En Rusia y parte de Europa se conmemora otro aniversario de la derrota del fascismo a manos del Ejército Rojo de obreros y campesinos. Otro año en que las calles son adornadas de rojo con los emblemas y retratos de los héroes de la Gran Guerra Patria y se recuerda además al gran camarada Stalin como el estratega militar que condujo la victoria del pueblo soviético sobre el fascismo y quien fuera el continuador y defensor del socialismo después de la muerte de Lenin.
Sin embargo, la victoria del pueblo soviético no fue una casualidad o un “regalo” del invierno como pretenden hacer pasar los propagandistas occidentales; el pueblo soviético fue quien no solo puso más de 25 millones de muertos en aquella guerra, casi la mitad de las muertes en toda la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los bielorrusos perdieron uno de cada 5 ciudadanos, los ucranianos por cada 3 ciudadanos perdieron uno, por lo menos cada familia en la Unión Soviética perdió mínimo a uno de sus miembros.
La brillante estrategia militar del Partido Bolchevique y del Ejército Rojo, apoyados por la creadora iniciativa de las masas fueron quienes aplastaron y derrotaron al fascismo cara a cara en el campo de batalla. Un ejército fascista que, para la fecha de la pérfida invasión a la Unión Soviética en 1941, era el mayor ejército reunido en la historia de la humanidad y el mejor pertrechado tecnológica y armamentísticamente. La propagada de los imperialistas a través del cine y por todos sus medios han falsificado la historia y pretendido demostrar que fueron los norteamericanos, ingleses y franceses los ganadores de la guerra, y aunque su aporte ayudó a acelerar la caída de Hitler, no fueron ellos quienes aportaron el mayor número de tropas, de sangre, o que hayan librado las batallas decisivas. Su pretensión no deja de ser una sucia falsificación para mostrarse ante el mundo como los salvadores y ocultar sus compromisos con el fascismo para sepultar el socialismo en la URSS. Tampoco es menos dañina la falsificación que tiempo atrás hicieron los revisionistas soviéticos con Jrushev a la cabeza, quienes enlodaron el socialismo y al camarada Stalin para encubrir su traición.
Nunca en la historia se habían conocido tantos actos de heroísmo y de sacrificio en masa en aras de la defensa de la patria y el socialismo. Por tal motivo cada 9 de mayo, los obreros y campesinos en todo el mundo debemos estar dichosos de júbilo por incluir en nuestro repertorio fechas memorables como esta, en donde libramos una importantísima batalla contra el fascismo internacional y salimos victoriosos. Una fecha en la que recordamos al Ejército Rojo de obreros y campesinos como un destacamento construido con nuestra propia sangre. Una fecha en la cual los oprimidos y explotados del mundo recordamos el luminoso legado del camarada Stalin.
