Hoy, 23 de febrero de 2021, se conmemoran 58 años de la masacre de Santa Bárbara, fecha luctuosa de la clase obrera colombiana en la cual el Estado en contubernio con los dueños de Cementos El Cairo, asesinaron a 12 personas entre ellas una niña de 10 años, María Edilma Zapata, hija de uno de los obreros. Los trabajadores presentaron un pliego de peticiones que no fue atendido por los patronos, los cuales usaron esquiroles para sacar la producción de klinker y cemento, ante lo cual los trabajadores se apostaron en la entrada y salida de las volquetas para impedir su paso. En la mañana del 23 de febrero de 1963 vieron cómo entraron volquetas llenas de soldados a la planta con la intención de sacar a la fuerza el material. La orden que tenían los soldados era la de hacer pasar las 40 volquetas cargadas “costara lo que costara”. Y así fue.
Tras 26 días de huelga, FEDETA bajo la dirección del Partido Comunista en cuya cabeza se había impuesto la conciliación y la paz con la burguesía, dividió la lucha de los obreros aceptando negociar por separado con otras empresas cementeras que también estaban en conflicto. La burguesía agrupada en la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol ejerció presión para surtir a Medellín de cemento que ya escaseaba, y dio la orden de hacer pasar las volquetas así fuera por encima de los obreros. Mandato que el gobernador Fernando Gómez Martínez y el ministro de trabajo de la época, Belisario Betancur Cuartas, cumplieron a cabalidad utilizando las fuerzas armadas reaccionarias y serviles a las clases explotadoras.
Así se configuró un mortal coctel que desencadenó en que los soldados dispararon a diestra y siniestra contra los obreros desarmados y sobre la humanidad de mujeres, niños y campesinos que se encontraban en solidaridad con la justa causa de los huelguistas ¡para favorecer los intereses de los capitalistas! Doce muertos, decenas de heridos y cientos de detenidos fue el saldo luctuoso de esta masacre cometida por la burguesía y su asesino Estado, ejecutada por el Ejército Nacional, que a la fecha continúa cometiendo crímenes contra el pueblo, fiel a su carácter asesino.
Hoy la planta de El Cairo pertenece al Grupo Argos, del monopolio GEA, y van más de dos años en que la patronal está amenazando con cerrarla definitivamente, argumentando supuestamente baja productividad y de no ser rentable, además de que todo se agravó con la pandemia de la Covid-19. Desde enero de 2019 fueron desplazados más de 180 obreros de sus puestos de trabajo, según denunció el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Industria de Materiales para Construcción, SUTIMAC Seccional Santa Bárbara, asimismo en medio de la pandemia se incrementaron en un 70% las ventas de Cementos Argos, subió el precio de sus acciones en la bolsa y ahorraron dinero en mantenimientos que dejaron de hacer.
De esos 180 obreros, no hubo ni un solo despedido: algunos fueron trasladados, otros arreglaron directamente con la patronal, otros acordaron recibir una pensión diferida o anticipada; hoy en día, quedan los diez directivos del sindicato y 9 personas haciendo el cierre legal de la mina. Las intenciones reales de Argos, con el cierre de la planta aún no se conocen, pero el impacto social del cierre ha sido grandísimo, pues afectó a familias de más de 30 veredas representadas en 450 familias, que recibían sus ingresos de forma directa e indirecta de la mina. El solo hecho de que ningún obrero haya salido despedido, es un gran triunfo producto de la organización y lucha del movimiento sindical en medio de la arremetida de Argos contra la clase obrera en El Cairo.
Este año, la conmemoración de la masacre de Santa Bárbara, se da en medio de la lucha por evitar la desaparición de dicha subdirectiva de Sutimac, del terrorismo de Estado que azota todos los rincones del país, de una arremetida contra los derechos laborales y sindicales de la clase obrera, pero también del ánimo combativo de las masas que están preparando el Paro General Indefinido como forma de hacer retroceder al régimen uribista de Duque, representante de la burguesía mafiosa y en general de los capitalistas. Es hacia allá que deben apuntar los esfuerzos de los dirigentes sindicales honestos y luchadores, hacia el compromiso real con dicho Paro y no hacia el camino de la politiquería que se asoma en cabeza de la socialdemocracia, los liberales y los revisionistas que hablan a nombre del marxismo para mellar su filo revolucionario.
Para evitar otras masacres como la de esta fecha en Santa Bárbara, o como la de las bananeras en 1928, ¡es necesario destruir el capitalismo por medio de la violencia revolucionaria! ¡Es necesario organizar el Partido político independiente y revolucionario del proletariado, tarea a la cual los invitamos a sumarse organizándose en la UOC (mlm)! Solo atacando la raíz del problema, el capitalismo y su Estado de dictadura burguesa en Colombia por medio de una Guerra Popular en la forma de una insurrección, se podrá instaurar la dictadura del proletariado bajo la cual los obreros y campesinos armados podrán garantizar que se produzca para satisfacer las necesidades de las masas y no para satisfacer el apetito voraz de ganancia de un puñado de zánganos, que cuando se interpone la lucha obrera y popular en sus propósitos, son capaces de cometer las más terribles masacres como lo fue la del 23 de febrero de 1963 y que hoy conmemoramos con nuestros lectores y seguidores.
En febrero de 2019, en este Portal digital se extractaron algunas enseñanzas que dejó esta masacre y que continúan teniendo plena vigencia, razón por la cual las recordamos a continuación:
• Elevar la conciencia en cuanto a que el Estado es un órgano de dictadura de clase; no se puede confiar en él cuando la burguesía está en el poder. La masacre de Santa Bárbara demostró que el Estado de los ricos está al servicio de los capitalistas y es capaz de desplegar todas sus fuerzas para aplastar al pueblo trabajador.
• El movimiento sindical necesita conquistar su independencia de clase y desprenderse del sindicalismo burgués manifiesto en el papel de los dirigentes de las centrales sindicales; en aquella época la UTC y CTC no se solidarizaron con la huelga porque eran afines al gobierno y no a los intereses de la clase obrera.
• Es necesario aislar de toda lucha el reformismo y el oportunismo, que creen posible la conciliación con los enemigos y sacrifican los intereses de los obreros por ventajas pasajeras, como ocurrió en la huelga bajo la dirección del reformista Partido Comunista.
• En la actualidad se necesita un movimiento sindical independiente que retome la Huelga como la forma principal de lucha, que rescate la Huelga de Solidaridad con la lucha de cualquier sector como expresión de la unidad de la clase obrera, y que eduque a las bases en las ideas del socialismo científico para que el movimiento sirva a la lucha general por la emancipación de la clase obrera y la liberación del pueblo colombiano.
• Los obreros no pueden olvidar la necesidad de su propio partido político como expresión máxima de su independencia de clase. Un Partido que dirija su lucha por la revolución socialista y la abolición de la explotación capitalista, no un partido politiquero para engañar a los obreros.