus mentirosas cifras pretende ponerle una careta a la terrible tragedia que se vive en los millones de hogares, en los que o no hay que comer, o la calidad de la alimentación disminuyó, o la cantidad de “golpes”, como popularmente se le suele decir a las comidas, también se redujo.
Esta tragedia que efectivamente empeoró con la pandemia, los capitalistas no pueden resolverla, así cada mes traten de mostrar resultados y busquen culpables en fenómenos como el Paro Nacional, que fue apenas la lógica respuesta del pueblo ante la situación; y a pesar de que muchos demócratas llaman a atenderla, suplicándole al gobierno que establezca la Renta Básica, el régimen y las clases dominantes la han rechazado, argumentando cínicamente que el Ingreso Solidario de $160.000 es suficiente.
La dictadura uribista no va a resolver la crisis social, pues, por un lado, está dedicada a desfalcar las arcas del Estado y, por otro, a beneficiar a los capitalistas con más leyes a su favor que le garantizará mantenerse en el poder. La llamada oposición tampoco, pues con la esperanza de ganar las elecciones el año entrante, le lanza salvavidas al gobierno títere, como lo hizo en el reciente levantamiento popular, y todas las promesas de gobierno que ofrecen, se basan en seguir sosteniendo a los chupasangre capitalistas, solo interesados en no perder, en seguir ganando con la superexplotación de la clase obrera y la expoliación de la naturaleza.
Entonces, ¿qué le queda al pueblo por hacer? Aunque muchos crean que ya se apagó el Paro, lo que realmente está por venir es un nuevo y más poderoso levantamiento de las masas, que requiere de una mayor preparación y contundencia para tumbar el régimen mafioso y establecer un gobierno de obreros y campesinos, que garantice de inmediato empleo real, subsidio a los desempleados y subempleados, alza general de salarios y derogatoria de las medidas antiobreras.
El ejército de desempleados, que se convirtió en un ejército de luchadores desde el 28 de abril, necesita prepararse mejor para enfrentar las fuerzas represivas del Estado, hasta lograr aniquilarlas ya sea que volteen sus armas en favor del pueblo o sean derrotadas en las calles; que la clase obrera en activo pare la producción y se fortalezcan sus organizaciones sindicales uniéndose en una Central sindical revolucionaria, que las Asambleas Obrero Populares consoliden la dirección nacional con total independencia de los politiqueros y el Estado burgués, convirtiéndose en ese nuevo poder que junto con las masas armadas derroquen la dictadura uribista.
Finalmente, es necesario que en medio de esta nueva oleada, se construya el Partido de la clase obrera que dirigirá a las masas para que derroten, no solamente el régimen sino todo el poder de las clases parásitas, llevando a cabo la revolución socialista que al final será la solución de raíz para poner punto final a las tragedias del pueblo.