“Inédita instalación del Congreso” fue la tímida calificación de los medios al servicio del capital y su régimen mafioso, sin poder ocultar la exageración del artificio acostumbrado en esa detestable ceremonia.
La respuesta criminal del régimen con el terror de los asesinatos, desapariciones y la extrema represión al pueblo, por el solo hecho de exigir sus derechos en un Paro desarmado, fue blanqueada con el embustero contenido del discurso del títere presidente, aclamado por los aplausos concertados de antemano entre los representantes políticos del régimen.
La matanza de activistas ejecutada por las fuerzas militares y paramilitares del Estado, por la policía y su escuadrón de la muerte, fue descaradamente respaldada con el aplauso y la felicitación a los jerarcas militares.
La burla a que fueron sometidos los jefes politiqueros reformistas, refrendó que su papel en el Congreso no va más allá de ser sirvientes de la democracia burguesa, de ser los utileros que los capitalistas necesitan para disimular su dictadura de clase. Aun así, los politiqueros reformistas de la oposición oficial, siguen creyendo en esa hipócrita y mutilada democracia, siguen defendiendo la institucionalidad que es defender la institucionalidad de la dictadura de los dueños del capital hoy encabezados por la mafia uribista, y tienen la desfachatez de invitar al pueblo y principalmente a la juventud a la trampa electoral del 2022, para legitimar la dictadura de los opresores.
Si la oposición oficial cree en la falsa democracia de la burguesía, si apoya y participa en sus instituciones, si le complace revolcarse junto con los enemigos del pueblo en el estercolero que llaman Congreso… los trabajadores, las masas populares, no están obligados a seguir ese mal ejemplo, ni a apoyar y respetar ese antro de corrupción.
Como parte del Estado burgués terrateniente, el Congreso es una institución al servicio de los capitalistas, demostrado en sus leyes siempre en favor de los explotadores, siempre en contra de los trabajadores.
El Congreso hace parte del poder político de los capitalistas, es una institución corrompida hasta el tuétano, útil a los corruptos, integrada por los representantes políticos de los enemigos del pueblo y de sus falsos amigos reformistas, dirigida hoy por una facción mafiosa y paramilitar, a tal punto que los “elegidos” para presidir el Senado y la Cámara, son directamente emparentados con mafiosos, con asesinos, con paramilitares.
Tal como todo el Estado, el Congreso es una institución podrida, inservible para resolver los problemas de los trabajadores. La actitud del pueblo ante ese antro dictatorial, no puede ser remozarlo, ni reformarlo, ni utilizarlo porque su carácter de clase impide que sirva a los intereses populares. No queda otro camino que destruirlo junto con todo el Estado reaccionario mediante la violencia revolucionaria de los obreros y campesinos, única forma posible de construir un nuevo Estado, ese sí, en manos de la mayoría oprimida para que ejerza su dictadura de clase sobre la minoría de opresores y explotadores, los expropie y entregue toda la riqueza social y natural a quienes la producen y transforman con su trabajo.
