Finalmente, y después de muchas solicitudes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), perteneciente a la Organización de los Estados Americanos (OEA) y cuya misión es «Promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en la región», visitó Cali y Bogotá, entre el 7 y 11 de junio.
Esta fue una «visita de trabajo», por ello solo duró tres días, no asistió el pleno de los comisionados (acudieron solo tres) y apenas emitirá -se espera que esta semana- unas recomendaciones generales, dirigidas al Estado anfitrión el cual está en su libre derecho de aceptarlas o no. Para el caso de Colombia, tales consejos serán recibidos por el incinerador de libros, Alejandro Ordoñez; quien en varias ocasiones minimizó los asesinatos de los luchadores del pueblo a manos de la criminal Policía Nacional.
Al contrario de la «visita de trabajo», lo que habían solicitado varias organizaciones sociales era una visita in loco, que durara una semana y a la cual asistiera el pleno de la Comisión, para que al final produjera un informe completo de la situación del país; hecho que muestra que la Comisión no es imparcial, no está por encima de los Estados, sino por el contrario hace parte de una organización que como la OEA está dirigida por los países imperialistas, en este caso por uno que ha sido campeón de los genocidios en el mundo como Estados Unidos.
Martha Lucía Ramírez, canciller y vicepresidenta del régimen, en la reunión de cierre entre el régimen y la CIDH, anunció su satisfacción por a la visita, frente a la cual concluyó que se debe seguir conversando para «preservar» la democracia y el «fortalecimiento» de las instituciones, continuar «investigando la causa de las 21 muertes» (aunque son más los asesinatos efectuados por parte de la policía y los paramilitares) de luchadores en medio de las protestas, y esperar las recomendaciones que haga la CIDH por escrito, las cuales serán recibidas por el homófobo Alejandro Ordoñez. Total: ¡puros formalismos e hipocresía, mientras masacran al pueblo!
Al final, la visita de la CIDH −tan anhelada por algunos− fue un simple saludo a la bandera que no sirve para detener el terrorismo de Estado que el régimen continúa ejecutando contra los manifestantes que en las calles están sosteniendo el Paro Nacional Indefinido.
Por eso, es necesario recordar que los Derechos Humanos no son más que el reconocimiento formal de algunas libertades políticas que los individuos supuestamente tienen para hacer parte de la sociedad burguesa. Las masas oprimidas por el Estado de la burguesía y los terratenientes no deben esperanzarse en que una comisión vaya a restablecer o garantizar los derechos que la «sociedad civil» supuestamente brinda a «todos los ciudadanos», pues los derechos humanos, en particular, fueron ganados por la burguesía por medio de revoluciones burguesas como la francesa en la cual, conquistaron la «igualdad, fraternidad y libertad» exclusivamente para su clase, para la clase de los explotadores de mano de obra barata, no para todo el pueblo; y en general, todos los derechos que ha conquistado el pueblo fueron adquiridos y son defendidos por medio de la lucha directa de las masas; empezando por el derecho a la vida que fue reconocido tras la gloriosa lucha de Espartaco y su ejército antiesclavista. Para el Estado burgués, solo son garantizados los derechos humanos de los dueños del capital, las tierras y los bancos, los ciudadanos son la “gente de bien”; es por eso que la historia de los pueblos ha enseñado, como bien dice la consigna, que ¡Con la lucha se conquistan libertades y derechos! ¡Con la lucha se defienden!
De no conquistarse y defenderse, los derechos solo son un formalismo huero, inútil en la práctica, tal como los corroboró esta visita de la CIDH: el régimen recibió a la comisión cuando le dio la gana; el terrorismo de Estado no se detuvo durante la visita, continuó la ola de ataques contra el pueblo; el resultado de la visita serán apenas unas recomendaciones no vinculantes, es decir, no son de obligatorio cumplimiento para el régimen uribista de Duque. Es más, el régimen se da el gusto de poner a Alejandro Ordoñez como delegado por Colombia ante de la OEA, cuando todo el mundo sabe que él es un violador de los derechos humanos, ideólogo y ejecutor de las medidas más rancias y reaccionarias de la mafia en el poder del Estado.
A pesar de las buenas y sanas intenciones que puedan tener los defensores de DD. HH., la visita de la CIDH a duras penas servirá para amplificar en otros países los crímenes que el régimen, en cabeza del títere Iván Duque, está cometiendo contra las masas desarmadas.
Detener el terrorismo de Estado solo depende del grado de unidad y de organización de las masas para continuar la lucha contra el régimen que tambalea ante la furia del pueblo que a diario batalla en las calles contra las fuerzas del Estado asesino.
Detener el terrorismo de Estado implica oponer al régimen la fuerza organizada del pueblo, establecer las Asambleas Populares, las Primeras Líneas o Grupos de Choque, construir las Guardias Comunales y las Milicias Obreras. Solo con organización y con lucha directa se podrán dar pasos firmes hacia el establecimiento de un Gobierno inmediato de los Obreros y Campesinos, para así garantizar realmente los derechos de quienes todo lo producen. ¡Solo el pueblo, salva al pueblo!