El 14 de septiembre se cumplieron 45 años del Paro Cívico de 1977, precedido por numerosas luchas económicas y políticas de los obreros fabriles y de tomas de tierras en diferentes partes del país. Por todos estos antecedentes, el Paro del 77 marcó un avance para el pueblo luchador en Colombia, ya que fue un levantamiento popular contra el Estado, administrado en aquella época por el antiobrero y antipopular gobierno del presidente Alfonso López Michelsen quien ganó las elecciones presidenciales en 1974 con falsas promesas de: combatir el hambre, rebajar la inflación y así mejorar el poder adquisitivo de la clase obrera.
A pesar de que durante su presidencia, López gozó de la bonanza cafetera debido a la pérdida de cosechas en Brasil, el gobierno que se comprometió a cerrar la brecha entre ricos y pobres, denominando su gobierno como «el mandato claro» cuya aspiración estaba convertir a Colombia en “El Japón de Sudamérica”, nunca lo cumplió. En realidad, pasó todo lo contario, pues enfrentó la inflación más alta de la historia de Colombia, empobreció más a los pobres, siendo denominado así el gobierno del «mandato caro».
Llama la atención, cómo durante las campañas electorales presidenciales de la democracia burguesa, los candidatos y sus partidos hacen falsas promesas y ya posesionados, se repite el mismo libreto justificando alzas de los alimentos, rebaja de salarios, declaran emergencia económica y realizan reformas tributarias, laborales -antiobreras y antipopulares-, empobrecen al pueblo trabajador a niveles alarmantes y ante las justas protestas del pueblo, la respuesta es represión, trato militar a los luchadores y terrorismo de Estado; así pasó durante el gobierno de López y pues, cualquier parecido con la actualidad es porque estamos bajo el yugo del capital, haciendo inevitable que los pobres del campo y la ciudad se levanten.
¿Y por qué luchaba el pueblo trabajador en 1977?
Ante el empeoramiento de las condiciones materiales de vida, la rebeldía del pueblo no se hizo esperar y estalló la lucha el 14 de septiembre de ese año, exigiendo:
¿Y cómo respondió el gobierno de López?
Como era de esperarse, desde el primer día del Paro las clases parásitas gobernantes sintieron miedo por la Huelga Política de Masas, por ello, actuaron con saña contra los luchadores para escarmentar, como también lo hicieran el 9 de abril de 1948 con el Bogotazo y lo repitieron durante el estallido social del 28 de abril del 2021. Demostrando, que no es verdad que el Estado esté por encima de las clases sociales: La gran verdad que nos enseña la historia de la lucha de clases es que el Estado es una máquina para someter a los trabajadores, para defender el interés económico y político de “los de arriba”. Y así fue la respuesta de López Michelsen, trató de impedir la movilización aplicando el toque de queda, enviando policía y ejército para masacrar al pueblo, asesinando a 33 manifestantes, hiriendo a más de 3.000 y deteniendo a miles de personas en la Plaza de Toros y el estadio El Campín en Bogotá.
Pero la lucha no fue en vano:
- En solo dos días de intensa lucha se hizo retroceder al gobierno y a las clases dominantes con las medidas antiobreras y antipopulares que aplicaban con intensidad sobre el pueblo trabajador como: los despidos masivos, privatización de la salud, rebaja de salarios, reforma laboral, estatuto docente para los maestros, largas jornadas de trabajo y salario por pasajero para conductores del transporte público, cierre y militarización de universidades públicas, trato militar a las huelgas, represión a los campesinos.
- Mediante el Paro, el pueblo obligó al gobierno a decretar en octubre un aumento del 25. 8% a partir del primero de noviembre y 10. 3 % a partir del 1° de mayo de 1978. Así, el salario mínimo entre enero y noviembre de 1977 pasó de $1770 a $2340 en las ciudades y de $1500 y $1590 a $2011 pesos en el campo.
