A todo Hitler le llega su Stalingrado

A todo Hitler le llega su Stalingrado 1

Tic tac, tic tac, cada siete segundos muere un soldado alemán… tic tac, tic tac, Stalingrado: fosa común, tic tac… Es lo que se oía de los altavoces soviéticos en Stalingrado durante las últimas semanas de la batalla, especialmente en los escasos reductos de inútil resistencia alemana.

Por décadas la propaganda imperialista anticomunista ha gastado millones y millones de dólares difundiendo, por los medios de alienación de los capitalistas: libros, películas, redes sociales y demás canales por donde puedan manipular a la clase obrera, la vil mentira de que fueron los Estados Unidos y las potencias imperialistas quienes derrotaron al Eje Fascista en la Segunda Guerra Mundial, y que la Unión Soviética —supuestamente antigua aliada de los nazis y cuyos ejércitos estaban repletos de bárbaros comunistas que masacraban cuanto encontraran— poco o nada tuvo que ver con el derrumbe del fascismo en Europa. ¡Nada más alejado de la realidad!

Stalingrado —nombrada así en homenaje al comandante en jefe del Ejército Rojo y dirigente del proletariado internacional Iósif Stalin— fue la ciudad en la que se libró la probablemente batalla más decisiva de la Segunda Guerra Mundial.

A todo Hitler le llega su Stalingrado 2

Dado el ascenso del fascismo en Europa y el inminente ataque del Tercer Reich a la URSS, los soviéticos llegaron a un acuerdo temporal y estratégico con los alemanes para no agredirse; esto fue un brillante cálculo del Estado Mayor Soviético para trasladar las industrias al oriente del país, incluida la producción de armas, alimentos y bienes de consumo de primera necesidad, garantizando así un breve lapso para prepararse efectivamente ante la esperada invasión nazi.

Y así fue, en junio de 1941, Adolf Hitler —rompiendo el acuerdo con la URSS— puso en marcha de la Operación Barbarroja, agresión esperada por los soviéticos y por la cual las huestes fascistas después de varios meses alcanzarían Stalingrado (actual Volgogrado), en el occidente bajo de la Unión Soviética, donde encontrarían su más humillante y desastrosa derrota.

En agosto de 1942 los nazis llegaron a Stalingrado pensando que sería solo una batalla de trámite para seguir avanzando hacia el corazón de la URSS, pero no sabían que en la ciudad —cuyo nombre evocaba a su más temido enemigo— se encontrarían con un verdadero infierno que duraría prácticamente medio año.

La valentía e indoblegable fortaleza del pueblo soviético y, como no, del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, fueron determinantes en la defensa de la ciudad en la que dicho enfrentamiento constituyó un constante desgaste de los recursos alemanes y un agotamiento físico y emocional de las bestias nazis que recibirían un golpe del cual no se recuperarían, un tiro de gracia soviético que significó un punto de inflexión en el desarrollo de la guerra y aceleraría la caída del fascismo en Europa.

La Batalla de Stalingrado, dada por finalizada un día como hoy, 2 de febrero pero en 1943, cobraría dos millones de vidas entre nazis, soldados y civiles soviéticos; la destrucción de cientos de piezas de artillería y vehículos de guerra alemanes, y una pérdida incalculable de fuerza y ánimo para los fascistas, siendo así la batalla más sangrienta de la historia de la humanidad. Una batalla decisiva para la derrota de la Alemania Nazi la ganaron los comunistas, militantes de una causa que hoy en día seguimos defendiendo, una sociedad dirigida por el proletariado, por los que producimos la riqueza, esa riqueza que se apropian los capitalistas, losmismos capitalistas que en aquel entonces financiaron a Hitler y su proyecto megalómano.

Correctamente dijo Lenin que «el fascismo es capitalismo en descomposición», y ese período de nuestra historia lo demuestra perfectamente, pues fue clave el apoyo previo a la guerra que recibió el Eje Fascista por parte de la burguesía en sus respectivas regiones e incluso la complicidad de las potencias imperialistas de occidente.

Stalingrado significa para la humanidad un ejemplo histórico de resistencia y gallardía por parte de un pueblo amenazado y sitiado, un estandarte de combate y un suceso histórico que quedará en la memoria de los enemigos de nuestra clase, pues nunca en otro punto, ni del Frente Oriental u Occidental, ni en cualquier otro escenario bélico durante la Segunda Guerra Mundial, se gastaron tantos recursos, se perdieron tantas vidas militares y civiles, ni se logró una victoria tan determinante contra el fascismo como lo fue Stalingrado.

Imperialistas y burgueses ansiaban vencer al primer Estado socialista de la historia, así como hoy desesperadamente buscan por todos los medios poder mantener su dominación, cada vez más frágil, cada vez más crítica. Y así como el pueblo soviético logró darle ese golpe al nazismo, del cual no se recuperaría jamás y a partir del cual retrocedería hasta caer totalmente en Berlín, hoy en día los comunistas y la Clase obrera Mundial debemos unificar esfuerzos e intensificar nuestras luchas en todo el mundo, pues el mundo está maduro para la revolución y, al igual que nos lo demostraron los comunistas soviéticos: A todo Hitler le llega su Stalingrado.

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