A usted querido camarada y amigo:
La rebelión que estamos presenciando, llama poderosamente la atención de todo el mundo. La juventud proletaria, que marcha a la vanguardia enfrentando con heroísmo sin límites el régimen criminal, mueve las fibras y llama a tomar una actitud resuelta en la batalla.
Seguramente usted camarada, que por distintas circunstancias se alejó de este pequeño pero firme destacamento, hoy está siendo sacudido en lo más profundo de su ser por el torbellino de los acontecimientos. Pues bien, los días que sabíamos llegarían y añorábamos, han llegado.
No son los tiempos en que enfrentábamos a pecho descubierto los proyectiles almibarados de la burguesía y apretábamos los dientes para mantener en alto la bandera de la revolución ante los embates del revisionismo armado y desarmado, y debíamos armarnos con la bruñida coraza de la ciencia para refutar y destrozar las utopías de los amigos.
Pero los tiempos cambian, y seguramente ya se ha dado cuenta que la rebelión se está encargando de destruir esas quimeras. Las poderosas fuerzas de la clase obrera, de los campesinos y de las masas populares han ido encontrando por sí mismas el camino, obligadas por las circunstancias de un sistema moribundo que reclama su entierro y destaca las fuerzas para hacerlo.
Sin embargo, y eso lo sabe usted camarada, el movimiento por sí mismo no podrá cumplir esa, su misión histórica. La sangre generosamente derramada, los enormes sacrificios del pueblo sublevado, la poderosa energía social desplegada, necesita de los obreros conscientes e intelectuales revolucionarios; de nosotros, de los comunistas que iluminen su camino, que le ayuden a diferenciar a los amigos de los enemigos, que le ilustren y adviertan sobre el peligro que representan sus falsos amigos, que le contribuyan educando, haciendo conscientes y generalizando las nuevas formas de organización y de lucha que le permitan transitar de la rebelión a la revolución.
Y esa camarada, esa tarea gigantesca, requiere unir todas las inteligencias, todas las voluntades, todas las capacidades y los esfuerzos que ha realizado la propia clase obrera por forjar y destacar a los mejores hijos del pueblo, por fortuna, usted hace parte de ellos.
Y sí, es cierto, el proletariado reclama su presencia camarada; y yo, confío en sus profundas convicciones y por eso me atrevo a proponerle que dé el paso al frente. Con el corazón en la mano, apelo a su amor por el pueblo para que marchemos juntos nuevamente en este momento decisivo, que si ya es histórico, puede convertirse en glorioso, en el toque de clarín que desate la revolución proletaria mundial.
¡Nada es imposible en el mundo si uno se atreve a escalar las alturas! Decía Mao Tse-tung por allá en 1965 y estoy convencido que llegó la hora de atreverse y por ello le invito camarada, a retomar su puesto de combate en la batalla. Y ese puesto, se encuentra aquí, en la vanguardia, en la Unión Obrera Comunista, marxista leninista maoísta.