En general, se logró un aumento general de salarios histórico en Colombia y otras reivindicaciones, sin mesas de concertación y conciliación con los enemigos y sin politiqueros intermediarios que convencen al pueblo de no movilizarse y esperar a que el mandatario cumpliera sus “promesas”, demostrando así la fuerza y el poder del pueblo cuando se une, se organiza y lucha por unos mismos objetivos.
El secreto del triunfo fue la unión, la organización y la lucha en las calles:
Los Comités de Paro, unidos sobre la base de una plataforma de lucha tuvieron un peso enorme organizando el bloqueo del transporte, impidiendo el ingreso en las fábricas, para organizar las movilizaciones y enfrentar a la policía y al ejército.
El papel destacado lo asumieron las bases del movimiento sindical y barrial que rebasaron a sus direcciones de los partidos reformistas. Desde antes del 14 de septiembre se venían organizando las asambleas barriales y obreras, en colegios y universidades, los revolucionarios comenzaron a agitar y aglutinar las fuerzas para el Paro Cívico el 14 de septiembre, algo similar a como fue el estallido social del 28 de abril del 2021. El paro de 1977, preparado sobre la base de Comités de Paro y Asambleas obrero populares, logró parar la industria fabril en un 65%, el transporte urbano en un 95%, el comercio y la construcción civil en un 75%.
Razones por las que no se avanzó a una situación insurreccional:
Aunque en aquella época se contaba con más del 60% de los sindicalistas agrupados en la corriente del sindicalismo independiente, faltó, como ahora, la organización de vanguardia: el Partido de la clase obrera que dirigiera todas sus formas de organización y de lucha. Ya que para 1976, el Partido Comunista de Colombia (m-l) se había desnaturalizado por una corriente “izquierdista” que lo llevó a abandonar sus vínculos con la clase obrera y por tanto sin influencia en dicho Paro.
Los grandes levantamientos de la clase obrera y sus aliados en la historia de Colombia, enseñan que independientemente de la forma de gobierno que se establezca, ya sea una dictadura abierta comandada por el sector de la burguesía mafiosa como se hizo con Uribe Vélez a la cabeza o gobiernos que se digan demócratas o progresistas como el actual, cuando las clases dominantes y parásitas sienten, que sus intereses económicos y políticos están en peligro, no dudan en descargar la violencia de la maquina estatal contra el pueblo.
Sólo cuando el pueblo derroque el poder del Estado burgués mediante la violencia revolucionaria y establezca un Estado de obreros y campesinos, se podrá decir que las tragedias del pueblo acabarán y que de verdad sí podremos “vivir sabroso”.
Colombia es un país capitalista inserto en medio del sistema imperialista como país oprimido; es epicentro de cientos de contradicciones que enfrentan, principalmente, al proletariado y a la burguesía a diario. El reformismo, así hoy se encuentre en el poder ejerciendo la presidencia y la mayoría del parlamento burgués, no podrá detener “vía decreto” la incesante lucha que enfrenta a las clases antagónicas de la sociedad. El hambre, la rebaja sistemática de salarios, la superexplotación capitalista, la opresión estatal contra los luchadores, el negocio capitalista de la salud y la educación… continúa y son una “papa caliente” que el gobierno petrista no podrá sostener por mucho tiempo.
Por lo tanto, hay que seguir en la tarea de ir construyendo el poder desde abajo, formando Comités de Lucha o de Paro en las diferentes regiones, creando todo un sistema de Comités unidos sobre la base de una plataforma de lucha, ejerciendo su poder de decisión a través de las Asambleas a sus diferentes niveles; conformando Milicias Populares para defender la vida de los luchadores del pueblo, Grupos de Choque que confronten a las fuerzas armadas del Estado burgués en las manifestaciones callejeras; y lo más importante, avanzar al Congreso del Partido Comunista Revolucionario, pues sin este destacamento, por más esfuerzo y sacrificio de las masas, nuevamente serán canalizados, por los partidos de las otras clases, por el camino institucional, electoral y no por el del triunfo definitivo sobre la explotación y opresión capitalista.